Se le escuchaba decir a menudo como titula esta publicación a una niña deslumbrada con los eventos hidrometeorológicos. Como cualquier infante ansioso por descubrir el mundo, aquella niña del municipio Pedro Betancourt, en la provincia de Matanzas, contemplaba fascinada la lluvia, el silbido constante del viento, el remolino de los árboles, la tensión en el rostro de los mayores, el recogimiento a que se somete la familia mientras la naturaleza da muestras de toda su potencia. Había afuera una fuerza misteriosa que Yinelys se iba a proponer desentrañar.
“A partir de entonces yo todos los días esperaba los noticieros de televisión, para ver el meteorólogo que salía, para ver qué información daba sobre el tiempo, si iba a llover, si no iba a llover, ¿Cuáles iban a ser las condiciones del tiempo? Llegué a interesarme de una manera tal que con 8, 9, 10 años yo me pintaba mapas, yo me imaginaba zona de bajas presiones, me imaginaba frentes fríos, cómo iban a llegar, si iba a disminuir la temperatura, eso era constantemente. En aquel momento quienes salían dando los pronósticos del tiempo eran el doctor José Rubiera, quien fue el meteorólogo que inició las presentaciones diarias del tiempo en la televisión, y el Ms. C. Armando Lima, que posteriormente fue quien me enseñó a pronosticar el estado del tiempo en Cuba”.
Para quien es hoy la directora adjunta del Instituto de Meteorología, la Master en Ciencias Yinelys Bermúdez Souza, el camino siempre estuvo claro.
“Siempre lo vieron como algo raro, porque no es algo común en los niños, por lo general los niños dicen ‘yo quiero ser médico’, ‘yo quiero ser maestro’, ‘yo quiero ser abogado’ y sin embargo, yo decía: quiero ser meteoróloga…todo el mundo me miraba sorprendido, esta niña de dónde sacó eso, jjjj. Mi mamá y mi papá siempre supieron que tenía vocación para la carrera de meteorología, porque me veían siempre imaginándome situaciones del tiempo”.
Cuando Yinelys termina el 12 grados, se encuentra en una situación de desamparo. Durante algunos años se había suspendido la carrera de Meteorología en el país y con la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) dejaron de formarse meteorólogos en Odesa y Leningrado, que era a donde iban a titularse.
“Yo no tenía idea de qué podía estudiar para llegar al Instituto de Meteorología y al Centro de Pronóstico, que es donde yo siempre quise estar, independientemente de que el Instituto de Meteorología tiene muchas otras áreas que hoy conozco”
La madre de Yinelys al ver esta situación decide tomar cartas en el asunto. Llama al Instituto de Meteorología y pide hablar con Rubiera o Armando Lima que eran los más conocidos por su aparición frecuente en televisión.
“Tiene la suerte de que le sale al teléfono, el Master en Ciencias Armando Lima, ella le comenta que tiene una hija, que está terminando el pre, que siempre se interesó por las ciencias meteorológicas, y le pregunta qué debía hacer, porque en el país no se estudiaba la carrera de meteorología. Él explica qué podía hacer la carrera de geografía pura, o la carrera de física en la Universidad de La Habana y luego hacer una maestría, hacer un doctorado y formarse en meteorología”.
Para poder recorrer el camino soñado desde niña, Yinelys tenía que transitar por una vereda, con no pocos obstáculos.
“Pedí la carrera de geografía, y tuve que estudiar muy fuerte, porque para Matanzas en ese momento llegaba una sola plaza de la carrera de Geografía para toda la provincia”.
Aferrarse a un sueño genera tanta energía como un huracán y quien ha seguido la carrera de Yinelys Bermúdez como presentadora del parte del tiempo, la recuerda menuda, precisa, austera; su presencia confirma esa sensación y en su mirada rápidamente se nota una fuerza interior que debe haber guiado sus pasos por la ciencia.
“Me preparé bien, hice mis exámenes de ingreso, y me otorgaron la carrera de Geografía para estudiar en la Universidad de La Habana”.
En el segundo año de la carrera recibe la asignatura de Meteorología y Climatología y comienza a vincularse con el Instituto. Su trabajo final de Diploma va a tratar el tema de las tormentas locales severas en la Ciénaga de Zapata, con la tutoría de la Dra. Gisela Aguilar Oro y del Dr.C Mario Carnesoltas-Calvo, lo que le abre definitivamente las puertas del Instituto de Meteorología.
“La formación en meteorología es de mucha práctica, de mucha experiencia, de mucha vivencia, de encontrarse situaciones meteorológicas continuas, diarias, que te puedan dar ideas de cómo puedes ir pronosticando”.
Yinelys siempre tan segura de sí, se deja llevar por la emoción y apenas puede contener las lágrimas al recordar al hombre que tan amablemente había tomado la llamada de su mamá y había diseñado el camino más seguro para llegar al Instituto.
“Entro en el Centro de Pronóstico y a partir de ahí entonces comienza ya mi formación como meteoróloga. No puedo dejar de decir que fue una segunda carrera. Tuve la gran suerte y un orgullo para mí que quien me enseñó a pronosticar el tiempo, fue el Ms. C. Armando Lima, con quien mi mamá había hablado”.
Todos en Cuba recuerdan a ese carismático meteorólogo que irrumpió un buen día en la televisión y se ganó el afecto de todos con su frase “les deseo lo mejor”, alargando los sonidos y su presencia en el recuerdo de la gente, cuando un día inesperadamente hubo que lamentar su desaparición física.
“Tuve que estudiar muchísimo. Todas las noches hacíamos turnos de madrugada y yo pasaba la madrugada haciendo un mapa, analizando entonces aquellos mapas que yo me inventaba cuando era niña, pero ahora sí, haciéndolos ya como debía. Armando me enseñó mucho, me transmitió muchos conocimientos, y también me transmitió su experiencia como presentador del tiempo en la televisión”.
Yinelys sigue defendiendo ese sueño de la infancia y a la institución que ayudó a fortalecerlo, una escuela que forma hombres y mujeres para el servicio público, para el sacrificio. Una lección que nos recuerda que el mayor bien es el que se hace por los demás, todos los días.
“Yo creo que es una fortaleza. Lo más importante que tenemos son nuestros recursos humanos en el sistema meteorológico nacional. Muchas horas de trabajo, día, noche, las 24 horas del día y los 365 días del año, para mantener la seguridad nacional de este país ante fenómenos meteorológicos”.
Bueno, no sé si será noticia, pero Yinelys Bermúdez acaba de rechazar el Premio Nobel.
Todos en este país saben que nuestras brigadas médicas internacionalistas se merecen hace tiempo ese premio; igualmente, si pensamos en todas las vidas y bienes materiales que salvan cada año, el Instituto de Meteorología y el Estado Mayor de la Defensa Civil, ambas instituciones pudieran aspirar a tal nominación, como otras en Cuba.
“No creo que nos merezcamos un Premio Nobel. Yo prefiero el reconocimiento de la población, el reconocimiento de las autoridades del país. Trabajamos para salvar vidas”.
“Rechazo el Premio Nobel. Prefiero el reconocimiento de todos los cubanos, y mantenernos siempre alertas y vigilantes ante fenómenos meteorológicos extremos”.