En 1787 se publicó en La Habana el primer libro dedicado a la ciencia. Su autor fue el portugués Antonio Parra y tiene una historia apasionante.
Nacido en Tavira, Portugal, en 1739, Antonio Parra Callado llegó a Cuba en 1763. Era marinero y formaba parte de las tropas españolas que llegaron a La Habana ese año, tras la breve dominación inglesa.
Radicado en Cuba, contrajo matrimonio con la habanera Catarina Gertrudis Muñoz, con la que tuvo varios hijos. Naturalista por afición, desde su arribo comenzó a recopilar ejemplares de animales cubanos, sobre todo marinos. Con estos ejemplares, disecados por él, creó un gabinete o museo, en el cual exhibió al público estos ejemplares. También incluyó animales vivos, entre los cuales estuvieron tortugas, cocodrilos, caimanes y monos.
El contenido de su gabinete lo dio a conocer en el texto titulado Descripción de diferentes piezas de historia natural, las más del ramo marítimo, representadas en setenta y cinco láminas. Se le considera el primer libro de carácter científico que se publicó en Cuba.
Este libro raro y hermoso es una verdadera joya bibliográfica. Las 73 láminas de contiene fueron grabadas en cobre y coloreadas a mano por Manuel Antonio Parra, uno de los hijos de su autor.
Entre las especies que aparecen en el libro hay esponjas, celenterados, crustáceos, equinodermos, peces y tortugas. La mayoría son marinos, e incluyó al manjuarí, pez cubano de agua dulce.
Entre los ejemplares más valiosos que aparecen está la llamada palma de mar, equinodermo marino al que denominó como palma animal. Era la primera ocasión que se llamaba la atención sobre este organismo, lo cual agregó otro mérito al libro de Parra.
En el Museo Nacional de Historia Natural, en Madrid, España, aún se conservan ejemplares disecados incluidos en este libro de 1787. El método que utilizó para conservarlos fue disecarlos, vaciarlos y darles color con barniz.
Fue Parra quien primero describió varias de estas especies. Investigadores como Felipe Poey reconocieron estos aportes al conocimiento de la ictiología cubana.
En el libro de Parra también apareció un capítulo dedicado a la ciguatera. Esta es una forma común de intoxicación alimentaria por ingesta de peces que se alimentan o habitan en los arrecifes coralinos. Al parecer, esta fue la primera vez que se describieron los síntomas de esta enfermedad, que ha sido estudiada ampliamente con posterioridad. Incluso, Parra hizo mención a varios remedios para combatirla, entre ellos el zumo de limón.
Más tarde viajó a España y se vinculó al Real Jardín Botánico de Madrid, del que llegó a ser miembro correspondiente. Durante varios años envió a esta institución semillas y plantas cubanas.
En ese país publicó el texto titulado Discurso sobre los medios de connaturalizar en España los cedros de la Havana, y otros árboles, así de construcción, como de maderas curiosas y frutales (1799). Sin embargo, fue su libro de 1787 el que le dio un lugar de honor en la historia de la ciencia cubana.
Varios estudiosos analizaron el valor científico de la obra, entre ellos el español Ramón de la Sagra, el alemán Juan Cristóbal Gundlach y los cubanos Felipe Poey, José Antonio Saco, Eusebio Valdés Domínguez y Francisco Jimeno.
En 1987, en ocasión de su bicentenario, fue publicada en La Habana una versión facsimilar de este libro, acompañada por un estudio biográfico sobre Antonio Parra, escrito por Armando García González. (ALH)