Rafael María de Mendive fue un destacado intelectual cubano del siglo XIX, comprometido con la lucha por la independencia de nuestro país. Nacido en La Habana el 24 de octubre de 1821, Mendive se convirtió en un literato, poeta y educador de vasta cultura, que se destacó por su febril inclinación hacia la poesía y lo bello en general.

Mendive estudió en el Seminario San Carlos y en la Real y Pontificia Universidad de La Habana, donde se graduó en Derecho en 1844. Después de un prolongado viaje al extranjero, que le permitió conocer a figuras de gran renombre político y literario, regresó a Cuba en 1852 y se unió a la Sociedad Económica de Amigos del País. En este período, Mendive se convirtió en un prolífico escritor y poeta, y su casa se convirtió en un centro de reuniones literarias y fervor patriótico.

En 1864, Mendive ocupó la dirección de la Escuela Superior Municipal de Varones, y más tarde fundó el colegio San Pablo, donde se formó uno de sus más destacados discípulos, el Héroe Nacional de Cuba, José Martí. Mendive fue un maestro y mentor para Martí, y le transmitió sus valores de amor a la libertad, decoro, dignidad y justicia.

La casa de Mendive fue un centro de reuniones patrióticas, y en 1869, fue detenido y remitido a prisión en el Castillo del Príncipe, donde estuvo cinco meses. Su colegio San Pablo fue clausurado, y Mendive fue sentenciado a cuatro años de confinamiento en España. Sin embargo, logró escapar a Nueva York, donde continuó alentando la causa separatista y colaborando en varias publicaciones.

Regresó a Cuba en 1878, después del ominoso Pacto del Zanjón, y dirigió el periódico liberal Diario de Matanzas. Continuó escribiendo para importantes publicaciones internacionales, y en 1883, apareció la tercera edición de sus Poesías. Mendive falleció el 24 de noviembre de 1886, en la ciudad de La Habana, y su legado como poeta, educador y patriota cubano ha sido reconocido por generaciones de escritores y pensadores.

La obra lírica de Mendive se caracteriza por su perfección formal y su sentido de la musicalidad, y es considerado un poeta transicional entre la primera y la segunda generaciones románticas. Sus poemas, como «La gota de rocío» y «La oración de la tarde», son ejemplos de su refinada y plena de matices poesía, que refleja una sensibilidad íntimamente cubana. (ALH)

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