La huella imperecedera de Fidel, surgió desde el mismo instante en que los cubanos descubrieron en él al líder defensor de  los más humildes. Un mar de pueblo salió a recibirlo a lo largo del país, durante el avance triunfal de la Caravana de la Libertad.

Como un canto de esperanza su nombre se hizo eco en las más apartadas geografías. Identificado con la Patria de Martí y la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz será para todos los tiempos el Comandante Invicto de los pobres de la tierra.

Tan temprano como el  23 de enero de 1959,  Fidel viajó a la ciudad de Caracas. El día anterior había ofrecido una conferencia de prensa a 380 reporteros de América Latina, participantes en la “Operación Verdad”. Era necesario revertir la campaña de mentiras montada por el enemigo sobre el ajusticiamiento de los criminales que ensangrentaron a Cuba durante la tiranía batistiana.

Ahora miles de mujeres y hombres venezolanos expresaban su apoyo a Fidel y a la justicia revolucionaria en el aeropuerto de Maiquetía. Era el primer país visitado por  el líder revolucionario luego del triunfo de las armas rebeldes. A la salida del aeropuerto, una manifestación de pueblo congestiona la autopista para saludar su comitiva, a lo largo de los 17 kilómetros que los conduce a Caracas.

Es la espontánea expresión de pueblo que acompañará cada visita o recorrido del Comandante en Jefe dentro y fuera del país.

En el propio seno de la sociedad norteamericana Fidel conquistó la atención de importantes personalidades e instituciones de diversas  manifestaciones y construyó con ellos profundos lazos de amistad y solidaridad.

El 23 de abril de 1959 visitó los Estados Unidos y otros países del continente. Con cierta desaprobación del gobierno norteamericano, correspondió a la invitación realizada por la Sociedad Norteamericana de Directores de Periódicos y otros compromisos de trabajo.

El periplo se extendió hasta el 7 de mayo luego de visitar Washington DC, Princeton, Lawrenceville, Nueva York, Boston, Montreal, Houston, Trinidad Tobago, Sao Paulo, Brasilia, Buenos Aires, Montevideo y Río de Janeiro. De norte a sur llevó la voz de la Revolución Cubana, despertando grandes olas de simpatía y compromiso con la causa cubana.

En Cuba sus constantes visitas a colectivos de trabajadores, centros escolares, cooperativas campesinas, hacían pensar en un doble que le permitían estar allá y aquí de forma casi simultánea.

La celebración del VI Aniversario del Asalto al Cuartel Moncada el 26 de julio de 1959, por primera vez después del triunfo revolucionario,  marcó un hito en la consolidación de la Alianza  Obrero-Campesina.

Más de medio millón de campesinos  llegaron a la capital cubana en camiones y a caballo, con sus machetes en alto para defender la Revolución y expresar su apoyo a la Reforma Agraria.

Para el mes diciembre concluía el primer año de la Revolución con un saldo positivo de profundas transformaciones sociales. Vertiginosamente desaparecían los  privilegios de las clases explotadoras, se combatía el racismo, la desigualdad de la mujer y otras lacras sociales. Una nueva etapa, con iguales oportunidades para todos, se inauguraba en la historia patria.

Ese año, como expresión de los nuevos tiempos, Fidel compartiría el 24 de diciembre la cena de nochebuena con los humildes carboneros de la hasta entonces preterida Ciénaga de Zapata.

Eran sus actos, su compromiso con la verdad, su capacidad para consultar con el pueblo cada decisión, los que alimentaban la confianza absoluta en el líder.

A los que reducen al carisma personal, la capacidad de Fidel para persuadir y convencer a legiones de hombres y mujeres del pueblo, habría que decirles que en todo caso, gozaría de la autoridad carismática que se cimenta cuando se hace acompañar de compromiso, valor y ejemplo personal.

Durante 1960 se incrementaron las medidas de hostigamiento contra la Revolución Cubana. El gobierno norteamericano, con la participación de la reacción interna, diseñó todo tipo de crímenes, sabotajes y medidas para obstaculizar el proceso revolucionario.

A cada medida imperialista no se hacía esperar la respuesta revolucionaria. El cese de la cuota azucarera por los Estados Unidos, es compensado por la venta del dulce a la Unión Soviética. El desabastecimiento de combustible norteamericano es enfrentado con el recibo de petróleo de la nación euroasiática. A la negativa de las refinerías de propiedad norteamericana a procesar  el petróleo soviético, se procedió a la nacionalización de las industrias  norteamericanas radicadas en Cuba.

La compañía de teléfonos, los bienes y empresas de la TEXACO y de la ESSO, la Sinclair y los 36 centrales azucareros propiedad de los Estados Unidos, fueron nacionalizados  el 6 de agosto de 1960.

Aquel día durante la clausura del I Congreso Latinoamericano de Juventudes celebrado en La Habana, Fidel enumeró cada entidad nacionalizada, mientras la multitud reunida en el estadio del cerro respondía-se llamaba. En la ocasión el cantautor colombiano Alejandro Gómez Roa, acompañado de su acordeón interpretó el tema Cuba sí, yanquis no, que devino canción de lucha revolucionaria.

Cuba sí, Cuba sí, Cuba sí, yanquis no,
Cuba sí, Cuba sí, Cuba sí, yanquis no.

Si las cosas de Fidel son cosas de comunista
¡Que me pongan en la lista, que estoy de acuerdo con él!

En septiembre de 1960,  Fidel visita Nueva York para asistir a la Asamblea General de las Naciones Unidas. En el aeropuerto una multitud aguarda durante horas por la llegada del avión que conduce la delegación cubana. Más de 500 policías han sido movilizados para la ocasión y un número de agentes secretos.

Automóviles, ómnibus y camiones llenos de latinoamericanos acompañaron el carro que llevó a Fidel hasta el hotel Shelburne, donde se hospedó. Transcurrida la primera noche la administración del hotel comunicó a la delegación cubana que debían abandonar el hotel.

Decidido a organizar casas de campañas en las inmediaciones de las Naciones Unidas ante las irrespetuosas maniobras del gobierno norteamericano, la delegación cubana  recibió hospedaje en el hotel Theresa, en el barrio de Harlem.

El recibimiento del pueblo norteamericano y la visita en el hotel Theresa, de personalidades como el líder Malcom X y el mandatario soviético Nikita Jhrushov, constituyeron una soberana respuesta a la actitud del gobierno de los EE.UU.

El 26 de septiembre Fidel intervino ante las Naciones Unidas vestido con su traje de campaña. Durante 4 horas y 20 minutos se dirigió al plenario, levantando su voz por los más humildes y por la paz  mundial.

Desde siempre halló en cada país visitado el respeto y el cariño de los pueblos que vieron en Fidel al legítimo representante de las masas oprimidas.

En Cuba, trabajadores, campesinos, estudiantes, soldados, atletas, artistas, científicos y demás profesionales llevan en sí mismos la grandeza de Fidel. El pueblo que dignificó, atesora sus enseñanzas, su ejemplo imperecedero y su confianza inquebrantable en la victoria. (ALH)

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