Manuel Hernández: Siempre estamos empezando a aprender

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La firmeza en sus manos al sostener un pincel prevalece en Manuel Hernández Valdés, Premio Nacional de Periodismo José Martí, a sus 80 años de vida. Proveniente de una familia humilde de tradición cañera en los campos del Valle de Guamacaro, Limonar, Manuel se mudó a Matanzas en 1957, bajo la condición, denominada así por él mismo, de emigrante.

“Fui un emigrante, yo le digo a la gente. El otro día le dije a alguien que se iba del país: Oye, te vas… Te considero, compadre: yo fui emigrante del campo a la ciudad y es como desarraigarte”, expresó Manuel.

“Aquí yo vivía un poco despistado en la ciudad, porque cuando uno viene del campo y choca con otra cultura… Yo trabajé en bodegas, en bares. Fui como un emigrante, con los trabajos que hace un emigrante. De la naturaleza al cemento.”

José Hernández y Oneida Valdés fueron sus padres. La vida en el Valle de Guamacaro, en Limonar, descrita por él, resultaba simple: zafra, tiempo muerto y más zafra.

Réplica en mosaico de cuadro original de la autoría de Manuel Hernández. Foto: la autora.
Réplica en mosaico de cuadro original de la autoría de Manuel Hernández. Foto de la autora.

Desde muy pequeño, aún en su localidad natal, la afición de Manuel por las artes plásticas podía observarse en sus dibujos. No es hasta 1961 en Matanzas que comienza a estudiar pintura en la Academia de Artes Plásticas Tarascó.

La curiosidad desde niño lo llevó a buscar información sobre todo aquello cuánto pudiera. De forma constante Manuel se cuestionaba aspectos de la vida, rasgo que lo llevó a la búsqueda del conocimiento y creó en él una vena perfeccionista.

“Si iba a hacer un ejercicio de dibujo, cualquier cosa, pues yo lo hacía muchas veces. Y me convertí yo mismo en mi propio maestro”, explicó Manuel.

Manuel Hernández, Premio Nacional de Periodismo 2001 y Premio Nacional del Humor 2006. Foto: la autora.
Manuel Hernández, Premio Nacional de Periodismo 2001 y Premio Nacional del Humor 2006. Foto de la autora.

Manuel fue llamado al Servicio Militar y allí, debido su aptitud para el dibujo, le fue encomendada la misión de realizar propaganda.

“Me era muy fácil dibujar en forma de caricatura y me era más cómodo”.

Entre el bullicio habitual de la Galería-Taller Lolo, su actual lugar de trabajo, Manuel rememora la primera vez que vio uno de sus dibujos en un periódico.

Al concluir su Servicio Militar una plaza de trabajo aguardaba por él en Juventud Rebelde. Juan Padrón y Posada resultaron alguno de sus maestros en el mundo de las caricaturas durante sus inicios en el periódico.

Sobre su tránsito por el humor, expresó:

“¿Qué me ayudó mucho en el humor? El humor tiene más de intelectual, la caricatura gráfica tiene más de intelectual que de dibujo. Ese dibujo uno lo adapta, pero es un vehículo de información muy grande.

“El humor es como un triángulo: el que lo hace, el que lo disfruta y la víctima. Siempre hay una víctima, o sea, de quién tú te ríes. El hombre puede escapar de cualquier cosa menos del ridículo. El humor siempre ha sido un arma.”

Entre los años 1980 y 1990 resultó incluido entre los 100 caricaturistas más importantes del mundo. Manuel ha resultado ganador de numerosos galardones como el Premio de Oro en Gabrovo, Bulgaria; el Nacional de Periodismo José Martí en el 2001, y el Nacional del Humor en 2006, entre muchos otros.

Al preguntarle cómo se define a sí mismo, Manuel respondió sin titubear:

“Yo soy un poco de todo, pero cómo más he trabajado ha sido como humorista. Antes tú decías humorista y la gente no sabía qué era eso. Pero ahora con el tiempo el humor ha ido adquiriendo prestigio.”

Un personaje siempre presente en su obra es la guajira cubana.

Los paisajes cubanos y la figura representativa de la Guajira abundan en la obra de Manuel Hernández. Foto: la autora.
Los paisajes cubanos y la figura representativa de la guajira abundan en la obra de Manuel Hernández. Foto de la autora.

“Lo que tengo dentro es el campo. Además, yo vi que faltaba el campo cubano, porque aquí hay dos culturas: la afro y la campesina. No quise hacer la cosa esa folclórica, sino más bien el hombre integrado a la naturaleza, la lírica que puede tener”, acotó Manuel.

Su incursión en el mundo de la cerámica ha pasado de una afición a convertirse en su día a día.

“La cerámica es como un juego. Yo tiro los colores y después lo que me sugiera lo voy dibujando, siempre dentro de la misma temática.”

Trabajos en cerámica de Manuel Hernández. Foto: la autora.
Trabajos en cerámica de Manuel Hernández. Foto de la autora.

A sus ochenta años Manuel Hernández continúa activo, cosechando éxitos tras pasar por varias facetas del arte. No obstante, a su modo de ver le falta todo por hacer, y afirma que aprende todos los días, porque considera que de aprender no se acabe nunca, sino más bien que siempre se está empezando. (ALH)

Firma presente en los trabajos de Manuel Hernández. Foto: la autora.
Firma presente en los trabajos de Manuel Hernández. Foto: la autora.

Acerca Daniela Pujol Pérez

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