Aunque ya es adulta, Claudia no olvida que fue objeto de bullying durante su tránsito por la secundaria básica.

Ocurría cuando, por ejemplo, en el aula al sentarse su saya se pegaba a un chicle puesto adrede en la silla por alguno de sus compañeros.

En las clases de Educación Física, si se descuidaba alguien le bajaba el short y sus espejuelos solían perderse con regularidad.

En su mesa, la basura reinaba, pues más de uno de los integrantes del grupo se la echaba a propósito.

Si bien hoy lo cuenta con naturalidad y en su caso no tuvo mayores consecuencias, el bullying representa un sufrimiento para muchos niños y adolescentes.

Según los especialistas suele presentarse con demasiada frecuencia, de ahí que los padres deban estar atentos a algunas señales que puedan indicar que sus hijos son acosados en el centro escolar.

Entre los síntomas que pueden manifestar están los problemas de memoria, dificultad para concentrarse y bajo rendimiento escolar.

También depresión, dolor de cabeza, ansiedad, irritabilidad, falta de apetito, malestar generalizado, cansancio y sensación de ahogo.

Dificultades para dormir, aislamiento social, apatía e introversión, no querer ir al colegio, ni juntarse con otros niños representan, asimismo, otras señales de alarma.

Llanto incontrolado, respuestas emocionales extremas, miedo a perder el control o a estar solo y hasta, incluso, ideas e intentos de suicidio pueden manifestarse.

La prevención es fundamental para minimizar o reducir sus efectos y en ello desempeñan un importante rol los profesores y los padres o tutores.

Si tu hijo muestra cambios de humor o de comportamiento háblale, confía y cree en lo que te dice.

Combatir el bullying es una responsabilidad de todos y todos podemos hacer algo para evitarlo. (ALH)

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