A principios del mes de diciembre del 2024, las redes sociales viralizaron un video en la Bahía de Matanzas.
Las imágenes mostraban un animal de gran porte, cuya definición sobre especie y sexo abrió el debate en las plataformas digitales. Muchos internautas aseguraron el avistamiento de un cachalote.
«No se han encontrado en otras ocasiones este tipo de animales acá. Como empresa nunca antes habíamos tenido suceso así. A través del video es muy difícil distinguir a ciencia cierta de qué especie se trata, de ahí las conjeturas sobre un posible cachalote. No existe otro antecedente de este avistamiento», resaltó Nathaly Arzuaga Rosales, especialista de Conservación en la Empresa Flora y Fauna Matanzas.
Tal controversia, incluso, ha generado criterios de biólogos y especialistas.
«La bahía de Matanzas es poco propicia para el ambiente donde habita y existe el cachalote. Esta es una zona industrial donde hay mucho ruido oceánico y gran parte de la actividad de estos animales como la socialización y la propia alimentación depende de las ondas sonoras», destacó.

Definido científicamente como Physeter macrocephalus, el cachalote es un mamífero gigante que suele formar bancos de entre 15 y 20 individuos, mayormente hembras y crías que permanecen en aguas tropicales. No obstante, los machos viven en solitario y migran a latitudes más altas. Su presencia es extendida por casi todo el planeta.
«El cachalote es una especia que caza, como mínimo, a 600 metros de profundidad. De ahí que la bahía matancera tampoco es ideal para sus hábitos naturales. Es una ballena dentada. Los machos pueden llegar a medir hasta 20 metros de longitud y pesar hasta 45 toneladas. Normalmente es de color gris o marrón oscuro con la presencia de algunas manchas en la superficie ventral. Son fáciles de reconocer por la forma de la cabeza, que puede representar hasta un tercio del largo de todo el animal. Además, poseen una mandíbula superior muy grande con respecto a la inferior, más pequeña y alargada».

Si bien la bahía yumurina no reúne las condiciones idóneas ni referencias documentales sobre estos sucesos, no es desestimable por completo su ocurrencia.
«No existe un historial ni se estudia de modo usual este tipo de mamíferos en Cuba, ya que no hay mucha documentación. El hecho de que un animal así haya llegado hasta un sitio como la Bahía de Matanzas supone una preparación futura para comprender los hábitos de estos animales y la biología marina que coexiste en nuestras aguas», añadió Arzuaga Rosales.
Ante los cambios cada vez más habituales en las corrientes marinas y patrones migratorios es estas especies, la preparación investigativa y de conservación se erige como un objetivo común entre la comunidad científica y la población ante futuros avistamientos.