Uno de los grandes educadores de la historia de Matanzas fue Miguel Garmendía Rodríguez.

Miguel Garmendía Rodríguez llegó a la vida en el pueblo de Recreo, hoy Máximo Gómez, el 8 de mayo de 1862. Desde muy pequeño conoció la adversidad, pues quedó huérfano de madre a los cuatro años y de padre a los 13. Él y sus hermanos pasaron entonces a la ciudad de Matanzas, donde una familia cercana los acogió y educó con afecto. Cursó los primeros estudios en tres colegios. Primero en El Progreso, de Antonio Faus y Francisco Valdés Rodríguez. Después en La Unión, dirigido por Ramón Fernández Bárcena. Por último, en el que estableció José de la Cruz Muñoz, donde se inició en la noble de tarea de educar a sus condiscípulos. Alcanzó el grado de Bachiller en 1877, en el Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas.

A los 17 años comenzó a impartir clases, de forma oficial, en la escuela de la Sociedad Thalía, después Ateneo de Matanzas, gracias a una plaza que le asignó el director de la institución, Don Carlos del Sol. Comenzó entonces una extensa carrera, que se prolongó por varias décadas. Trabajó como maestro de diferentes colegios privados. Fue el caso de Nuestra Señora del Carmen, de Carmen Pulido. También en El Siglo, de Humberto Molina, y en El Amigo de la Infancia. En El Siglo compartió tareas con Domingo Russinyol Molins, otro grande de la educación matancera, a quien lo unió desde entonces una fraterna amistad. Estuvo entre los fundadores, en 1883, de la Institución Libre de Enseñanza en Matanzas, proyecto que duró muy poco tiempo.

En 1884 participó en el Congreso Pedagógico de la provincia de Matanzas, primero que se realizó en Cuba. En este evento disertó acerca del tema: “¿Cuáles son los medios que han de emplear se para obtener una numerosa y puntual asistencia a las escuelas, tanto urbanas como rurales?”. Fue inspector de Instrucción Pública en Matanzas y presidente de la Junta de Educación de la ciudad, en 1900. En 1912 se graduó de Doctor en Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana. También estuvo en el Primer Congreso Nacional del Niño, celebrado en La Habana en 1928.

Texto publicado en la revista Cuba y América, en 1904, tras el nombramiento de Miguel Garmendía como Superintendente de las Escuelas de Cuba. Archivo del autor.

Desarrolló una ardua labor como profesor del Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas. En 1892 se le nombró Profesor Auxiliar Interino de la Sección de Letras, plaza que ocupó de forma oficial en 1898. Al año siguiente se le designó catedrático de la Clase Popular de Gramática Castellana. También fue Vicedirector del Instituto entre 1900 y 1902. A partir del curso 1920-1921 ocupó la Cátedra de Estudios Generales. En este prestigioso centro impartió varias asignaturas, entre ellas Retórica y Poética, Gramática Castellana, Literatura Castellana, Literatura Histórica y Psicología, Lógica y Ética.

Colaboró en los tres tomos del Manual o Guía para los exámenes de maestros cubanos publicados en 1902.  Impartió conferencias sobre Métodos de Educación en las Escuelas Normales de Verano efectuadas en La Habana y Matanzas. Entre 1902 y 1904 fue Superintendente de Escuelas de La Habana. Después fue nombrado Superintendente de Escuelas de Cuba. En la revista La Instrucción Primaria pueden consultarse las circulares que envió a los maestros desde esa alta responsabilidad. Recogen parte importante de su pensamiento educativo. Fue autor de los cursos de estudios para las escuelas primarias, que estuvieron vigentes largo tiempo a partir de 1905.

Acerca de esta etapa de su vida escribió Adolfo Dollero:

“Circulares, programas, reglamentos, etc. fueron obra del Dr. Garmendía, y sin embargo cuando se trató de mezclar la política con la enseñanza, prefirió renunciar el alto, puesto que desempeñaba, considerando que la segunda está muy por encima de la primera”.

Cuando dejó de ser Superintendente de las Escuelas de Cuba, Miguel Garmendía Rodríguez envió a la prensa la siguiente nota de despedida:

“Al cesar en el cargo Superintendente de las Escuelas de Cuba, no puedo menos que enviar mi más afectuosa despedida a la noble legión de maestros, encargada de educar a la niñez cubana. Me limito a recomendarles amor inagotable a la obra emprendida y gran fe en la eficacia de los esfuerzos que realicen. ¡Quiera Dios que los maestros, mis muy queridos amigos, conserven y propaguen ese amor y esa fe, sólidas bases de la regeneración social y política que debemos desear todos para la patria! Habana 27 de Marzo de 1905”.

A lo largo de su vida Miguel Garmendía Rodríguez recibió múltiples homenajes. El Ayuntamiento de Matanzas lo declaró Hijo Adoptivo de la ciudad. A su vez, el Cuerpo de Bomberos le otorgó la distinción de Miembro Honorario por servicios especiales. Formó parte del Ateneo de Matanzas, de la Sociedad de Escritores, de la Asociación Cívica Cubana y también de la Sección de Literatura del Liceo de Matanzas, del cual llegó a ser secretario. Fue miembro correspondiente en Matanzas de la Academia Nacional de Artes y Letras. Perteneció a la Asociación de la Prensa de Cuba. Ejerció como vocal de la Fundación Luz y Caballero.

Poema de Miguel Garmendía, publicado en la revista matancera El Pensamiento, 1879. Archivo del autor.

Colaboró en Álbum de las Damas, El Pensamiento, El Ramillete, El Club de Matanzas, El Álbum, El Ateneo, El Estudiante, El Liceo de Matanzas, Revista Matancera, La Región, Revista Histórica, Crítica y Bibliográfica de la Literatura Cubana, entre otras revistas y periódicos. En 1894 fue secretario de redacción de Ciencias y Letras, revista del Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas. Fue autor de las novelas Almas perdidas (1886) y Sol de otoño. Memorias de una matancera (1893). Escribió poesías, que quedaron recogidas en el periódico Diario de Matanzas y en el Almanaque de El Álbum (1888).

Fue un prolífico autor de textos para la enseñanza de diversas asignaturas. Entre los libros que publicó Miguel Garmendía Rodríguez estuvo Compendio de geografía universal (1888), que tuvo otras ediciones en 1895 y en 1901-1902, en dos tomos. También fue autor de Breves nociones de geografía de España y sus colonias (1892). Fue autor de Manual práctico de ortografía castellana (1895), reeditado en 1906. También de Lecciones de literatura preceptiva o retórica y poética (1888), que se volvió a editar en 1893 y 1913. Otro de sus libros de texto, Resumen de gramática castellana (1889), editado nuevamente en 1894, 1900, 1903, 1904 y 1912.

Portada del libro Curso elemental de gramática castellana (1907). Archivo del autor.

Acerca del Curso elemental de gramática castellana (1907), comentó Juan M. Dihigo en 1916:

“La claridad en la exposición hace recomendable la obra, confirmada aquella por el tino, con que ha sabido elegir el Dr. Garmendía sus ejemplos, entre los que aparecen algunos de nuestros más conspicuos escritores. El Dr. Garmendía que conoce a conciencia tanto la gramática como la literatura española, aprovecha la coyuntura que se le presenta para realzar la personalidad literaria de Cuba, en la persona de sus hijos más esclarecidos”.

Propaganda del Colegio Miguel Garmendía en 1953. Archivo del autor.

Tras una vida dedicada a la educación, Miguel Garmendía Rodríguez murió en La Habana el 19 de abril de 1947. Años después se fundó en Matanzas el Colegio Miguel Garmendía, inspirado en la obra de quien fuera, al decir del erudito cubano José María Chacón y Calvó, “Maestro de dos generaciones cubanas”. (LLOLL)

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