Hace 170 años, en un modesto ingenio y de padres esclavizados, un niño nació libre: Juan Gualberto Gómez. Su labor intelectual fue amplia, pero apenas se conoce su faceta de historiador.
Fue en el ingenio azucarero «Vellocino de Oro», en Sabanilla del Encomendador, donde vino al mundo. Sus padres, Fermín Gómez y Serafina Ferrer pagaron por su libertad antes de su nacimiento.
Debido a su notable inteligencia infantil fue enviado al colegio del célebre maestro Antonio Medina, en La Habana. Después del inicio de la Guerra de los Diez Años viajó a Francia para aprender un oficio.
En París conoció a Francisco Vicente Aguilera y Manuel de Quesada. El vínculo con estos patriotas marcó su vida. También en esa ciudad se inició como periodista.
Después de vivir un tiempo en México, donde hizo amistad con Nicolás Azcárate, regresó a Cuba tras el Pacto del Zanjón.
A finales de 1878 conoció a José Martí. Juntos participaron en la organización de la Guerra Chiquita, tras lo cual fue deportado a España. Aunque nunca volvieron a verse personalmente, mantuvieron una amistad ejemplar, sustentada en la unidad de ideales.
En España sobresalió como periodista, sobre todo en defensa de la abolición de la esclavitud. Volvió a Cuba en 1890 y fue el delegado de José Martí en la preparación de la Guerra Necesaria. Ordenó y participó en el alzamiento del 24 de febrero de 1895, pero fue apresado y desterrado a Ceuta.
Regresó a Cuba y participó de forma activa en los acontecimientos políticos a partir de 1899. Fue un irreductible opositor de la Enmienda Platt y un defensor de la independencia absoluta de su patria. Falleció en La Habana el 5 de marzo de 1933.
El historiador
Una de las obras históricas de Juan Gualberto Gómez fue “La isla de Puerto Rico (Primera parte). Bosquejo histórico (Desde la conquista hasta principios de 1891)”. Se publicó en España en 1891, en coautoría con Antonio Sendrás. De este texto escribió la introducción y los primeros seis capítulos.
Otros de sus libros fueron “La cuestión de Cuba en 1884. Historia y soluciones de los partidos cubanos” (1885), “Un documento importante. Carta de D. Juan Gualberto Gómez” (1885) y “Las Islas Carolinas y las Marianas” (1885).
Posteriormente varias compilaciones recogieron algunos de sus trabajos históricos. Entre ellas “Juan Gualberto Gómez: su labor patriótica y sociológica. Homenaje del Club Atenas” (1934), “Preparando la Revolución” (1936), “Separatista y rebelde” (1937) y “Por Cuba libre” (1954).
Juan Gualberto Gómez también hizo aportes, desde el testimonio, a la historiografía martiana. Pueden citarse “La Revolución del año 1895. Su preparación. Las expediciones de Fernandina. Una carta de Martí. La elección de la fecha”, escrito en 1906.
También “Martí, el inmortal”, de 1925, y “Martí y yo. La última visita. La última carta”, dado a conocer en 1933, poco antes de su muerte. En todos estos casos aportó datos y reflexiones acerca de la obra política del Apóstol en la organización de la Guerra Necesaria.
En su labor como político se destaca su discurso sobre Antonio Maceo en la Cámara de Representantes el 7 de diciembre 1915. También en 1931 le correspondió hablar en público en el acto de inauguración de la estatua de Mariana Grajales en el Vedado.
Varias obras que proyectó nunca fueron escritas, entre ellas su autobiografía. También un estudio biográfico de Rafael María de Labra y los libros “Ilustraciones y celebridades de mi raza” y “Los pueblos negros”, entre otros.
En reconocimiento a su quehacer, Juan Gualberto Gómez fue uno de los académicos fundadores al abrir sus puertas la Academia de la Historia de Cuba en 1910. “Quien era historia tenía que estar donde se hiciera historia”, expresó su biógrafo Leopoldo Horrego sobre este hecho.(LLOLL)