En abril de 1862 la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana eligió los primeros académicos corresponsales en Matanzas.
La Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana se fundó el 19 de mayo de 1861. Desde hacía décadas era una aspiración de la comunidad científica habanera, en especial de los médicos. El principal promotor de su creación fue el doctor Nicolás José Gutiérrez, quien, con justicia, fue electo presidente de la nueva institución.
En el discurso de inauguración, Gutiérrez señaló:
“Sensible era a la verdad que en una ciudad rica e ilustrada como La Habana, que figura hoy entre las primeras de los pueblos cultos, y en la que el estudio de las ciencias así físicas como morales ha hecho grandes y rápidos progresos, se haya mirado con tanto abandono la formación de sociedades científicas y literarias. Sensible, es, repito, que siendo el espíritu de asociación uno de los caracteres de la época, y en medio de la franqueza que distingue a los habitantes de esta Isla, y al paso que acuden en tropel con sus fortunas al más ligero llamamiento de una empresa cualquiera, reinara tanto egoísmo respecto de las ciencias y de la literatura, sin que se hayan creado asociaciones dedicadas a su progreso y engrandecimiento”.
Acerca de la necesidad de una Real Academia dedicada a las ciencias, agregó:
“Una asociación médica era de suma necesidad en esta Isla, para emprender útiles y preciosos trabajos, que requieren la reunión de muchas capacidades, largo tiempo y serias lucubraciones; aun no conocemos la topografía médica de este suelo, ni se han estudiado concienzudamente y en gran escala las enfermedades endémicas, que no son pocas, ni las que pertenecen a cada estación, ni las propias y exclusivas de cada localidad; la Botánica, la Zoología y Mineralogía, ramos accesorios, pero no por eso menos provechosos al médico, si no necesarios, se encuentran enteramente descuidados; siendo tanto más de lamentar esta ignorancia en vista de lo que su estudio promete”.
Desde este propio inicio Matanzas estuvo presente en la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana. Cinco médicos yumurinos radicados en la capital participaron en su fundación. Ellos fueron Joaquín García-Lebredo, Juan C. Oxamendi, Juan B. Zayas, Federico Gálvez y Francisco Zayas. El primer académico corresponsal que tuvo la institución también fue un matancero.
Los primeros corresponsales
El primer corresponsal que tuvo la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana fue el botánico matancero Sebastián A. de Morales (1823-1900), nombrado el 4 de abril de 1862. De una vida de leyenda, Morales, aunque nacido en La Habana, siempre estuvo muy ligado a la Atenas de Cuba, ciudad donde desarrolló toda su labor científica. Se destacó además por ser un apasionado defensor de la independencia de Cuba. Fue electo, además, como Académico de Mérito el 12 de diciembre de 1897.
Como segundo corresponsal de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana en Matanzas fue escogido, el 1 de junio de 1862, José Ramón de la Paz y Morejón (¿?-1867). Era en realidad corresponsal en Guamutas, localidad del hoy municipio Martí. Sobresalió como coleccionista y estableció relaciones con museos de Cuba y de otros países. Publicó artículos en varias revistas científicas.
El tercer lugar le correspondió, el 2 de marzo de 1863, a Hipólito Huan (¿?). Sobre esta figura existen pocos datos hoy, pero debe tratarse de José Hipólito Huan y Cardoret. Este aparece, en la Guía de Forasteros de 1859, como médico en Matanzas.

A partir del 28 de marzo de 1863, la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana contó con tres nuevos corresponsales en Matanzas. Ese día fueron aprobados con esa condición los médicos Bonifacio Carbonell Padilla, Pedro M. Cartaya García y Francisco de Paula Grima. Los dos primeros como corresponsales en Matanzas y el último en el poblado de Cidra.
Bonifacio Carbonell Padilla (1813-1885) estuvo entre los primeros médicos matanceros graduados de la Universidad de La Habana. Ejerció durante largo tiempo y hasta avanzada edad, por lo cual se le consideró el “decano” del gremio en la ciudad. Al morir, varias publicaciones científicas cubanas hicieron constar su duelo por el suceso.
Pedro María Cartaya García (1828-1898) fue un médico muy reconocido en Matanzas. Gozó de gran prestigio por su labor profesional e investigativa, de la cual dejó evidencias en artículos y libros. A partir de 1885 fue el galeno de mayor tiempo de ejercicio en la ciudad. Emigró debido a sus ideas políticas en favor de la independencia y murió fuera de Cuba.
Francisco de Paula Grima (1815-1889) nació en España y se radicó en Cidra. Desde ese lugar desarrolló toda su obra científica. Colaboró con varios periódicos y revistas de La Habana y Matanzas. Durante décadas fue médico en ingenios y haciendas. También fue protector y defensor de la enseñanza para todos los niños.
Francisco de Paula Grima, un médico y académico español en Cidra
La presencia de estos corresponsales demuestra el prestigio que había alcanzado el desarrollo científico matancero antes de 1868. Cabe destacar que, entre los diez primeros corresponsales nombrados por la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana entre 1862 y 1863, había nueve cubanos y un norteamericano. Seis de esos cubanos radicaban en Matanzas: los mencionados naturalistas Sebastián A. de Morales, José R. de la Paz y Morejón e Hipólito Huan, así como los médicos Bonifacio Carbonell, Pedro M. Cartaya y Francisco de P. Grima.
De la nueva hornada
Tras la Guerra de los Diez Años la ciencia matancera, y la cubana en general, debió recomponerse y asumir los estragos causados por la conflagración. La crisis económica que le siguió afectó de forma considerable la industria azucarera, principal sostén productivo de la provincia. En ese contexto, comenzó a destacarse una nueva hornada de jóvenes médicos, a los que se les nombró corresponsales de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana.
El primero en poseer tal distinción fue José Eduardo Díaz Martínez (1854-1911), electo el 25 de enero de 1891. En ese momento era una joven promesa de la medicina cubana, con artículos científicos en revistas de la capital. También sobresalió como profesor del Instituto de Segunda Enseñanza y como autor de libros de texto para el aprendizaje de las ciencias naturales.
Le siguió Domingo L. Madan Bebeagua (1856-1898), electo corresponsal de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana en Matanzas, el 26 de abril de 1891. Para la fecha ya Madan poseía publicaciones relevantes y un vinculo estrecho con instituciones habaneras, como el Laboratorio Histo-Bacteriológico e Instituto de Vacunación Antirrábica. Madan fue muy célebre por su labor benefactora al frente del Dispensario de Niños Pobres de la ciudad.

Otro corresponsal que tuvo la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana en Matanzas, fue José Antonio Valdés Anciano. Su elección se efectuó el 13 de junio de 1897. Valdés Anciano laboraba en esa fecha en los hospitales de la ciudad, aunque poco después comenzaría a destacarse por su dedicación a la neurología. Llegó a ser reconocido internacionalmente en esa especialidad. Fue un destacado profesor de la Universidad de La Habana.
José Antonio Valdés Anciano: gloria matancera de la neurología
Además de los mencionados, el 12 de diciembre de 1897 se eligió corresponsal de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, al médico Manuel Zambrana Navia (1839-1910). Fue el último matancero en merecer ese honor durante el siglo XIX. Era mucho mayor que los tres mencionados anteriormente, pero con una obra científica consolidada tras décadas de ejercicio en la ciudad. Se destacó por la defensa sistemática de la vacunación y como director del Hospital Civil de Matanzas.
Hay que añadir los nombres de dos científicos matanceros que fueron corresponsales de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, pero que no estaban radicados en Matanzas. Uno de ellos fue el destacado médico Juan Guiteras Gener (1852-1925), sobresaliente epidemiólogo y patriota, electo corresponsal en Filadelfia, Estados Unidos, el 14 de diciembre de 1879. También lo fue el agrónomo Juan Bautista Jiménez y González-Quevedo (1837-1906), corresponsal de la institución en Cruces, Cienfuegos, electo el 13 de febrero de 1887.
Estos fueron los matanceros que, en el siglo XIX, alcanzaron el alto honor de ser corresponsales de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana. La gran mayoría fueron médicos y todos supieron poner en alto el prestigio de la ciencia en Matanzas. (LLOLL)