El 4 de agosto de 1912 nació una de las figuras más notables de las letras cubanas e hispanoamericanas. Escritor, ensayista, poeta y dramaturgo, Virgilio Piñera Llera es un creador de todos los tiempos.

Con una personalidad contradictoria, odiado por algunos, amado por otros, pero admirado en todo el Orbe, Virgilio dejó huella indeleble en la literatura mundial.

La historia de su vida

Cuentan que su niñez fue agitada y envuelta en constantes viajes.

Fue Cárdenas su ciudad natal, Camagüey quien le abrigó unos años y La Habana, la que le vio labrarse un camino en el mundo de las letras.

En 1937 ingresó en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Habana con matrícula gratis, y tres años después obtuvo el título de Doctor en Filosofía y Letras.

Viajó por toda América Latina, Estados Unidos y Europa. Parte importante en su vida fue Argentina, país donde vivió una larga temporada, entre 1946 y 1958.

En Buenos Aires, Argentina. Foto tomada de Ecured

Sobre Virgilio, el poeta y novelista Pablo Armando Fernández refirió: “Poseía una personalidad contradictoria. Fue una persona noble, bastante ingenua, que no tiene mucho que ver con ese personaje terrible y diabólico que muchos han querido presentar».

El legado de Virgilio

«El grito mudo» es el paradójico título del primer poema de Virgilio, «Clamor en el penal» su pieza teatral primigenia, y «Las Furias»,  el inicio de reconocimientos y elogios.

Entre sus libros de relatos sobresalen «Cuentos fríos» (1956), «Un fogonazo» (1967) y «Muecas para escribientes» (1968).

Poemas, cuentos, novelas y un número significativo de trascendentales obras de teatro, dan fe del talento desmedido de Virgilio.

Dramaturgo innovador, desde «Falsa alarma», considerada temprana manifestación de teatro del absurdo, hasta «Dos viejos pánicos», una muestra personal de teatro de la crueldad.

Con su «Electra Garrigó» de 1948, «una evasión de nuestra realidad» según la definiera su autor, el teatro cubano inauguró la modernidad.

A partir del mito helénico, la obra piñeriana se reconfiguró y demostró su valía al combinar coherentemente lo culto y lo popular, aunque ciertamente resultó incomprendida por la crítica de entonces.

Ferviente innovador teatral, Virgilio introdujo en la escena cubana elementos de fuerte sentido grotesco vinculados con las concepciones del teatro de la crueldad. Prueba de ello son piezas como La boda, El flaco y el gordo, o Dos viejos pánicos, esta última laureada con el Premio Casa de las Américas en 1968.

A pesar de que la crítica no ha sido su faceta creativa mejor difundida, también la ejerció de manera vehemente y ejemplar.

A 110 años de su natalicio el legado de Virgilio se mantiene perenne en el tiempo. Sus obras teatrales siguen recibiendo ovaciones sobre las tablas y sus poemas ganando adeptos. Es Piñera un escritor de referencia obligatoria dentro de las letras cubanas, un creador de todos los tiempos.

 

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