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Mi Ciudad, mi Hogar, mi Matanzas

El amanecer trasluce sus esencias con los matices del día. Sobre el escenario azul nace quien pareciera bendecir la urbe con su calor canicular. Posados en sus barcos, a lo lejos, emergen las siluetas de los pescadores. Lanzan sus redes y quedan las instantáneas perpetuas en la memoria.

Foto: Rigoberto León

Matanzas, desde cualquier punto eres fotografía, poesía e inspiración.

Foto: Rigoberto León

Sobre tu bahía nace la vida. Allí queda la sangre de españoles, el coraje de los indios, el sudor del negro, la estirpe del criollo y el blanco. Sobre los muelles todavía calan los barcos en busca de azúcar para edulcorar tu historia.

Foto: Rigoberto León

Pudiera llamarte Bellamar, Yucayo, Yumurí, Atenas, Paraíso, pero me conformo con nombrarte “mi ciudad”. La misma que pudo verme nacer, crecer, la que me adopta y me cura con sus imágenes que encantan. Pudiera pintarte de mujer, de mar, de aire, de verde como tus paisajes, pero insisto en dibujarte con los tonos de mi hogar.

Foto: Rigoberto León

Hoy quisiera besarte toda por tus puentes, beber de tus manantiales la pureza y correr por las venas de tus ríos. Abrazarte como te abrazan ellos, el San Juan, el Canímar y el Yumurí.

Foto: Rigoberto León

Quisiera yo enlazarte, atarte a mí de punta a punta, como lo hacen tus puentes; pasarelas que resurgen como identidad para mezclar horizontes, amores, nostalgias y esperanzas. Anhelo volver a ser chico para volar desde la punta de los puentes hasta el río y que la adrenalina transite por mi cuerpo, otra vez, escalando tus estructuras de acero o concreto.

Acrónimos tienes miles. Ciudad de ríos, puentes, poetas, Venecia, Atenas, ciudad dormida y despierta por su encumbrada cultura, pero yo insisto en llamarte “mi ciudad”

Foto: Rigoberto León

Tu folclore mueve, retumba, eriza la piel y enamora. Tus ritmos se combinan de esquina a esquina. Suena el danzón, la rumba, el mambo y pertrechan la cubanía. Pero yo, acelerado, digo que se llama matanceridad.

Todavía se cuela por las entrañas el olor a salitre, playa y peces, ese que en la distancia resulta necesario.

¡Y qué decir de la mirada que se pierde sobre el Valle del Yumurí y de ese aire puro que navega por mis arterias! Del pedazo de paraíso que trajo un dios a esta tierra para enamorar a sus nativos y visitantes.

Foto: Rigoberto León

Quisiera que, en tu aniversario, sí, el trescientos treinta, volvieran sobre las calles los textos de tus poetas enamorados; que, a los pies del Pan, rendida cayera toda una ciudad en busca de los secretos de tus cavernas.

Ellos pintan cada día tu música, tus letras, tus bailes, tu historia. Ellos, tu gente, son tu alma, Matanzas. Los que recorren cada centímetro de tierra y mar en busca de esa imagen que te hace sentir que estás de regreso a casa.

Pudiera sonar terrorífico, ardiente, incluso apoteósico, pero para este ser, incluso en la distancia, eternamente, serás “mi Matanzas”. (ALH)

Foto: Rigoberto León

 

Acerca Karel Ricardo Roque

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