La historia de la literatura cubana está marcada por personajes que van más allá de lo puramente artístico y se convierten en símbolos de lucha y cambio social.

Una de estas figuras notables es el poeta y revolucionario Rubén Martínez Villena, quien tras nacer en el poblado de Alquízar -en la actual provincia de Artemisa- el 20 de diciembre de 1899, se cultivó en un excelso intelectual revolucionario y desafió las normas establecidas de la sociedad de la época, llevando una vida de dedicación y resistencia. Ello le permitió emerger en los convulsos años 20 y 30 del siglo pasado de Cuba como una voz influyente y valiente.

Rubén Martínez Villena
Foto: Cubarte

Rubén Martínez Villena mostró desde muy joven un extraordinario talento para la poesía. Sus obras líricas se caracterizaron por la intensidad emocional y el compromiso con la causa revolucionaria, lo que lo convirtió en uno de los poetas más importantes de su generación.

Su poesía reflejó la realidad social de Cuba, denunció la opresión y la desigualdad y buscó inspirar a otros a unirse a la lucha por la justicia.

Martínez Villena fue también un incansable defensor de los derechos laborales y la justicia social. Como abogado y periodista, luchó por los derechos de los trabajadores y se opuso a la corrupción, al entreguismo de la clase política cubana, y al heredado sistema capitalista que explotaba a los menos privilegiados.

Su compromiso con las causas revolucionarias llevó Martínez Villena y otros artistas e intelectuales de la isla a la creación de la Revista de Avance en 1927. Esta publicación se convirtió en un foro importante para discutir ideas progresistas y cambios sociales.

No se puede negar tampoco el aporte de Rubén Martínez Villena a la historia de Cuba. Su poesía y activismo político dejaron una huella bien profunda en la conciencia colectiva del pueblo cubano. Bien conocida es por todos los cubanos su personificación del dictador Gerardo Machado:

«¡Yo no lo había visto nunca; yo no lo conocía; sólo había oído decir que era un bruto, un salvaje! ¡Y ahora veo que es verdad todo lo que se dice! ¡Pobre América Latina, pobre América Española, capitán, que está sometida a estos bárbaros! ¡Pero éste no es más que un bárbaro, un animal, un salvaje… una bestia…, un asno con garras!»

En su poesía, Martínez Villena expresó la necesidad de cambios fundamentales en la sociedad cubana y abogó por la liberación de los oprimidos.

Pero, más allá de sus contribuciones artísticas, Martínez Villena también fue un ferviente defensor de la independencia cubana. Apoyó activamente la lucha contra la ocupación estadounidense, el surgimiento del movimiento obrero, y participó en actividades políticas y sociales que exigían soberanía y autodeterminación para el pueblo cubano.

Su accionar fue protagónico en la histórica Protesta de los Trece. Fue además, integrante del Grupo Minorista; secretario y profesor de la Universidad Popular «José Martí» y delegado a la Sección Cubana de la Liga Antimperialista de las Américas.

También fue asesor legal de la Confederación Nacional Obrera de Cuba; miembro del Comité Pro-Libertad de Julio Antonio Mella, y militante y miembro del Comité Central del primer Partido Marxista-Leninista de Cuba.

Villena fue alma y guía de la huelga general que derrocó a la tiranía de Gerardo Machado, orientador de los trabajos preparatorios del IV Congreso Nacional Obrero de Unidad Sindical, cuya clausura coincidió con su deceso.

En 1930, la salud del joven revolucionario se había quebrantado de una forma irreversible como consecuencia de una tuberculosis. Así, luego de la gran huelga de marzo de ese año y la organización de las disímiles tareas bajo su dirección, marchó hacia la entonces Unión Soviética, donde fue recluido en un sanatorio.

Aún en esas condiciones, no dejó de trabajar. De una larga estancia en ese país, partió hacia los Estados Unidos, donde estableció rápido contacto con los emigrados revolucionarios cubanos y el Partido Comunista estadounidense, a la vez que escribió numerosos artículos a favor de la lucha cubana.

De regreso a Cuba, desde su lecho de enfermo continuó dirigiendo la huelga general que en 1933 derrocó al tirano pro-imperialista Gerardo Machado. Y aún moribundo, continuaba hablando de la lucha. En la madrugada del 16 de enero de 1934, en la ciudad de La Habana, dejó de latir, con solo 35 años, el corazón de Rubén: el dirigente comunista, abogado, poeta, periodista y combatiente.

A pesar de su corta vida, Rubén Martínez Villena supo dejar un legado duradero. Su poesía sigue siendo respetada y estudiada en Cuba y en el extranjero, y su nombre se ha convertido en sinónimo de valentía y compromiso revolucionario. Su activismo y lucha incansable por la justicia social continúa inspirando a las generaciones actuales de cubanos a dar voz a los oprimidos y luchar por un mundo más justo.

«La pupila insomne»

«Tengo el impulso torvo y el anhelo sagrado
de atisbar en la vida mis ensueños de muerto.
¡Oh, la pupila insomne y el párpado cerrado!…
(¡Ya dormiré mañana con el párpado abierto!)»

(1923)

Rubén Martínez Villena fue más que un poeta talentoso. Fue un apasionado líder revolucionario que desafió las injusticias de su tiempo. Su legado sigue sirviendo como recordatorio de la importancia de la poesía como herramienta de cambio y grito de guerra para luchar por la justicia social. (ALH)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *