Juan Cristóbal Gundlach constató, quizás como ningún otro científico de la época, la necesidad de defender y proteger la fauna cubana.

Juan Cristóbal Gundlach publicó numerosos textos en los que expuso los resultados de las investigaciones que realizó sobre la fauna cubana. En todos pueden encontrarse criterios sobre la necesidad de protegerla. Así lo hizo en uno de los primeros artículos que se dio a conocer en Cuba sobre esta problemática. Dirigido a la defensa de la fauna cubana, se tituló “Rehabilitación de algunos animales cubanos perseguidos y maltratados por preocupación vulgar”. Apareció, el 30 de septiembre 1882, en la revista matancera El Álbum y un año después en el Boletín de la Sociedad Cubana Protectora de Animales y Plantas.

Inicio del artículo “Rehabilitación de algunos animales cubanos perseguidos y maltratados por preocupación vulgar”. Archivo del autor.

En Rehabilitación…, Juan Cristóbal Gundlach contribuyó a la conformación de una tradición ambientalista en Cuba. Estuvo enfocada no sólo a la conservación de especies, sino también dirigida a la protección del ambiente natural, el aprovechamiento racional de estos recursos y la educación de la población. Este último aspecto fue su objetivo declarado, pues pretendía

“…convencer al público de la injusticia conque en nuestra sociedad se persigue y extermina a ciertos animales reputados por dañinos, cuando en verdad no lo son…”.

Las ideas que sustentó en torno al tema, las expresó desde el primer párrafo:

“Muchas personas consideran los animales, las plantas y hasta los mismos minerales, como objetos creados para utilidad especial o para exclusivo recreo del género humano. Esto suele ser muy común entre los que no se paran jamás a contemplar las obras de la Naturaleza en su verdadero valor. ¿Para qué sirve este o aquel animal, aquella planta sin flores vistosas ni frutas comestibles, y ese pedazo de piedra sin brillo ni belleza alguna? Pregunta es esta que parece envolver una gran dosis de orgullo humano, y hasta olvido de que nada hay en la creación universal que no esté destinado a cumplir un fin especial”.

El ejemplo inicial que presentó Juan Cristóbal Gundlach correspondió a un insecto, sobre el cual aún existen falsas creencias populares en Cuba:

“…ciertas mariposas nocturnas conocidas del vulgo con el nombre de Brujas, especies de Esphinges las más de ellas, a veces de bellos colores, se ven perseguidas por la preocupación inveterada de que traen las desgracias a las habitaciones donde vienen a posarse atraídas por la luz, o a guarecerse de la agresión de otros animales que las persiguen para que les sirva de alimento, o ya bien para reposar de su afanoso vuelo”.

Más adelante, destacó las causas de la actitud arrogante de los seres humanos hacia la naturaleza, que propician el maltrato de los animales:

“De que una planta o un animal no presenten al mundo de los curiosos sus fines utilitarios, no se deduce sino que el hombre no ha indagado todavía sus virtudes, y por tanto, no es llegado el caso de reconocer su utilidad; toca pues mas bien a la humanidad el descubrimiento, y de ninguna manera a la especie en cuestión el deber de revelar sus virtudes, puesto que aún ni voluntad posee. De estas preocupaciones entrañadas en el vulgo, ora por causa de una deficiente educación, resultan graves errores que quisiéramos ver destruidos para que no se interfiriesen esos injustos males a ciertas especies, que en verdad más utilidad prestan que daño causan”.

Juan Cristóbal Gundlach reconoció los aislados esfuerzos que se acometían en la sociedad cubana de aquella época para proteger los animales. No obstante, criticó su limitado alcance. Sobre la Sociedad Cubana Protectora de Animales y Plantas, señaló que “…es hasta hoy solamente local y más bien dedicada a proteger los animales domésticos…”. En relación con la Ley de Caza, lamentó que “…aún no se encuentra en todo su vigor para hacerse respetar”.

Es importante conocer las ideas de Juan Cristóbal Gundlach sobre la protección de la fauna cubana. De esta forma será posible corresponder a los desvelos de este científico alemán que hizo de Cuba su segunda patria y de nuestra naturaleza el amor de su vida.

Anfibios: “no son especies dañinas”

En las obras sobre la herpetología cubana, Juan Cristóbal Gundlach destacó la utilidad de varias especies de anfibios. Esto le permitió enfatizar la necesidad de su protección. También estableció un estrecho vínculo entre la protección de estas especies y la aclaración de ciertos mitos que las rodeaban. Combatir estas falsas creencias le posibilitó abogar por evitar el maltrato a que eran sometidas comúnmente. Sobre estos populares y maltratados animales, expresó en el artículo de 1882:

“Las ranas y los sapos que tanto horror causan a muchas personas tímidas, tampoco son especies dañinas, pues como se crían en el agua cazan los gusarapos o larvas de los mosquitos; y aún después de pasados de su período pisciforme continúan su vida cazadora alimentándose de insectos. Es cierto que estos animales son asquerosos y repugnantes a la vista y que tienen la piel bañada de un líquido viscoso y algo irritante; pero nada dañoso”.

Rana platanera (Osteopillus septentrionalis), la más común en Cuba. Fuente: libro Biodiversidad de Cuba.

En el caso de los anfibios, Juan Cristóbal Gundlach destacó la utilidad de este grupo de animales y de cada especie cuando fue necesario. Sobre esta base se dedicó a combatir las creencias erróneas que los rodeaban, causantes muchas de ellas de una persecución implacable por parte de los seres humanos. Muchas de estas ideas infundadas, así como el odio irracional contra las ranas, persisten aún en la actualidad, lamentablemente.

Reptiles: “son animales inocentes”

El camaleón, especie cubana de reptil, “…injustamente perseguido hasta por los muchachos…”, fue defendido por Juan Cristóbal Gundlach en 1882. Con sólidos argumentos, rebatió algunas de las falsas creencias prevalecientes:

“…acúsasele de que su mordedura da calentura; pero en verdad que si se observa atentamente este saurio se verá que no tiene dientes cortantes ni agudos, y por tanto resulta infundada la acusación. Nuestro camaleón, por otro lado, no ataca, al contrario de esto, huye cuando se le acerca alguna persona; alimentándose de frutas algunas veces, y generalmente de insectos: sus parientes las lagartijas también sufren persecución constante, aunque son animales inocentes”.

Acerca de las especies cubanas de ofidios, o sea, culebras y majases, escribió:

“…han llevado el estigma de la reprobación a la manera de la serpiente del Paraíso: me refiero a ciertas especies de reptiles, y en particular a las que pertenecen a la herpetología cubana: afortunadamente en nuestra isla no existen hasta hoy, que sepamos, ninguna especie de culebra venenosa…”.

Apuntó entonces Juan Cristóbal Gundlach, que eran animales “…tan apacibles que a mi jamás me han mordido por mucho que los haya manoseado”. Reconoció entonces que, a pesar de “…ser tan inofensivos estos reptiles a que me refiero, el vulgo los persigue y mata cual si fuesen venenosos o devastadores”. Dedicó seguidamente un amplio espacio a defender a nuestra mayor especie de serpiente:

“Llegamos al rey de las culebras cubanas, o sea al majá de Santa María, y es al que deseo defender con insistencia, pues mis propias observaciones y la opinión del vulgo lo declaran inofensivo, y además provechoso por ser uno de los enemigos más acérrimos de los ratones; y suplico no se me objete que hace estragos en los palomares y gallineros, pues a este concepto opondré, que el beneficio que reporta a los depósitos y a las siembras de maíz, a los calabazales, boniatales y yucales, es muy superior al número de gallinas, pollos, palomas, etc. que pueda destruir…”.

Maja de Santa María (Epicrates angulifer), la mayor serpiente de Cuba. Fuente: libro Biodiversidad de Cuba.

Llamó entonces a utilizar esta especie de forma sostenible:

“Hemos visto en algunas fincas de campo donde había maizerías y otros depósitos de granos, aprovechar el majá como centinela cazador de ratones y ratas, y tal ha sido su utilidad, que desde luego aquellos perniciosos roedores han desaparecido, los unos huyendo del boa, y los otros devorados por él”.

“Rara vez hará mucho estrago este reptil a algún gallinero o palomar sin ser sorprendido, pues como queda largo tiempo en estado de letargia por causa del fenómeno fisiológico de la digestión, muy luego es apresado. Pero nuestros campesinos no se conforman con llevar al majá lejos; nada de esto; al punto lo matan como si fuera un sanguinario asesino, y cierto que bien podrían educarlo para que sirviese de destructor de los ratones que tanto pululan en las habitaciones campestres y en las siembras de maíz. Algunos, es verdad, aprovechan con aplicaciones medicinales la manteca de este boa cubana, y muchos hay que de la piel forman cinturones para los dolores de cintura o lumbago; para confeccionar tabaqueras, chinelas, etc”.

Al defender las diferentes especies de reptiles cubanos, Juan Cristóbal Gundlach destacó los aspectos relacionados con su utilidad y llegó a proponer cómo podían ser aprovechados con sostenibilidad, con lo cual se adelantó a su época. También, como en otros casos, insistió en rebatir falsos criterios que favorecían una actitud agresiva de los seres humanos sobre estas inofensivas y bellas especies.

Aves: “más útiles que dañinas”

Como ornitólogo preocupado por la avifauna cubana, Juan Cristóbal Gundlach dedicó un amplio espacio a la defensa de estos animales. Al igual que en los otros grupos zoológicos, lo hizo sustentado en su aprovechamiento racional por los seres humanos, aunque también resaltó el goce estético que producen. En 1882, defendió de forma enfática la lechuza, sobre la cual escribió lo siguiente:

“…el vulgo, creyéndola maléfica o de mal augurio, la conjura con la ya conocida frase de: sola vayas o mal acompañada; frase muy usada en nuestros campos y que repiten todos los presentes en un velorio cuando el animal aparece o se posa sobre los tejados de la morada en que hay algún enfermo grave; pero en verdad esta ave sin embargo de ser perseguida hasta en sus mismos dormitorios por otras aves, es más útil que dañina, porque ataca a los ratones que les sirven de alimento, como puede verse por las osamentas de esos roedores que se encuentran en sus guaridas”.

Lechuza (Tyto alba), un ave conocida en Cuba. Archivo del autor.

Sobre una de las justificaciones más utilizadas para perseguirlas, Juan Cristóbal Gundlach agregó:

“Muy rara vez se envicia una lechuza y ataca a las gallinas sacadas o con pollos, o se lanza a merodear en los palomares; mas este daño es de poca importancia comparado con el que causan los centenares de ratones que estas aves destruyen. Recuerdo que en una ocasión cogí un pichoncito de lechuza, implume, y habiéndolo encerrado en una jaula que colgué en el jardín de mi residencia, observé que los padres acudían al reclamo del hijo trayéndole alimento: conté pues en una sola noche desde el crepúsculo hasta las 11, nueve ratoncitos sobrantes de los traídos por los padres, pues acaso el polluelo no pudo engullir tantos como aquellos acarreaban”.

Entonces, recomendó: “Acá en las Antillas donde las ratas causan tanto estrago a las plantaciones de caña de azúcar, debiérase buscar un modo de aumentar las crías en lugar de destruirlas”.

En el quehacer investigativo de Juan Cristóbal Gundlach, las aves ocuparon un lugar de preferencia. Durante más de 50 años se dedicó a observarlas, razón principal de la calidad y profundidad de sus obras sobre este grupo de animales. Pero, al igual que hizo con los caracteres morfológicos, estudiar sus hábitos y relaciones con el medio, le permitió proponer la necesidad de protección y cuidado, al comprender su condición de parte inseparable del patrimonio natural cubano.

Mamíferos: “son animales muy útiles”

En las obras que publicó sobre los mamíferos cubanos, Juan Cristóbal Gundlach incluyó un análisis de la importancia de los murciélagos para el ser humano. En el artículo de 1882, insistió en la necesidad de su protección. Duele comprobar que, todavía en la actualidad, los murciélagos son especies maltratadas con métodos que el naturalista alemán describió hace más de 100 años:

“…el vulgo les teme considerándolos como especies dañinas, y de aquí que los persiga y los destruya sin piedad; muchas veces sucede que tan luego como uno de estos mamíferos volátiles se entra en las habitaciones haciéndose temer por sus aleteos como si se tratase de un trasgo o duende venido de regiones misteriosas, es perseguido por todos los de la casa, y si el pobre animal tiene la desgracia de ser cogido o apresado, vemos que a la vez todos se dedican a crucificarlo, siempre que por pronta providencia no lo arrojen a las garras del gato; y no ha de faltar quien se entretenga en clavarlo por las alas sobre las puertas poniéndole en la boca un cigarrillo encendido, con lo cual se va lentamente asfixiándose al animal por falta de libre respiración. A veces algún niño se apodera del pobre murciélago, que otro daño no infirió sino el de destruir los mosquitos de su habitación, y atándolo de un hilo largo se divierte en hacerlo volar, concluyendo después por arrastrarlo por el suelo, con cuyos martirios termina el murciélago su vida inofensiva”.

Murciélago casero (Molossus molossus), una especie muy común en Cuba. Fuente: libro Mamíferos de Cuba.

En defensa de estos mamíferos alados, añadió:

“Y todo este martirio, ¿por qué? El inocente animal vive casi de insectos, si bien algunas especies también se alimentan de frutas dulces y maduras, tales como sapotes, jagüeyes, yabas, etc. Nadie ignora que la mayor parte de los insectos que pululan en los campos y en los contornos de nuestras habitaciones, son dañinos, y que por esto mismo causan estragos en la agricultura, en los jardines, etc. Según nuestra opinión es preferible al aleteo del murciélago en nuestras habitaciones, al zumbido y a las picadas de los mosquitos”.

“Considerando que un murciélago debe matar un número superior de insectos para alimentarse, debemos calcular también los millares de estos vivientes, incluso los molestos mosquitos, que destruirán tantos millares de murciélagos como vuelan durante la noche en un solo distrito”.

Llamó entonces a promover el aprovechamiento de las utilidades que proporcionan los murciélagos:

“Por otro lado no es este solo el beneficio que estos animales nos reportan; también sus excrementos son un valioso tesoro para el abono de las tierras: la agricultura, la jardinería y la horticultura los aprovecha a la par del mejor guano del Perú. Muchas cuevas, por ejemplo, la del Yumurí cerca de Matanzas, contienen en su pavimento espesas capas de estos despojos, que ya la industria humana viene explotando cual rico venero. Quede pues admitido que los murciélagos son animales muy útiles, y además interesantes para el naturalista, por sus formas variadas”.

Juan Cristóbal Gundlach se destacó por la defensa de los mamíferos cubanos, sobre todo los murciélagos. Los esfuerzos que realizó fueron precursores y no deben ser olvidados en la actualidad, cuando la protección de la biodiversidad es un objetivo de primer orden.

El legado de Gundlach

La protección de la fauna cubana fue una de las principales preocupaciones de Juan Cristóbal Gundlach. Legó un ejemplo trascendente que formó parte de su contribución a la ciencia cubana. El artículo “Rehabilitación de algunos animales cubanos perseguidos y maltratados por preocupación vulgar”, es muestra fehaciente de las ideas que defendió.

Debido a su profunda y sistemática experiencia enriquecedora con la naturaleza del archipiélago, el legado ambientalista de Juan Cristóbal Gundlach rebasó el tradicional conservacionismo de su época. Continuar educando a los cubanos en la necesidad de proteger la fauna del país es ser consecuentes con los esfuerzos de este científico alemán, que hizo del estudio de la naturaleza cubana el sentido de su vida. Alguien que destacó sentirse satisfecho, si podía, como declaró en 1882:

“…contribuir en algo a indultar de las persecuciones mencionadas a los animales que he venido defendiendo…”.

Gundlach, el sabio de las aves

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