Con el escudo, como bravos espartanos, regresaban los hijos de la Patria y con ellos traían a sus muertos.

Era 7 de diciembre hace 34 años.  Sin vanaglorias, el pueblo cubano rendía homenaje a los caídos, sembrados para siempre en el corazón de la patria agradecida.  Como semillas de amor y rebeldía, germinadas durante décadas de lucha frente al colonialismo, el apartheid, el mercenarismo y la injusticia social.

Era la forma de pagar nuestra propia deuda con la humanidad.

Allí frente al monumento donde yacen los restos del Lugarteniente General del Ejército Libertador Antonio Maceo Grajales y de su joven escudero Panchito Gómez Toro, el Líder histórico de la Revolución Cubana expresaba las palabras de homenaje al Titán de Bronce, en el Aniversario 93 de su histórica caída en combate y honraba la memoria de todos los caídos en diferentes tierras del mundo en cumplimiento de honrosas misiones internacionalistas.

Como conclusión de la Operación Tributo, durante la jornada se habían estremecido todos  los rincones de la Patria, al unísono  compás de los luctuosos acordes musicales que acompañaron los restos queridos hasta sus honrosas sepulturas.

La soberanía cubana, construida con el coraje, el sacrificio y la sangre de sus mejores hijos, junto a hombres y mujeres venidos desde otros pueblos como Carlota, la esclava rebelde, el generalísimo Máximo Gómez, y Ernesto Che Guevara, el legendario Guerrillero Heroico, fue honrada por hornadas de jóvenes  que ofrendaron sus vidas para construir la soberanía de otros pueblos.

Años de ignominia y explotación cedieron al empuje de las armas victoriosas de aquellos pueblos hermanos que Cuba contribuyó a liberar.

Eran los días que el campo socialista empezaba a desmoronarse y Cuba, enfrentada a cuantiosas dificultades, se erguía como un bastión seguro del socialismo. No existía mejor fecha para el homenaje que aquella en que históricamente el pueblo cubano honró a su Titán.

A 127 años de la caída de Antonio Maceo, el pueblo cubano rinde tributo a todos los cubanos caídos en defensa de los pueblos, y se yergue en un eterno Baraguá, para recordarle al enemigo de siempre que  quien intente apoderarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre si no perece en la contienda. (ALH)

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