El 12 de mayo es el Día Mundial de la Enfermería. La fecha recuerda a Florence Nightingale, conocida como “la dama de la lámpara”.
En la edición del 8 de febrero de 1855, entre noticias de la Guerra de Crimea, el periódico The Times, editado en Londres, dio a conocer la labor abnegada de una enfermera:
“Sin exageración alguna es un «ángel guardián» en estos hospitales, y mientras su grácil figura se desliza silenciosamente por los corredores, la cara del desdichado se suaviza con gratitud a la vista de ella. Cuando todos los oficiales médicos se han retirado ya y el silencio y la oscuridad descienden sobre tantos postrados dolientes, puede observársela sola, con una pequeña lámpara en su mano, efectuando sus solitarias rondas”.

Dos años después, en noviembre de 1857, el poeta estadounidense Henry W. Longfellow publicó, en la revista The Atlantic Monthly, el poema “Santa Filomena”. Lo dedicó a esa misma enfermera:
“Los heridos en la batalla, en lúgubres hospitales de dolor;
los tristes corredores, los fríos suelos de piedra.
¡Mirad! En aquella casa de aflicción
Veo una dama con una lámpara.
Pasa a través de las vacilantes tinieblas y se desliza de sala en sala.
Y lentamente, como en un sueño de felicidad,
el mudo paciente se vuelve a besar su sombra,
cuando se proyecta en las oscuras paredes”. (…)
“Una dama con una lámpara se yergue en la gran historia de la tierra,
un noble ejemplo de bondad, una feminidad heroica.
Ni siquiera faltarán aquí la palma, el lirio y la lanza,
los símbolos que antaño llevó Santa Filomena”.
Desde ese momento, la enfermera a la que hacían mención se le conoció como “la dama de la lámpara”. Su nombre era Florence Nightingale y en su honor se celebra cada 12 de mayo el Día Mundial de la Enfermería.
Nace una heroína
Aunque siempre se consideró inglesa, Florence Nightingale nació en la ciudad de Florencia, Italia, el 12 de mayo de 1820. Esa fue la razón de su nombre. Desde muy joven anunció la decisión de dedicarse a la enfermería, lo cual asumió como una vocación inspirada en Dios. Con el objetivo de prepararse para asumir esa tarea realizó un viaje por Francia, Italia, Suiza, Grecia, Egipto y Alemania. Las experiencias que conoció en la comunidad religiosa luterana de Kaiserswerth conformaron definitivamente su visión acerca de la enfermería. Al regresar a Inglaterra en 1853 asumió el cargo de superintendente en el Instituto para el Cuidado de Señoras Enfermas, en Upper Harley Street, Londres.

Al año siguiente, ante una solicitud de Sidney Herbert, amigo de la familia Nightingale y secretario de Guerra en el gobierno se decidió a viajar al Imperio Otomano. Su misión era atender a las víctimas de la guerra entre Rusia y este país, que contaba con el apoyo de Francia e Inglaterra. La acompañaron 38 enfermeras, quienes se enfrascaron en una ardua actividad para mitigar las terribles secuelas de los combates. Fue la primera vez que se les permitió a las mujeres servir oficialmente en el ejército británico. En noviembre de 1854 ya estaban ubicadas en el cuartel de Selimiye, Scutari, un distrito del actual Estambul. Al llegar constató los problemas que afectaban la salud de la tropa: falta de suministros médicos, higiene deficiente, proliferación de infecciones y alimentación inadecuada de heridos y enfermos.

La dedicación de Florence Nightingale y sus compañeras en el hospital de guerra instalado en Scutari se hizo famosa. Implementó de inmediato una serie de medidas que fueron mejorando la situación. Durante su estancia allí reunió numerosas observaciones que más tarde fueron utilizadas por la Comisión Real para la Salud en el Ejército, creada para mejorar las condiciones sanitarias de las tropas británicas. Esto fue de gran importancia para su desempeño futuro como enfermera y para el legado científico que hizo a su especialidad.

Antes de terminar la Guerra de Crimea ya Florence Nightingale era una celebridad mundial. Inspirado en ella se creó el Fondo Nightingale, gracias al cual se inauguró, el 9 de julio de 1860, la Escuela de Entrenamiento Nightingale en el hospital Saint Thomas. Este centro de formación de enfermeras aún existe, con el nombre de Escuela Florence Nightingale de Enfermería y Partería, adscrito al King’s College de Londres.
Mujer de ciencia
Además de una enfermera notable, con una valentía personal a prueba de prejuicios y tradicionalismos, Florence Nightingale está considerada una mujer de ciencia. El primer libro que publicó fue Notas sobre enfermería: Qué es y qué no es (1859), que se adoptó como texto en la Escuela Nightingale y en otras instituciones para la formación de enfermeras en Europa y los Estados Unidos.

También fue autora de los libros Notas en cuestiones que afectan la salud, la eficiencia y la administración hospitalaria del Ejército Británico (1858) y Notas sobre hospitales (1863). Gracias a sus ideas se estableció desde 1860 el cuidado de enfermos a domicilio en Inglaterra y en Irlanda. Esto elevó la significación de la enfermería al servicio de la sociedad y se considera un antecedente del Servicio Nacional de Salud, establecido en el Reino Unido en 1950.

El ejemplo de Florence Nightingale sirvió de inspiración para las enfermeras durante la Guerra de Secesión en los Estados Unidos. El gobierno de Abraham Lincoln tuvo en cuenta sus experiencias para organizar el servicio de sanidad militar. Fue mentora de Linda Richards, una de las primeras enfermeras profesionales estadounidenses.

Florence Nightingale pasó a la historia, además, por la utilización que hizo de la estadística de los enfermos y muertos durante la Guerra de Crimea. Para ello utilizó un gráfico circular que hoy se conoce diagrama de la rosa de Nightingale. Este es equivalente a un moderno histograma circular y lo utilizó en sus informes al parlamento británico y otros funcionarios. De esta forma ingeniosa demostró el desastre sanitario tras la contienda, donde la mayor parte de las muertes fue a causa de enfermedades prevenibles.

Las últimas décadas de su vida elaboró varios informes estadísticos sobre las condiciones sanitarias en las zonas rurales de la India. Basada en ellos propuso medidas para mejorar la sanidad pública en la entonces joya de la Corona británica. Logró la creación de una Comisión Real que puso en práctica las medidas que había considerado. Ya para 1873 se pudo constatar el éxito de sus propuestas. Sin embargo, Florence Nigthingale nunca pudo viajar a la India. Así lo recordó el escritor uruguayo Eduardo Galeano en la crónica “Florence”, que apareció en el libro Espejos, una historia casi universal (2008).

Por sus aportes a la bioestadística, Florence Nigthingale fue nombrada en 1858 miembro de la Royal Statistical Society. Fue la primera mujer que ingresó en esta asociación científica. En 1874, se le concedió el título de miembro honorífico de la American Statistical Association. Con estas acciones se reconoció el aporte de su genio matemático.
Legado luminoso
El principal legado de Florence Nightingale fue su papel decisivo en la fundación de la enfermería moderna como profesión especializada. En 1883 la reina Victoria le otorgó la Real Cruz Roja. Recibió en 1907 la Orden del Mérito, de manos del Rey Eduardo VII, primera vez que se confirió a una mujer. En 1908 se le entregaron las Llaves de la Ciudad de Londres. El año 2010, centenario de su fallecimiento, fue declarado Año Internacional de la Enfermera.

Inspirado en ella se creó en 1893 el Juramento Florence Nightingale, en la escuela de enfermería Ferrand, del Hospital Arpar de Detroit. Es equivalente al Juramento Hipocrático de los médicos:
“Juro solemnemente ante Dios y en presencia de esta asamblea llevar una vida digna y ejercer mi profesión honradamente. Me abstendré de todo cuanto sea nocivo o dañino, y no tomaré ni suministraré cualquier sustancia o producto que sea perjudicial para la salud. Haré todo lo que esté a mi alcance para elevar el nivel de la enfermería y consideraré como confidencial toda información que me sea revelada en el ejercicio de mi profesión, así como todos los asuntos familiares en mis pacientes. Dedicaré mi vida al bienestar de las personas confiadas a mi cuidado”.
El trabajo que desarrolló Florence Nightingale en la Guerra de Crimea inspiró la creación de la Cruz Roja Británica en 1870. En 1912, el Comité Internacional de la Cruz Roja estableció la Medalla Florence Nightingale. Esta es entregada cada dos años a enfermeros o auxiliares de enfermería por servicios relevantes en este campo.

Se plantea que Florence Nightingale adquirió en Crimea brucelosis crónica, una infección que causa fiebre, depresión y dolor. Otros autores consideran que la espondilitis fue la causa de la mala salud que la aquejó desde 1857. No obstante, desde su lecho de enferma no cejó en sus empeños por dotar a la enfermería de una base científica marcada por el humanismo. Así la encontró la muerte, a los noventa años, el 13 de agosto de 1910. El ejemplo que legó ha servido de inspiración a millones de mujeres y hombres de todo el mundo.

La voz de Florence Nightingale fue registrada en una grabación fonográfica de 1890, que se preserva en la British Library Sound Archive. En ella planteó sobre su luminoso legado:
“Cuando ya no sea ni siquiera una memoria, tan sólo un nombre, confío en que mi voz podrá perpetuar la gran obra de mi vida. Dios bendiga a mis viejos y queridos camaradas de Balaclava y los traiga a salvo a la orilla. Florence Nightingale”.