Regresar al teatro siempre es un grato reencuentro con los actores, las luces, la música y las historias. Si la magia viene acompañada de Teatro Las Estaciones, resulta doblemente feliz y grato ese nuevo acercamiento.
Por eso, formar parte del público en la puesta en escena de Carnaval, Fantasía de amor para actores y figuras en tiempos solitarios, el más reciente estreno de la compañía matancera de teatro para niños, llenó de magia el fin de semana estival en la sala Pepe Camejo, de Matanzas.
En compañía de mi familia disfrutamos el derroche de talento de los actores sobre el escenario. Sin mediar palabras se mezclaron inteligentemente temas clásicos como el amor, los celos, la muerte, la maldad, la avaricia, y también las travesuras y el humor de los personajes.
La música de Saint-Saens, Gabriel Fauré, Robert Schumann y Felix Mendelshonn matizaron la puesta acompañada por las luces y el diseño de vestuario de los personajes. Estos elementos permitieron una total complicidad del público asistente en lo íntimo de la salita de presentaciones de Las Estaciones.
Allí el acercamiento con los actores resulta muy vivencial. Incluso la presencia de Pilar Fernández Melo, diseñadora del cartel de la obra y otras personalidades y críticos de arte, marcaron la presentación de manera especial.
La dirección artística del espectáculo corre a cargo de Rubén Darío Salazar Taquechel, Premio Nacional de Teatro 2020, quien a su vez forma parte del elenco junto a los actores María Laura Germán, Iván García y Yadiel Durán.
Ellos representan a los cuatro personajes de la obra: Colombina y Arlequín (los enamorados), Pierrot (el pretendiente rico sin amor) y Don Pantalón (el ambicioso padre) con los conflictos clásicos de la comedia del arte.
La gestualidad, el trabajo corporal, el teatro de figuras, la danza y el impresionante diseño de vestuarios, muñecos, luces y escenografía de Zenén Calero, Premio Nacional de Teatro 2020, conspiran de manera eficaz con la manipulación de objetos y fusión de técnicas titiriteras de Teatro las Estaciones, para deleite de espectadores de todas las edades.
Los aplausos, en ovación cerrada que duraron minutos, cerraron el telón de Carnaval, Fantasía de amor para actores y figuras en tiempos solitarios, en sus dos fines de semana de puesta para los niños y la familia matancera.
El sueño de Rubén Darío se hizo realidad después de algún tiempo. Cobró fuerza sobre la escena para regalar a los asistentes un espectáculo de luz, color, espiritualidad y sobre todo optimismo en los valores universales, esos que hacen que la vida valga la pena y se tome con seriedad, pero también se convierta en una constante fiesta, como un Carnaval. (ALH)
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