Lawton, humilde barrio de la Habana, vio nacer en 1932 al que se convertiría en uno de los pilares de la Revolución cubana.
El del sombrero alón y la sonrisa eterna, como aprendimos a llamarlo desde pequeños, cumpliría este 6 de febrero, 91 años.
De niño, Camilo Cienfuegos destacaba como protector de los más pequeños, característica que desarrolló hasta la edad adulta a la defensa de los desprotegidos.
Obligado a abandonar el país por las fuerzas represivas batistianas, Camilo emigra a los Estados Unidos, donde conoce de los planes de Fidel Castro para luchar contra la tiranía. Movido por sus ideales revolucionarios se traslada a México para unirse a la expedición del Yate Granma.
Una vez en territorio cubano participa en disímiles combates entre los que destacan: el ataque al cuartel de La Plata, la toma del cuartel del Uvero, el combate de Mar Verde y los de Pinos de Agua.
El 16 de abril de 1958, tras ser ascendido a Comandante, es promovido a jefe de la Columna 2 Antonio Maceo. En agosto del mismo año comandó la invasión a Occidente junto con Ernesto Che Guevara, operación militar en la que logró trasladar su columna hasta Pinar del Río.
Su deseo de liberar a Cuba de la tiranía batistiana lo llevó a vivir una vida intensa que culminó el 28 de octubre de 1959, a los 27 años, poco después del triunfo revolucionario el 1ro de enero de 1959.
Fidel no se equívoco cuando lo calificó de magníficas y extraordinarias virtudes, valores que permanecen latentes en el pueblo cubano, aún a 63 años de su desaparición física.
