Llegó al mundo en la ciudad de Florencia el 13 de abril de 1808, pero La Habana lo hizo universal. Antonio Meucci es el padre del teléfono, un invento que nació en un teatro cubano.
Muy joven, Antonio Meucci estudió los principios elementales de la física y la química de su tiempo. Gracias a esos conocimientos se vinculó a salas teatrales como auxiliar mecánico y esto marcó el resto de su vida.
Patriota fervoroso, siempre apoyó la causa de la unidad italiana. Fue amigo del caudillo Giuseppe Garibaldi, a quien ayudó en sus esfuerzos revolucionarios.
Meucci llegó a La Habana el 17 de diciembre de 1835, en compañía de su esposa. Había sido contratado como mecánico jefe del Teatro Tacón. No sabía que gracias a ese lugar entraría en la historia.
La primera vez
Transcurría el año 1849. Meucci, como parte de su interés por las aplicaciones científicas de la electricidad, organizó en el Teatro Tacón una sesión de electroterapia con un paciente afectado por el reumatismo.
El enfermo estaba a unos 40 pies de la habitación en que permanecía el italiano. En medio del experimento Meucci escuchó claramente, a través del alambre, el grito de su paciente al recibir una descarga eléctrica por medio de una lengüeta de cobre que sostenía en su boca.
Días después se realizó un segundo ensayo de comunicación mediante su aparato en el Teatro Tacón. En esta ocasión Meucci realizó algunos cambios, entre ellos colocar un cono de cartón en los extremos de los cables eléctricos.
Había nacido, aunque de forma primitiva aún, el primer teléfono. Sabía que todo había sido de forma casual, pero Meucci comprendió rápidamente que había logrado trasmitir la voz humana por medio de la electricidad.
Polémica y reconocimiento
Motivado por su “telégrafo parlante”, según lo denominó inicialmente, Meucci se trasladó a Nueva York para perfeccionar su invento. En 1854 diseñó un aparato, basado en su experiencia habanera, para conectarse con la habitación donde su esposa estaba inmovilizada por el reumatismo.
A partir de 1860, Meucci hizo todo lo posible por dar a conocer el nuevo aparato. Organizó presentaciones públicas y comenzó el proceso legal para inscribirlo y le fuera reconocida su patente.
Sin embargo, las limitaciones económicas, la mala fe de los jueces y el poder empresarial, se interpusieron en su camino. Incluso, presentó su “teletrófono”, como lo llamó en este momento, a la Western Union Telegraph Company, pero fue rechazado.
Nuevas amarguras vendrían para Meucci a partir de 1876. Ese año el inventor británico Alexander Graham Bell patentó el teléfono en los Estados Unidos, curiosamente comercializado por la propia Western Union.
Comenzó entonces una larga batalla legal en los tribunales, en la que se pusieron de manifiesto oscuros intereses. Meucci falleció en medio del proceso, el 18 de octubre de 1889, sin que fuera registrado su aporte al surgimiento del teléfono.
Más de un siglo después, el 11 de junio de 2002, la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, mediante la resolución 269, puso fin a la polémica. Antonio Meucci fue reconocido, de forma oficial y definitiva, como el inventor del teléfono.
Meucci también creó un nuevo método de galvanización de metales. Además, mejoró los filtros para la depuración del agua e introdujo el uso de la parafina en la fabricación de velas. Pero su obra mayor, el teléfono, nació en un teatro de La Habana.