El 5 de septiembre de 1957 la ciudad de Cienfuegos se convirtió en el escenario de un levantamiento emblemático contra la tiranía de Fulgencio Batista. Este evento, que marcó un hito en la lucha revolucionaria, fue impulsado por un grupo de combatientes del Movimiento 26 de Julio (M-26-7) que, a pesar de su corta duración, dejó una huella profunda en la memoria colectiva del pueblo cubano.
La situación política en Cuba durante los años 50 era extremadamente tensa. Tras el golpe de estado de Batista en 1952, el descontento popular creció de manera exponencial. Las fuerzas que se oponían a su régimen comenzaron a organizarse, buscando recuperar la libertad y la justicia que el gobierno dictatorial había suprimido. Entre estos movimientos, el Movimiento 26 de Julio, liderado por el Comandante en Jefe Fidel Castro, se destacó como el principal agente de cambio.
Los preparativos para el levantamiento en Cienfuegos comenzaron con meses de antelación. La ciudad, que contaba con una significativa presencia de marinos y obreros, se convirtió en un importante bastión de resistencia. Los líderes del M-26-7, incluyendo a Julio Camacho Aguilera, trabajaron incansablemente para coordinar la acción que se llevaría a cabo en la madrugada del 5 de septiembre.
A las 5:20 de la madrugada, los revolucionarios tomaron el control de puntos estratégicos en la ciudad, conocida como La Perla del Sur, incluyendo el Distrito Naval y diversas instalaciones policiales. La sorpresa inicial permitió a los insurgentes capturar armamento y establecer un gobierno provisional. Sin embargo, la falta de recursos y la falta de coordinación con otros frentes revolucionarios resultaron en una respuesta contundente por parte de las fuerzas de Batista.
La reacción del régimen fue brutal. Aviones de combate comenzaron a bombardear las posiciones rebeldes, y las tropas batistianas, reforzadas desde la ciudad de Santa Clara, intentaron retomar el control de la ciudad. A medida que avanzaba el día, el levantamiento se tornó en un violento enfrentamiento, dejando un alto número de bajas entre los revolucionarios. A pesar de su heroísmo, el levantamiento fue sofocado en cuestión de horas.
Aunque el levantamiento del 5 de septiembre fue un fracaso inmediato, su repercusión histórica fue significativa. Este evento se convirtió en un símbolo de la resistencia, y contribuyó a que muchos jóvenes quisieran unirse a la lucha contra Batista. La valentía mostrada por los combatientes de Cienfuegos resonó en toda Cuba, demostrando que la causa revolucionaria de la lucha armada para derrotar a Batista era la única salida posible a la situación nacional.
Los años posteriores al alzamiento vieron un creciente apoyo hacia el M-26-7, que continuó su lucha en la Sierra Maestra. La memoria del 5 de septiembre se convirtió en ejemplo para aquellos que anhelaban un cambio en Cuba. Cada año, los cienfuegueros conmemoran esta fecha con actos en honor a los caídos, recordando el sacrificio de aquellos que se levantaron en armas por un futuro mejor.
El legado de este levantamiento perdura, ya que fue uno de los tantos hechos revolucionarios que culminarían en el triunfo de la Revolución en enero de 1959. El 5 de septiembre de 1957 se recuerda no solo como un día de lucha, sino también como un símbolo de la resistencia del pueblo cubano. (ALH)