Conocido por su libro dedicado al cultivo de la caña de azúcar, Álvaro Reynoso Valdés dedicó esfuerzos a la diversificación de la agricultura cubana.
El 11 de agosto de 1888, con 58 años de edad, falleció en La Habana el agrónomo y químico cubano Álvaro Reynoso Valdés. Había nacido en Alquízar el 4 de noviembre de 1829.
Realizó los primeros estudios en Cuba y comenzó los de medicina en la Universidad de la Habana. Después pasó a Francia para aprender también química.
Decidido por los estudios agrícolas, abandonó su formación como médico y se dedicó a profundizar en los conocimientos sobre la química de las plantas y el suelo.
En 1856 alcanzó el título de doctor en ciencias. Después pasó a España, donde se interesó por la cría artificial de peces de agua dulce y profundizó en las características de la enseñanza de la agricultura en Europa.
De regreso a Cuba, sustituyó al renombrado químico español José Luis Casaseca como director del Instituto de Investigaciones Químicas de La Habana. En ese cargo, que desempeñó de 1859 a 1864, demostró una incansable actividad investigativa.
Propuso un sistema de medidas dirigidas al cultivo intensivo de la caña de azúcar, basado en aspectos vitales para el porvenir económico de Cuba. Así lo expuso en su principal libro: Ensayo sobre el cultivo de la caña de azúcar (1862).
Aunque esta fue su obra cumbre, Reynoso propuso también soluciones dirigidas a garantizar la diversificación de la agricultura cubana. En este sentido su labor fue precursora.
Escribió acerca del cultivo del tabaco, el maíz y el arroz. También sobre el café, el plátano, la yuca y la malanga. Realizó varias publicaciones para estimular el aprovechamiento de las plantas medicinales cubanas.
Investigó sobre los abonos químicos y dedicó especial atención a los de origen natural presentes en Cuba, en especial el guano de murciélago. Prestó atención a las plantas productoras de aceite comestible y de fibras naturales.
Se interesó por la introducción y aclimatación en Cuba de plantas como el trigo, el algodón y la nuez moscada. También divulgó las bondades de la siembra de árboles frutales y maderables.
Entre 1864 y 1883 se radicó nuevamente en Francia. Allí se dedicó a experimentar la cristalización del azúcar de caña en frío, al contrario de como se hacía tradicionalmente. Sus ensayos fracasaron y volvió a Cuba para dedicarse a sus trabajos agrícolas.
Colaboró en varias publicaciones periódicas, sobre todo en el Diario de la Marina y las Memorias de la Sociedad Económica.
Álvaro Reynoso murió decepcionado y en la pobreza. Se le ha llamado el “visionario de la caña” y, sobre todo, el “padre de la agricultura científica cubana”.