El médico Pedro M. Cartaya fue una de las personalidades más relevantes de la medicina matancera en el siglo XIX.

Existe controversia en torno al lugar de nacimiento de Pedro María Cartaya García, hecho que ocurrió el 29 de junio de 1828. Para algunos historiadores sucedió en un lugar llamado Río del Aura, inmediato a Bainoa. El erudito matancero José Augusto Escoto defendió que fue en un lugar de nombre similar, ubicado cerca de Bolondrón. Otros consideran que sucedió en una finca propiedad de su padre, cerca de la ciudad de Matanzas.

Estudió en la escuela del célebre maestro matancero Ambrosio González. En ese colegio dio clases de aritmética con 14 años. Dos años después inició estudios mayores y en el segundo año fue nombrado Preparador de Física y Química. Se graduó de Bachiller en Artes en 1848.

Un médico en Matanzas

Muy joven viajó a Francia en 1850 para estudiar medicina. El 25 de mayo de 1855 se graduó de doctor en Medicina y Cirugía, con la investigación Vómitos incontrolables durante el embarazo, su tratamiento, especialmente desde el punto de vista del aborto inducido. Esta tesis se publicó en París ese mismo año. De regreso a Cuba, revalidó su título en la Universidad de La Habana el 12 de diciembre de 1855.

De regreso a su patria, Pedro M. Cartaya comenzó a ejercer como médico. Recibió la habilitación legal como facultativo en 1863.  Apenas graduado practicó una gran operación en Matanzas, al extirpar un enorme fibroma en la matriz uterina de una señora de apellido Interián.

En la Atenas de Cuba dio a conocer el libro Excursión higiénica por Matanzas (1860). En reconocimiento a su labor científica, fue electo corresponsal en Matanzas de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana el 28 de marzo de 1863. También estuvo entre los socios facultativos de la Sección de Ciencias del Liceo de Matanzas. En esta institución presentó el trabajo “Sobre el uso y efectos del sulfato de quinina en el cólera morbo asiático” (1868).

Foto de Pedro María Cartaya publicada en la revista Higiene, en 1893. Archivo del autor.

Se desempeñó como médico en los hospitales Santa Isabel y San Nicolás, de la misma ciudad. El 5 de noviembre de 1865 publicó en el periódico Aurora del Yumurí, el artículo titulado “Salubridad”. En este período inicial de su desempeño como médico, ejerció una gran influencia educativa sobre Juan Guiteras, por entonces un niño y más tarde figura relevante de la medicina cubana.

Emigró a Barcelona en 1870, Durante la Guerra de los Diez Años. En esta ciudad fue médico auxiliar de la Junta Provincial de Sanidad y Vocal asociado de la Junta Municipal. Después pasó a Francia para profundizar sus estudios. En Montpellier estudió las operaciones de fístulas besico-vaginales.

Un resultado importante de su labor fue la memoria Tratamiento del hidrocele por el drenaje (1873), aprobada por la Sociedad de Medicina y Cirugía Práctica. Este trabajo se publicó en la revista Crónica Médico-Quirúrgica de La Habana y en el Courrier Medical. En la Sociedad Médica de Emulación, también de Montpellier, expuso el informe titulado “Sobre los efectos del tabaco en la tisis pulmonar” (1874). En esta etapa fue electo miembro corresponsal de la Academia Nacional de Medicina y Cirugía de Cádiz, donde dio a conocer “Un caso de inclusión fetal en la placenta” (1875).

Una vez de vuelta a Cuba, Pedro M. Cartaya mantuvo un activo quehacer investigativo. Integró en 1879 la Junta de Información ante la Comisión de los Estados Unidos para el estudio de la fiebre amarilla en Matanzas. Fue médico examinador de la compañía de seguros New York Life Insurance Co. desde 1880. Trabajó como vocal del jurado en la Exposición de Matanzas de 1881. Sobre este evento escribió “Informe comparativo sobre los aparatos herniarios” (1881).

El 14 de marzo de 1880, en las páginas del periódico Diario de Matanzas, apareció un “Informe” que Pedro M. Cartaya elaboró, junto a los médicos Esteban Llorach, Félix de Vera y José Elías Jiménez. En este se demostró la calidad del proceso de vacunación contra la viruela que se realizaba en la ciudad. También se editó como libro: Informe emitido por los Dres. Llorach, Cartaya, Vera y Jiménez sobre la vacuna (1880).

Anuncio en el Diario de Matanzas, 11 de septiembre de 1880. Archivo del autor.

Ese mismo año y también en el Diario de Matanzas, publicó “Rápida excursión higiénica por Matanzas”. En esta monografía, dividida en tres partes, abogó por realizar mejoras sustantivas en las condiciones higiénicas de la ciudad, como única garantía de mantener la salud de sus habitantes.

A partir de 1885, Pedro M. Cartaya comenzó a ser considerado el “Decano de los médicos de Matanzas. El 7 de junio de ese año falleció Bonifacio Carbonell Padilla, hasta ese momento el de más tiempo en ejercicio en Matanzas, pues se graduó en La Habana en 1834. Esa condición la “heredó” el doctor Cartaya. Después se radicó durante un tiempo en La Habana y estableció su consulta en la calle Reina. Varios anuncios en la prensa de la época dan fe de este dato.

Anuncio en el Diario de la Marina, 4 de julio de 1889. Archivo del autor.

Entre los trabajos más reconocidos de Pedro M. Cartaya en esta etapa estuvo Un caso de fístula biliar cutánea con expulsión y evulsión de cálculos por la colecistotomía (1886). Se publicó en la Crónica Médico-Quirúrgica de La Habana y en la Revue Internationale des Sciences Médicales.

Se realizó, además, una edición en Matanzas en forma de libro. En la carta, insertada como introducción, el también médico matancero Eduardo Díaz Martínez, declaró que era un ensayo “…interesantísimo bajo el punto de vista científico y literario, y digno por muchos más conceptos de figurar en un folleto aparte…”.

Portada del libro Un caso de fístula biliar cutánea… (1886). Archivo del autor.

En el Diario de Matanzas se elogió el proceder quirúrgico explicado en esta obra:

“Es la primera vez en Cuba que la Cirugía lleva su audacia hasta penetrar por el vientre al profundo domicilio de la bilis y sorprender en él esas misteriosas producciones que la organización encierra en el seno de nuestras entrañas, y este acontecimiento entre nosotros nos lena de satisfacción, porque demuestra laudablemente que nuestros hombres de ciencia pugnan siempre por colocarse al nivel de los que, en el extranjero, luchan infatigables por el progreso humano. ¡Bien por el Dr. Cartaya!.»

La revista habanera La Enciclopedia, lo consideró “…un trabajo que honra a la Medicina cubana”. Acerca de su autor expresó que era un “…reputado médico de Matanzas…” y lo consideró un “…distinguido compañero…”. Los cálculos extraídos en esta operación fueron donados por Pedro M. Cartaya al museo de la institución. Así fue recogido en los Anales de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana,

Cálculos biliares donados por Pedro M. Cartaya al museo de la Real Academia. Archivo del autor.

Del propio año 1886 es otro de los trabajos que insertó en las páginas de la Crónica Médico-Quirúrgica de la Habana: “Tratamiento quirúrgico de las convulsiones reflejas de la dentición”. En la misma revista se publicó en 1889 el reporte “Cuerpo extraño del recto; paso de este a la vejiga; muerte”.

Fue miembro corresponsal de la Sociedad de Estudios Clínicos de La Habana. En la revista de esta institución, apareció su “Estudio clínico de la enfermedad del Dr. Llorach” (1888). Se desempeñó como vocal del jurado en los Juegos Florales del Liceo de Matanzas en 1888.

 

En 1887 Pedro M. Cartaya estaba nuevamente instalado en Matanzas. Fue nombrado médico del Hospital de Mujeres San Nicolás, en julio de 1892. Estuvo entre los presidentes honorarios de la Sección VII Obstetricia, del Congreso Panamericano de Medicina, celebrado en Washington en septiembre de 1893. En enero de 1896 fue electo vocal de la Comisión Provincial de la Asociación de la Cruz Roja en Matanzas.

Tuvo un destacado papel en la fundación del Centro Médico de Matanzas en 1892. El 13 de noviembre, en las elecciones para elegir la directiva de la nueva institución, se le escogió de forma unánime como Presidente de Honor. En el acto de inauguración, el 8 de diciembre, pronunció un discurso, que después se publicó por la Imprenta La Propaganda en 1893. En la noticia ofrecida por el Diario de la Marina, se lee:

“(…)el Dr. D. Pedro M. Cartaya, decano de los médicos matanceros, antiguo profesor de muchos de ellos y Presidente honorario del Centro, leyó un notable trabajo científico que fue unánime y calurosamente aplaudido.»

Sobre su valor como hombre de ciencia, señaló el médico Federico Grande Rossi en 1893:

“Su amor a la ciencia aplicada, práctica, ha tenido por inmediata consecuencia el estudio de los grandes problemas que han revolucionado la ciencia actual y por consiguiente, ha reforzado con el estudio asiduo de los modernos adelantos sus conocimientos anteriores. Y esto es digno de las mayores alabanzas porque, discípulo de la vieja escuela médica, hija de la observación clínica, ha comprendido la necesidad de estudiar y aceptar las modernas investigaciones experimentales. No se ha encerrado en la terca indiferencia al progreso científico(…).»

Entre sus méritos extraordinarios como cirujano se destacó que fue el primer cubano que practicó la laparotomía y que realizó una colecistotomía. Se hizo célebre su proceder para la extracción de un feto a término por el recto, producto de un embarazo extrauterino.

Hombre de ciencia y patriota

La familia Cartaya, además de poseer renombre por los médicos y abogados que la integraron, también fue dueña de fábricas de azúcar en territorio matancero. El propio Pedro M. Cartaya fue propietario del ingenio Caridad, también llamado Cartaya, cerca de Cidra y del ingenio Fumero, en Unión de Reyes. El vínculo familiar con la actividad agrícola le motivó a ingresar, mientras estaba en Francia, en asociaciones científicas de ese perfil. Lo hizo en la Sociedad Zoológica de Aclimatación de París y en la Sociedad de Horticultura del Sena. Esta última publicó, de su autoría, una Memoria sobre el cultivo del café en Cuba (1854).

Durante la Guerra del 95, Pedro María Cartaya se trasladó a Cayo Hueso, acusado de esconder en su casa a Gerardo Domenech, destacado revolucionario matancero. En el exilio le sorprendió la muerte, producto de un ataque cardíaco, el 7 de enero de 1898. Sus restos fueron trasladados a Matanzas.

El 23 de enero de 1898, en sesión pública ordinaria, el secretario de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, dio

“…cuenta de la muerte del ilustre Académico corresponsal, Dr. D. Pedro Cartaya, (de Matanzas) el cual tuvo que abandonar el país por motivos políticos. La Academia acuerda que en el acta conste el pesar que la corporación experimenta al verse privada de los trabajos y esfuerzos del ilustre desaparecido”.

Este fue otra corona de gloria para Pedro M. Cartaya, una de las personalidades más relevantes de la medicina matancera en el siglo XIX.(LLOLL)

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