Juan Cristóbal Gundlach y el descubrimiento del ave más pequeña del mundo

Este 15 de marzo se cumplieron 129 años del fallecimiento de Juan Cristóbal Gundlach, quien descubrió en 1844 el ave más pequeña del mundo.

En marzo de 1844, el naturalista alemán Juan Cristóbal Gundlach (1810-1896), quien había llegado a Cuba en 1839, hizo un descubrimiento trascendental. Cerca de Cárdenas, observó una diminuta ave que llamó su atención y pudo capturar. De esta forma entró en la historia como el primero que describió el zunzuncito cubano, el ave más pequeña del mundo.

La primera descripción

En aquellos años, en Cuba no existían revistas científicas dedicada a las ciencias naturales. Por tanto, no pudo dar a conocer de forma inmediata el importante hallazgo. Deseoso, además, de ayudar a todos los que investigaban la naturaleza cubana, cedió de forma voluntaria los datos sobre la nueva especie a Juan Lembeye, naturalista español que escribía en esos momentos un libro sobre las aves cubanas.

Juan Lembeye Lartaud (1816-1889) vivió varias décadas en Cuba, donde se dedicó a realizar estudios sobre la fauna cubana, en especial sobre las aves. Fue el descubridor de especies como el ruiseñor cubano (Myadestes elisabeth) y el pechero (Teretistris fernandinae). Al regresar a España desempeñó cargos políticos e investigó acerca de cuestiones agronómicas.

La principal obra de Lembeye fue Aves de la Isla de Cuba (1850). En este libro dio a conocer el zunzuncito como como nueva especie de ave cubana. Se conoce que en 1857 envió al Museo de Historia Natural de la Universidad de Oviedo un ejemplar de zunzuncito. Al comentar en su libro acerca de la familia Trochilidae, que agrupa a los zunzunes y colibríes, Lembeye hizo constar que fue Gundlach el autor de este descubrimiento:

“Agregamos a las especies conocidas [de colibríes] una tercera muy parecida al Orthorhynchus Anna de Lesson, del que difiere por su menor tamaño y tintes azulosos del dorso. El Sr. D. Juan Gundlach, que hace más de ocho años forma parte de la familia del Sr. D. Carlos Booth, estimando como la más preciosa de sus adquisiciones esta nueva especie, la consagró en sus memorias a la señora esposa de este predilecto amigo, y con la generosidad que le distingue me autoriza para enriquecer con ella mi publicación”.

Seguidamente presentó el zunzuncito con el nombre científico de Orthorhynchus Helenae, Gundl. Al colocar la abreviatura Gundl. como autoridad, Lembeye reconoció, nuevamente y de forma justa, al verdadero autor de este descubrimiento. En dos datos que aportó volvió a dejar evidencias de esa autoría. Planteó, en primer lugar, que la información acerca del zunzuncito había sido tomada de los “manuscritos” de Juan Cristóbal Gundlach y, como segundo elemento, que se trataba del ejemplar 151 de la colección de aves creada por este.

Ilustración del un ejemplar masculino del zunzuncito cubano que aparece en el libro Aves de Cuba (1850), de Juan Lembeye. Archivo del autor.

Por si quedara alguna duda de la paternidad de Juan Cristóbal Gundlach sobre este descubrimiento, Lembeye expuso en Aves de Cuba la descripción que hizo el naturalista alemán de la minúscula ave:

“He tenido el gusto de ver y matar este pájaro en compañía del Dr. Gundlach, quien al retirarnos de aquella grata cacería me refería las observaciones que sobre él había hecho. El Sunsuncito, decía, reúne a su hermosura un canto variado, sostenido y bastante fuerte para su diminuto cuerpecillo; se asemeja bastante al del Cabrero (Tanagra Pretreii) y goza de esta facultad antes de poseer el color brillante de los adultos. Su vuelo se parece al del Colibrí, pues como ambos tienen la cola muy corta, no pueden ejecutar tan rápidas evoluciones como el Ricordii. A veces les he visto pelear, elevándose perpendicularmente a una altura considerable, volviendo después al punto de partida para comenzar de nuevo su canto. Pueden distinguirse cuando vuelan en el completo silencio que guardan, dejando percibir solamente el zumbido monótono de sus alas, al paso que el Ricordii en igual circunstancia emite un chillido agudo, y el Colibrí una voz suave y floja, parecida a las sílabas cric, cric”.

La nueva especie fue nombrada Orthorhynchus Helenae, en honor de Elena Faz, esposa de Carlos Booth, el joven matancero a cuyas instancias su descubridor viajó a Cuba.

Otras menciones de Gundlach

En marzo de 1856 la especie fue descrita nuevamente por Juan Cristóbal Gundlach en el Journal fur Onithologie, revista científica dirigida por el ornitólogo alemán Jean Cabanis (1816-1906). Apareció entonces como Orthorhynchus Boothi Gundl. Acerca de la razón de este cambio, explicó el propio Gundlach en 1894:

“Algún tiempo antes de la publicación hecha por el Doctor Cabanis en su Journal für Ornitologie, se descubrió en Méjico y América Central, una nueva especie también lindísima, y se la dedicó a una princesa Helena, dándole el nombre Lophornis Helena. Yo creí necesario cambiar el nombre dado por mí para que no quedasen dos Helenas en Orthorhynchus Boothi, pero este cambio no fue necesario perteneciendo ambas Elenas a diferentes géneros”.

Fue el ornitólogo inglés John Gould (1804-1881), en el tercer volume del libro A monograph of the Trochilidae, or family of humming-birds (1861), quien denominó al zunzuncito como Calypte helenae. Este autor también concedió al naturalista alemán la paternidad del descubrimiento y descripción de la especie. Así lo dejó claro en este texto:

“El primer descubrimiento de esta pequeña joya se debe sin duda al señor don Juan Gundlach, profesor de Filosofía en Cárdenas, isla de Cuba, quien en sus manuscritos le asignó el nombre específico de Boothi, nombre que desearía que se conservara. El término Helene, con el que los ornitólogos la conocen por la figura y descripción en «Aves de l’Isle de Cuba» de Lembeye, se había dado previamente a otro miembro de la familia. Sin embargo, como las dos Helenas pertenecen a dos géneros muy distintos, he considerado mejor seguir a todos los autores anteriores y conservar el nombre que le asignó Lembeye, por ser el primero en publicarse”.

Ilustración de ejemplares de ambos sexos del zunzuncito cubano. Aparece en el tercer tomo del libro A monograph of the Trochilidae, or family of humming-birds (1861), de John Gould. Archivo del autor.

Juan Cristóbal Gundlach asumió la nueva denominación y describió el zunzuncito en “Revista y catálogo de las aves cubanas”, trabajo publicado en el primer tomo del Repertorio Físico-Natural de la Isla de Cuba (1865-1866). Ratificó que lo había observado en Cárdenas y Santiago de Cuba, y añadió datos sobre el plumaje y el canto. Llamó la atención sobre su condición de ser, entre los zunzunes, “(…) la especie la más chica de la Isla y una de las más chicas de las conocidas; muy mansito, no deja criarse en jaulas”.

Una década después, en el libro Contribución a la ornitología cubana (1876), Gundlach incluyó nuevamente la especie como Calipte Helenæ (Orthorhynchus) Gundl. Desde el inició destacó que estaba “Comprendida en el nombre genérico Zunzun. Se podrá distinguir con el diminutivo Zunzuncito”.

Ratificó que la había descubierto

“(…) en los manglares y terrenos cercanos a Cárdenas, y la he encontrado solamente en los meses de invierno, desapareciendo a fines de abril. Estando yo en julio y agosto en los Cayos al Nordeste de Cárdenas, la observe; y así creo que se retira en abril a los Cayos para anidar, y vuelve a la Isla a fines del año. Por más que la he buscado en otros parajes cerca de la costa, en la Habana, Matanzas, Cienfuegos, Trinidad, etc., no he podido encontrarla. Pero habiendo llegado a Santiago de Cuba, la hallé otra vez, y en bastante número, en noviembre y en diferentes puntos, no solamente cercanos a la costa, sino también más al interior hasta el Caney.»

Otro trabajo de Juan Cristóbal Gundlach donde describió esta especie fue “Notes on some species of birds of the Island of Cuba”, publicado en la revista The Auk en 1891. En esta oportunidad ofreció otros datos históricos relativos a los lugares donde encontró el interesante hallazgo:

“El primer ejemplar, un macho joven con cuatro plumas rojas perfectas en la garganta, lo maté en marzo de 1844, cerca de Cárdenas, buscando una flor de Hibiscus. Cuatro años después, encontré una localidad en el límite del manglar, donde las flores de Avicennia, Hibiscus, etc., proporcionan abundante néctar. Allí maté muchos ejemplares de ambos sexos, con sus colores perfectos en la cabeza y la garganta, y en su gorguera unas plumas alargadas.”

“La localidad mencionada fue posteriormente destruida por un ferrocarril, y no volví a encontrar ejemplares de esta pequeña ave en Cárdenas. Nunca he observado la especie en otros lugares de la parte occidental de esta isla, excepto en un cayo cerca de Cárdenas.”

“En 1857 visité la ciudad de Santiago de Cuba, en la parte oriental de la isla, y también entre 1885 y 1888. Allí, la especie es común en primavera. Un amigo que reside en Puerto Príncipe (la parte central de la isla) ha observado la especie en ese lugar, y al igual que yo, solo durante los meses de enero a finales de abril. En mayo desaparece, pero posteriormente he observado ejemplares aislados en el interior de la isla. Parece que se reproducen allí.”

Acerca de cómo dio a conocer la nueva especie, escribió:

“Publiqué la primera descripción de esta nueva especie en el libro Aves de Cuba, de Lembeye, 1850, pág. 78. El nombre helenae se le da en referencia a Doña Elena de Faz, esposa de Don Carlos Booth, mi primer protector en esta isla”.

Como es lógico, la descripción del zunzuncito no podía faltar en la obra cumbre de Gundlach: Ornitología cubana o Catálogo descriptivo de todas las especies de aves tanto indígenas como de paso anual o accidental observadas en 53 años (1893). Fue incluida como Calypte Helenae (Orthorhynchus Helenae Gundlach).

En esta oportunidad, Juan Cristóbal Gundlach propuso el nombre vulgar de “pájaro mosca” para el zunzuncito cubano. Comentó además que en Santiago de Cuba le llamaban “trovador”. Acerca de su singularidad expuso: “Es hasta ahora la especie más chica de Aves del mundo”.

Incluyó, otra vez, los datos relativos a su descubrimiento:

“Los primeros ejemplares de esta especie que es propia solamente a la isla de Cuba, maté en 1844 y después en 1848 cerca de Cárdenas, donde chupaba flores de Majagua; Majagüilla, Mangle prieto, etc., pero cuando se destruyó estos vegetales para construir el ferrocarril para Júcaro, etc., no los vi más”.

Dos años antes de su muerte, en el tomo inicial de los Anales del Instituto de Segunda Enseñanza de la Habana (1894), Juan Cristóbal Gundlach insertó el artículo “Calypte Helenae (Gundlach). Pájaro mosca cubano”. La intención era dejar para la posteridad la verdadera historia de su descubrimiento. Comenzaban a cambiar las reglas de la nomenclatura zoológica y algunos autores ya reconocían a Lembeye como la principal autoridad en la descripción del zunzuncito cubano.

Por esta razón, inició explicando que esta especie tenía para él más interés que ninguna otra. Argumentó que, además de darla a conocer a la ciencia, era el ave más pequeña del mundo y la primera que integró su colección de historia natural. La frase que aparece a continuación refleja la intención de este escrito de Gundlach: “Daré aquí la historia de esta especie”.

Vale la pena conocer la exhaustiva narración:

“En Marzo [de 1844] vi en la finca donde yo vivía, cercana a Cárdenas, delante de una flor de Majagua un pajarito pequeño, que reconocí como perteneciente a la familia Trochilidæ o sea de zunzún, o Zumbador, y Colibrí. Un tiro certero me proporcionó el pajarito. Lo vi caer, pero no lo encontraba en el suelo. Entonces formé en mi idea la dirección de la caída y encontré el cadáver encima de unas flores de Rompezaraguey, a un metro de altura del suelo. Este pajarito tiene en la garganta, que es como todas partes inferiores del color de perla, cuatro plumitas en línea transversal y parecían como un semi – collar de un color de Rubí muy lustroso. Yo no me atreví aún a describir la especie por un sólo ejemplar y lo guardé para cuando yo pudiera conseguir otro u otros ejemplares, y desde entonces formé la idea de hacer para mí una colección de todas las especies, no solamente de Aves sino también de las otras clases y órdenes, guardando un ejemplar o si había diferencia por el sexo o edad más ejemplares como muestra, dando a la especie un número igual al puesto a la misma especie remitida.»

“Pasaron cuatro años sin ver otro individuo del pajarito. En una madrugada de marzo 1848, vi en la orilla de una laguna de agua dulce, en Júcaro, un pajarito que me parecía poder ser la misma especie. Él se fue antes que yo pudiera tirar. Descontento emprendí mi vuelta a casa y pensando aún en lo visto, cuando vi delante de una flor un pajarito cuya cabeza y garganta relucían de un color brillante de Rubí. Este pajarito voló también antes de poder yo tirar. Por una coincidencia curiosa encontré en la misma mañana, en la parte entre el manglar de la costa y la tierra cultivada, donde había muchas matas de Majaguilla y otras plantas con flores, un tercer individuo del color del segundo visto, y en esta ocasión podía yo tirar y matar. Al tomar el cadáver en mi mano quedé admirado de su hermosura y la presencia de unas plumas largas como para formar una corbata, del mismo color de Rubí, pero también parecido según la dirección de verla, de color dorado y hasta verdoso y por otra dirección de negro. Mi alegría no tenía límites, y llegado a casa enseñé el pajarito al amigo que me hospedaba desde 1839, D. Carlos Booth y su señora doña Elena de Faz, a la cual dediqué la clasificación, nombrando el pajarito Orthorhynchus Helena. En días siguientes, conociendo el lugar de mi victoria, conseguí más ejemplares en ambos sexos, y pude así remitir al señor Sezekorn, encargado de la colección de Aves (también Mamíferos y Reptiles) del Verein. Este ornitólogo y luego el Dr. Cabanis del Museo Zoológico real de Berlín reconocieron como yo, en la especie cubana, una aún no descrita.»

“En algunos años después de 1848 conseguí más ejemplares de mi especie hasta que la destrucción de la vegetación, donde yo los cazaba, para formar la línea de los dos ferrocarriles de Cárdenas y Júcaro acabó con mis cacerías. En años posteriores no he conseguido más individuos por allí.»

“En otoño de 1837, llegué a Santiago de Cuba, y vi a fines del año un individuo que me parecía la misma especie, y en 2 de febrero 1858, maté delante las flores de Jatía, dos machos perfectamente emplumados, y en este mes y Marzo, algunos más en las flores de Maguey, Mangle prieto, Ítamo real, etc.; lo mismo resultó en 1859, en cuyo año volví a la Habana.”

“En 1885, estando otra vez viviendo en Santiago de Cuba, maté desde principios de febrero la especie, pero no todos los machos eran perfectamente emplumados, pues estoy con vencido que los machos se visten, en la primavera, de un plumaje de boda que pierden en otoño, quedando la cabeza y la garganta sin plumas del color de Rubí. Desde entonces he matado y con mi discípulo en taxidermia. D. Alberto Bonzon, relojero suizo, muchos machos, pero muy pocas hembras. Había individuos dentro de la misma población de Santiago de Cuba, en las flores del Ben (Moringa pterygosperma), en Itamo real etc. ”

“Hemos observado que desde fines de marzo y principio hasta fin de abril escasean, y lo mismo había yo observado en Cárdenas. Parece que se retiran a los bosques para anidar. No he podido encontrar un nido. Aunque yo no he observado nunca la especie en terrenos de Matanzas ni en los de la Habana, en la Ciénaga, etc. creo que se podrá encontrar aún en otros lugares, así me aseguran haberla visto en los contornos de Puerto-Príncipe, y también en S. Diego de los Baños. Yo he observado la especie en julio en Cayos de Cárdenas, y en setiembre en la costa de Guantánamo y en la montaña de Yateras, en la vecindad del paradero Cristo, del ferrocarril de Cuba al valle de San Luis”.

La frase “Esta es la historia”, cierra esta parte del escrito, la más importante del artículo de Gundlach.

 

Años después el zunzuncito o pájaro mosca cubano fue incorporado al género Mellisuga. Hoy se denomina Mellisuga helenae (Lembeye, 1850). Las leyes actuales de la nomenclatura biológica reconocen que fue Lembeye quien la describió. Es una injusticia histórica que algún día deberá ser enmendada.

Del patrimonio cardenense

Al investigar acerca del zunzuncito Juan Cristóbal Gundlach cazó y embalsamó varios ejemplares. Uno de ellos, considerado el primero, se conserva en el Museo Oscar María de Rojas, de Cárdenas. Fue donado en 1900, según consta documentalmente, por Juan de Faz, descendiente familiar de Elena Faz.

Ejemplar del zunzuncito cubano, embalsamado por Gundlach, que se conserva en el Museo Oscar María de Rojas, en Cárdenas. Foto tomada de Facebook.

Acerca del ejemplar inicial obtenido en 1844, el propio Gundlach refirió en 1894 que fue

“…el primer objeto que yo reservé para mí y siendo así, el Fundador del Museo zoológico cubano que he formado en los años posteriores. Este individuo existe aún en este Museo en perfecta conservación. Este Museo es ahora propiedad del Instituto de 2ª Enseñanza de la Habana”.

En el Catálogo numérico del Museo Zoológico Cubano (Museo Gundlach) (1895), editado por el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana, apareció, con el número 151, la especie: “Calypte Helenæ. Gundlach”, de la familia “Trochilidæ”. Veinte años después aún existía el “Calypte Helena Pájaro mosca” en este museo, con igual número 151 y con la aclaración de que eran tres ejemplares. Así puede leerse en Zoología. Museo Cubano Gundlach. Catálogo general (1914), publicado por Pedro Valdés Ragués.

El zunzuncito cubano o pájaro mosca forma parte del patrimonio natural cubano. Su historia está ligada a Cárdenas y Matanzas. La gloria de su descubrimiento pertenece únicamente a ese gran científico que fue Juan Cristóbal Gundlach. (LLOLL)

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