Como reflejo de la vida política, económica y social de la provincia, el Diario de Matanzas es una fuente de consulta obligada para los investigadores. Uno de los aspectos más desconocidos es la presencia de la ciencia.

El 1 de octubre de 1878 salió a la luz en Matanzas el primer número del Diario de Matanzas. El subtítulo con el que nació: “Periódico político, literario y de intereses generales”, fue sustituido el 17 de diciembre del propio año por la frase: “Periódico liberal”. Su fundador fue Alberto Ortiz Coffigny, junto al editor Francisco S. Ibáñez. El primer director fue Bernabé Maydagán.

Desde sus inicios se declaró defensor de la doctrina liberal, aunque con cierto nivel de independencia, lo cual determinó unas tensas relaciones con la Junta Provincial del Partido Liberal (Autonomista). El 16 de diciembre de 1878, apenas dos meses y medio después de su fundación, la directiva de ese partido determinó que el periódico dejaba de ser su “órgano oficial”.

El 17 de diciembre de 1878 asumió la dirección del Diario de Matanzas el conocido poeta y pedagogo Rafael María de Mendive, cargo que desempeñó hasta el 12 de marzo de 1879. También se destacó la publicación, el 26 de enero de 1879, de una reseña del entierro del poeta Alfredo Torroella, donde apareció parte del discurso pronunciado por José Martí en esa ocasión.

En el artículo programático “Diario de Matanzas. Condiciones materiales”, publicado en el primer número, se expresó que saldría todos los días de la semana, excepto los lunes. Acerca de la distribución de las materias, se planteó que en la segunda y tercera páginas aparecerían lecturas sobre asuntos científicos.

Numerosos textos científicos fueron publicados en las secciones tituladas “Ciencia”, “Ciencias” o “Sección científica”, pero sobre todo en “Variedades” y “Gacetillas”. También lo hicieron en apartados muy específicos, como “Arqueología”, “Literatura”, “Crítica literaria” o “Folletín”.

Los temas tratados fueron muy variados, con énfasis en los vinculados a la producción agrícola cubana, tanto de forma general como de la agroindustria azucarera en especial. En relación con la tecnología, se destacó el tratamiento a los puentes de la ciudad.

En menor medida se abordaron temáticas relacionadas con la medicina y la higiene, la educación, y las ciencias naturales y sociales. Llama la atención la poca presencia de materias tan importantes como la ganadería, la microbiología, la química y la farmacia.

Como era usual en la época, se publicaron artículos científicos tomados de publicaciones extranjeras de Francia, Estados Unidos, México, España e Inglaterra. Entre ellas Journal des Fabricants de Sucre, Herald, La Naturaleza, La Industria y Pall Mall Budger. De Cuba sobresalió la Revista de Agricultura del Círculo de Hacendados de la Isla de Cuba.

El célebre astrónomo francés Camilo Flammarion, famoso por su labor de popularización de la ciencia, estuvo entre los autores extranjeros con trabajos publicados en las páginas del Diario de Matanzas.

Entre los cubanos estuvieron Antonio Bachiller y Morales e Idelfonso Estrada y Zenea. Se publicaron, además, un buen número de escritos del reconocido erudito matancero Francisco Jimeno, casi siempre con su pseudónimo K.

También colaboraron personalidades matanceras que comenzarían a sobresalir después de 1878. Es el caso de los médicos José I. Torralbas, Benito Bordas y Julio Ortiz Conffigny, el meteorólogo Juan F. Buigas, el ingeniero y arquitecto Pedro Celestino del Pandal, así como los agrónomos Juan B. Jiménez y Gabriel de Castro Palomino.

El Diario de Matanzas, cuya colección se atesora en la Biblioteca Provincial Gener y Delmonte, es un tesoro de nuestra historia local. ( LJR)

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