El 25 de noviembre ha sido designado por resolución de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas como el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
Y si bien es cierto que todos y cada uno de los días del año se debe reclamar este evidente derecho, hoy con más fuerza se patentiza el repudio a esta práctica deleznable, histórica y mundial.
La propuesta de esta fecha para incrementar las acciones fue presentada por la República Dominicana, con el apoyo de más de 60 gobiernos.
El movimiento internacional para acabar con esta tragedia crece en todas las naciones, pero aún son muy insuficientes los resultados, principalmente en países donde predomina el fundamentalismo.
Esta violencia es una de las principales causas de lesiones y discapacidad y entrada para sufrir otros problemas de salud física, mental, sexual y reproductiva. Como característica, tiene consecuencias a largo plazo para las mujeres y sus hijos, y costos sociales para toda la sociedad.
Algo tan elemental como el derecho humano fundamental de las mujeres a vivir una vida libre de violencia, se ve violado cotidianamente, en menor o mayor medida. Sin embargo, muchos sistemas jurídicos y normas sociales toleran o aprueban que los hombres usen la violencia contra las féminas.
Las formas más comunes incluyen la violencia infligida por la pareja y otras formas familiares, la sexual, la mutilación genital femenina y el femicidio, incluidos los asesinatos en defensa del honor y los relacionados con la dote.
Abarca también el tráfico de personas, incluida la prostitución forzada y la explotación económica, y la violencia contra la mujer en situaciones de emergencias humanitarias y conflictos.
Quienes claman por la desaparición de estas actitudes esperan que el día constituya punto de partida para que los gobiernos y la población en general accionen para acabar con la violencia contra la mujer.