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La investigación del científico francés George Claude revolucionó el mundo el 6 de octubre de 1930 con la prueba de producir electricidad a partir de diferencia térmica del agua de mar. Ante integrantes de la Academia de La Habana, de las Sociedades Geográfica y de Ingenieros de Cuba y de la prensa, quedó evidencia de la marcha de esta primera planta termo-marítima del orbe.
Claude incorporó mejoras al ciclo termodinámico y en lugar del cerrado de D Arsonval propuso el abierto con mayores ventajas. Para ello recibió el apoyo del comercio, la industria y de obreros que propiciaron la puesta en funcionamiento y logró producir 338 kw diarios de energía eléctrica sin consumir apenas combustible.
La iniciativa permitía aprovechar las diferencias de temperatura entre la superficie marítima de la bahía de Matanzas con aquellas aguas más profunda, a casi un kilómetro de hondura.
Más de un millón de pesos costó la inversión que por más de 90 días se mantuvo generando. La planta generadora buscaba demostrar una teoría que posteriormente permitiría el desarrollo de esa fuente de energía en países como Australia, Estados Unidos.
Con el paso de los años los vestigios de este avance tecnológico desaparecieron por completo, con excepción de la poceta que todos llaman la Piscina de Monsieur Claude.