Reconocido como químico y profesor universitario, Joaquín Fabián de Aenlle y Monjiotti fue un destacado masón y defensor de la independencia de Cuba.

El poblado de Jibacoa, cerca de La Habana, fue el lugar donde nació el 20 de enero de 1825. Fue aventajado discípulo del destacado químico español José Luis Casaseca.

Estuvo entre los primeros graduados de farmacia en la Universidad de La Habana. Alcanzó el título de licenciado en 1847 y el de doctor un año después.

Desde entonces se desempeñó como catedrático de la especialidad y profesor de Farmacia Químico-Inorgánica. En esta institución fue, además, bibliotecario y decano de la Facultad de Farmacia.

También fue profesor en el Colegio San Pablo, dirigido por Rafael María de Mendive, donde impartió clases a José Martí.

Estuvo entre los fundadores de la Real Academia de Ciencias Físicas, Médicas y Naturales de La Habana, el 19 de mayo de 1861. Integró además la Sociedad Económica de Amigos del País y el Liceo Artístico y Literario de La Habana.

Su libro, Apuntes para el estudio de las aguas minero-medicinales de la isla de Cuba, y relación de todos los análisis que de las mismas se han practicado hasta la fecha (1866), aún no ha sido superado.

Dedicó varios trabajos a la química orgánica y a las propiedades de la flora medicinal cubana. Estudió con profundidad el uso del bisulfito de cal en la elaboración de azúcar y aconsejó que no se utilizara.

Se destacó como editor de revistas científicas, como Floresta Cubana y La Emulación. Publicó artículos en El Artista, en las Memorias de la Sociedad Económica y en los Anales de la Real Academia de Ciencias de La Habana.

Como numerosos patriotas cubanos de la época, fue un destacado masón. Estuvo entre los creadores de la logia Gran Oriente de Cuba y las Antillas (GOCA), en la que ocupó el segundo puesto en su jerarquía.

Fue un activo conspirador en los preparativos de la Guerra de los Diez Años. Incluso, recibió en La Habana a emisarios de la Junta Revolucionaria de la Isla de Cuba.

Debido a sus problemas de salud no pudo incorporarse a la lucha revolucionaria y murió pocos meses después de iniciada la contienda, el 1 de agosto de 1869, con 44 años.

A manera de permanente homenaje, uno de los siete medallones conmemorativos que decoran el Aula Magna de la Universidad de La Habana recuerda su rostro.(LLOLL)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *