Conocido en nuestra historia como el médico de Martí, el matancero Ramón Luis Miranda Torres merece ser recordado, además, por su amplia obra científica y su condición de patriota ejemplar.

Esta destacada figura de la ciencia y la medicina cubanas nació en Matanzas el 29 de julio de 1836, y fue de los que se educaron en el Colegio El Salvador, de José de la Luz y Caballero, fragua de patriotismo y ciencia.

Hizo sus estudios de medicina en La Habana y París. En la capital francesa formó parte del grupo de estudiantes cubanos que publicó la revista científica El Eco de París. Graduado como médico en La Sorbona el 10 de mayo de 1861, después revalidó el título en la Universidad Central de Madrid. En este centro realizó una brillante operación de labio leporino, por la cual ha sido considerado entre los precursores de la cirugía plástica en España.

El científico

Ansioso por regresar a Cuba, se incorporó a la Casa de Beneficencia y Maternidad de La Habana, donde desarrolló la mayor parte de su labor asistencial. También trabajó en el Cuerpo de Sanidad Militar y en el Hospital Militar de San Ambrosio.

Por sus méritos fue electo miembro de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de la Habana el 1 de septiembre de 1867, pasó a corresponsal en 1874 y fue electo miembro de mérito el 28 de abril de 1901. En esta institución fue presidente de su comisión de medicina legal e higiene pública.

Como premio a su labor, el 24 de mayo de 1868 fue electo socio corresponsal en La Habana de la Sección de Ciencias Físicas, Naturales y Matemáticas del Liceo Artístico y Literario de Matanzas. Esta fue la primera institución científica que existió en su ciudad natal.

Participó en la Convención Médica de Cleveland, Ohio, en 1883 y en el Congreso Internacional de Medicina, celebrado en París en 1900. Fue delegado al Congreso Panamericano de Medicina en 1893, donde se le eligió secretario de la Sección de Patología Interna y miembro de la Academia de Medicina de Nueva York.

Dentro de sus escritos científicos sobresalen los relativos a las aguas minero-medicinales de Saratoga, en Estados Unidos, y también varios trabajos acerca del uso de la anestesia local, la laparotomía como proceder quirúrgico, la hipertrofia de la próstata y el tratamiento de la hidrofobia o rabia.

El patriota

Ferviente defensor de la independencia de su patria y enemigo de la opresión colonial, se radicó en Nueva York en 1874. En esta ciudad fue presidente de la Sociedad de Beneficencia Hispanoamericana, institución que agrupó a destacadas figuras latinoamericanas y desarrolló múltiples actividades. Apoyó de forma incondicional la recaudación de fondos para la causa revolucionaria.

Conoció a José Martí y se convirtió en su médico personal y amigo entrañable. Fueron varias las ocasiones en que el Apóstol elogió su obra y su condición de cubano ejemplar. Por ejemplo, en 1892 destacó que “El de Miranda es mérito tranquilo, que dura y se reconoce”. También, en un ejemplar que le dedicó de su poemario Versos sencillos, escribió: “A un médico que cura siempre, al Dr. Ramón Miranda”.

Una vez concluida la guerra e instaurada la República, fue el principal promotor del monumento erigido al Apóstol en el Parque de la Libertad de Matanzas, inaugurado el 24 de febrero de 1909. Falleció en Nueva York, EE.UU., el 27 de enero de 1910. (ALH)

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