En la primera mitad del siglo XIX, el ingeniero francés Jules Sagebien realizó obras de gran significación para el desarrollo socioeconómico de Matanzas.
En el valioso libro Matanzas, primera urbe moderna de Cuba (2017), la investigadora Alicia García Santana expresó:
“Inspirada en los ideales urbanos preconizados a partir del siglo XVI, Matanzas es, por tanto, la primera urbe moderna de Cuba y una de las pocas de Hispanoamérica. En el XX se transformó en un poderoso enclave, cuyo puerto fue uno de los más prósperos del país en virtud del desarrollo de las plantaciones de café y azúcar en su jurisdicción. La población creció de modo violento, floreció desde el punto de vista arquitectónico, pero mantuvo su trazado gracias a la conciencia que los pobladores tuvieron de la modernidad de la urbe. El resultado es una de las ciudades más coherentes y bellas de Cuba”.
Entre los que contribuyeron al engrandecimiento constructivo de la ciudad estuvo el francés Jules Sagebien, cuyo legado ha llegado a nuestros días.
Un ingeniero francés
Nacido el 17 de agosto de 1796, en Boufflers-en-Ponthieu, Picardia, Francia, Jules Sagebien recibió la formación elemental como carpintero en el taller de un maestro de París. En busca de trabajo se trasladó a San Petersburgo, Rusia, con la intención de ser ayudante de un artesano francés. Una casualidad, llegar después de la salida del barco que lo llevaría, lo hizo cambiar el rumbo hacia Nueva York, Estados Unidos.
Allí conoció al arquitecto francés Esteban Best, quien recién había sido contratado para trabajar en una desconocida ciudad de la isla de Cuba. Lo invitó a acompañarlo y Sagebien aceptó rápidamente. Era 1818 y la ciudad cubana, casi una desconocida en aquella fecha, tenía un sugestivo nombre: Matanzas. El paso del tiempo demostró que había sido, quizás, la mejor decisión de su vida, quien incluso asumió su nombre españolizado: Julio Sagebien.

Aunque en los documentos más antiguos que se conocen, Jules Sagebien aparece como arquitecto, después fue mencionado como ingeniero civil, profesión que entonces no era reconocida en España ni en Francia. Sin embargo, por sus preceptos estéticos fue seguidor de la Ecole Polytechnique de París, fundada en 1794. Al llegar a Matanzas tendría amplias oportunidades de demostrar sus aptitudes y conocimientos.
Además de las obras que diseñó o construyó en Matanzas, Jules Sagebien formó una familia matancera. El 10 de febrero de 1824 contrajo matrimonio con la joven matancera Demetria Josefa Delgado Guerra (1806-1892), con la cual tuvo varios hijos. Este francés, a quien tanto debe Matanzas, vivió en nuestra ciudad hasta 1847.
El edificio de la Aduana
En 1818 Esteban Best se comprometió a ejecutar el proyecto del edificio de la Aduana de Matanzas, que comenzó a ejecutarse. En medio de la construcción, el 7 de noviembre de 1820, se desplomó parte de la fachada y Best fue apresado. Se determinó entonces la reconstrucción del edificio y fueron presentadas propuestas por Lorenzo Pedraja y Jules Sagebien. El proyecto que se seleccionó fue el de Sagebien, que concibió como objeto central la eliminación del segundo piso previsto para el edificio.

El 9 de noviembre de 1825 se firmó el contrato entre la Real Hacienda y Jules Sagebien para “…hacer el desmonte y desbarate del segundo cuerpo de la casa que se construyó para Aduana…” y reedificarla. Sagebien realizó los cambios necesarios para respetar la disposición del edificio con algunos ajustes indispensables. Se destacó la primera mención documental, que se conoce, a la llamada “persianería a la francesa”, así como a la instalación de un pararrayos en un inmueble cubano. Concluidas las labores de reconstrucción, el edificio de la Aduana de Matanzas se inauguró en 1826.
Acerca de la significación de este edificio, planteó Alicia García Santana:
“La aduana, primera obra de Sagebien en Matanzas, provocó una verdadera conmoción a los efectos de la localidad, al contrastar con las mayoritarias construcciones de modesta factura de una ciudad que no había fijado su forma urbana por carecer de plazas definidas, calles pavimentadas, alumbrado y servicios ciudadanos…”.
En 1911 en edificio la aduana se remodeló, al modo del eclecticismo, por la empresa de W. Armitage. Desde entonces fue sede de la audiencia y el juzgado. De acuerdo con Alicia García Santana
“Se construyeron habitaciones altas en los extremos similares a torres, se estableció una terraza sobre el área del pórtico a la calle y el cuerpo del edificio se retranqueó hacia el fondo, también dispuesto en dos niveles, en un proyecto de buena factura debajo del cual, no obstante, quedó la obra de Best y Sagebien, de tanta significación para la historia de la arquitectura cubana del siglo XIX”.
Ante el auge que iba adquiriendo el comercio por el puerto de Matanzas, en 1829 el Conde de Villanueva, Intendente de Hacienda, solicitó a Jules Sagebien un proyecto para la construcción de una nueva aduana. De acuerdo a lo planteado por el francés, se situaría en el barrio de Versalles, frente al Cuartel de Santa Cristina. Este proyecto no fue ejecutado.
El Cuartel de Santa Cristina
Jules Sagebien también participó en la construcción del Cuartel de Santa Cristina, aunque no fue el autor del proyecto. Este fue elaborado por el ingeniero Manuel Ubiña. Se ubicó en el barrio de Versalles, en dirección del castillo de San Severino. Se le consideró, por su gran monumentalidad, uno de los primeros de su tipo en Cuba. Sobresalió, además, por su funcionalidad, razón por la cual cumplió con su objeto social por más de un siglo.

En 1902 fue remodelado con motivos de inspiración y en 1952 recibió el nombre del patriota Domingo Goicuría. Ese año recibió una remodelación capital de tipo protorracionalista, que le dio su actual fisionomía. Desde inicios de la Revolución lo ocupa el Centro Escolar Mártires del Goicuría.
El Hospital de Santa Isabel
De 1825 datan las primeras referencias acerca de la necesidad de construir un edificio adecuado para el hospital de Matanzas. En 1827 la idea fue calorizada por el Conde de Villanueva. El 11 de septiembre de 1830 Julio Sagebien culminó los planos para ejecutar su construcción. El francés fue, junto a Joaquín Arrieta, el constructor de la obra.

Fue emplazado en el barrio de Versalles, cerca del ya construido Cuartel de Santa Cristina. Julio Sagebien lo concibió como un edificio de tres pisos. La primera piedra se colocó el 19 de noviembre de 1834 y se dedicó a Santa Isabel, en honor a la reina Isabel II. Se dio por concluido el 24 de julio de 1838, momento en el que abrió sus salas al público.
Este edificio es considerado el más sobresaliente de los construidos por Julio Sagebien. Aún hoy su imponente fachada es visible desde varios puntos de la ciudad. Se amplió en varias oportunidades a lo largo de un siglo. A finales del siglo XIX se utilizó como hospital militar y en 1900 pasó a llamarse Hospital Civil. Décadas después se remodeló, con cambios significativos, según una visión protorracionalista. Hoy alberga el Hospital de Maternidad.
La nueva cárcel
Para 1837 era indispensable la construcción de una nueva cárcel en la ciudad de Matanzas. Con ese propósito, Julio Sagebien diseñó un plano y calculó un presupuesto de 40 916 pesos. Se previó que ocupara parte de la Plaza de San Francisco o Fernando VII, entre las actuales calles Contreras, Milanés, Dos de Mayo y América. En su concepción el ingeniero francés siguió criterios reconocidos para los edificios penitenciarios.

El 16 de septiembre de 1840 se colocó y bendijo la primera piedra del nuevo edificio, con todo el protocolo de la época. En 1843 estuvo concluido en lo fundamental, aunque en 1848 aún se realizaban acciones constructivas. Aunque parece que no se llegó a completar el proyecto original de Julio Sagebien, tuvo una fachada neoclásica relevante en el panorama arquitectónico de la ciudad. Décadas más tarde el edificio fue la sede del Centro Escolar Félix Varela. Años después se demolió y en su lugar se construyó el edificio del Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas.
De puentes y ríos
La huella del francés Jules Sagebien en Matanzas es evidente, sobre todo, en los puentes de la ciudad y el territorio matancero. Estos conformaron la parte más destacada y sistemática de su quehacer como ingeniero. Sobresalieron los relativos al cruce del río San Juan, por la necesidad del traslado de mercancías hacia el puerto de la ciudad.
En 1826 Jules Sagebien presentó un proyecto de puente de cantería sobre la desembocadura del río San Juan, del que se conserva la representación en un plano firmado por él mismo. Se considera una idea de gran envergadura, muy superior a las presentadas en momentos anteriores por otros ingenieros, que demuestra la preparación del ingeniero francés. Iba acompañado del proyecto de un puente de madera en la Carnicería, para garantizar el paso de animales y mercancías. Esta propuesta no se tuvo en cuenta por falta de fondos.
Dos años después, en 1828, Jules Sagebien presentó el plano de un nuevo puente de madera, que debía ser construido en la Carnicería, donde hoy está el llamado Puente de San Luis. Este se consideró poco viable y surgió entonces la propuesta del síndico José Pizarro de construir un puente de hierro, inspirado en el construido en Jamaica. Esta fue la primera vez que se sugirió esta idea en Cuba. Aunque Sagebien consideró esa posibilidad y elaboró un proyecto, este tampoco se ejecutó.

Jules Sagebien diseñó, sobre la base de los proyectos anteriores para la desembocadura del San Juan, el nuevo puente conocido como de San Luis o de la Carnicería. En 1831 presentó el proyecto, que más tarde analizó el ingeniero militar Fernando Laserna, quien propuso algunos cambios. Este puente se inauguró el 19 de noviembre de 1834. Tras los cambios propuestos por Laserna, Sagebien fue, en realidad, constructor de este puente.
La construcción de un nuevo puente sobre el río Yumurí también estuvo entre los aportes de Jules Sagebien. Este proyecto lo realizó en 1824, se puso en práctica de forma inmediata y se concluyó el 17 de octubre de 1825. Años más tarde, en 1840, el propio Sagebien reforzó el entarimado de la plataforma con barras de hierro.
El otro río de la ciudad de Matanzas, el Canímar, también recibió la huella de Julio Sagebien. A finales del año 1827 el ingeniero francés elaboró una propuesta, dirigida a la construcción un puente para salvar su cauce, que no se construyó, a pesar de las modificaciones que le realizó en 1830. Otros proyectos que elaboró para el río Canímar consistieron en un andarivel y un puente represa, que propuso entre 1834 y 1837.
Como puede verse, Jules Sagebien tuvo protagonismo en numerosas propuestas dirigidas a la construcción de puente sobre todos los ríos de la ciudad.
Otras obras
Durante el proceso de expansión del ferrocarril en la provincia de Matanzas, la figura de Jules Sagebien también fue muy importante. Tuvo una intensa actividad como ingeniero en el trazado de vías férreas y la construcción de puentes para salvar diversos obstáculos. Fue quien diseñó y construyó el puente sobre río Cochino, en Colón; el puente sobre el río San Andrés, el puente sobre el arroyo Naranjo, entre Guareiras y Manguito, y el puente sobre arroyo Palmillas, entre Banagüises y San José de los Ramos.

También tuvo participación en la propuesta de un nuevo edificio para la Aduana Marítima, la construcción de la residencia de Juan Bautista Coffigny, en la calle Río, y del palacete de Joaquín Arrieta en la calle Contreras, así como en el reacondicionamiento de la Plaza de armas. Además, rehízo una de las torres de la catedral de San Carlos Borromeo y trabajó en lo relativo a la conducción de aguas a la ciudad.
El adiós
Después de establecerse en Cuba, Jules Sagebien sólo volvió a Francia en 1839. Fue un viaje en compañía del empresario Joaquín Arrieta, en e cual estudió nuevas técnicas constructivas, sobre todo vinculadas al ferrocarril. Tras salir de Matanzas en 1847 realizó importantes obras en La Habana, entre las que sobresalió la construcción del Palacio de Aldama.
En 1860 volvió a Francia, acompañado de su familia. Se estableció en su pueblo natal, donde murió en 1867. Había dejado un legado importante en Cuba, pero sobre todo en Matanzas, la ciudad que más disfrutó de sus desvelos como ingeniero y constructor. En este sentido, la Atenas de Cuba le debe muchísimo al francés Jules Sagebien.
Durante años, Jules Sagebien fue un desconocido para la historia matancera y cubana. En las últimas décadas, estudiosos como el francés Jacques Beal y los cubanos Alicia García Santana, Luis R. González Arestuche y Ramón Recondo Pérez, entre otros, han rescatado su figura y su legado. Muy valiosos han sido las investigaciones de Ignacio J. López Hernández, por la profundidad de sus indagaciones y la enorme cantidad de detalles que ha revelado, los cuales han permitido valorar con justicia la huella de Jules Sagebien en Cuba y en Matanzas.