Las leyendas son narraciones que se cuentan de generación en generación y que hablan de seres trascendentales. Eso es Gigi Buffon en su esencia. Un hombre que decidió ponerse los guantes de arquero y le dio un sentido nuevo a la palabra.
Confianza, lealtad, entrega, liderazgo. Conceptos vagos que unidos en una misma persona se convierten en inmortalidad. Contó su historia con la Juventus y con otros clubes, su Parma de origen y sus pasos finales, pero esencialmente fue del mundo. Y de Italia. Campeón del planeta en 2006 recibiendo solo dos goles e inspirando a una generación a querer más, a soñar más.
Su historia en la cancha quedó levemente inconclusa, porque le faltó ganar la Champions. Lo intentó y el arco sabe que lo intentó. Sin embargo, la ironía deportiva le impidió ganarlo todo y le dio un toque de humanidad a su figura.
Con 45 años en el cuerpo, las manos cansadas y una mochila de anécdotas, colgó los guantes, con la promesa silenciosa de volver siempre: en nuestros recuerdos, en nuestra memoria y cada vez que alguien alce la voz para contar la leyenda de Gianluigi Buffon.
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