En este 2025 se cumplen 160 años de la fundación del Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas.
Los historiadores matanceros Esperanza Sánchez y Raúl Ruiz publicaron en 1981 el libro El Instituto de Matanzas, centro de tradición revolucionaria. Esta obra se dedicó, en lo fundamental, a profundizar en la participación de esta institución en las luchas revolucionarias durante la colonia y la república burguesa. En la introducción, los autores destacaron que
“…la rica historia de este centro puede revelar aún matices históricos importantes. Esclarecerlos ha de ser tarea de futuros trabajos”.
Un aspecto sobresaliente de la historia del Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas es la que se relaciona con los aportes que realizó a la ciencia en el territorio yumurino.
Los inicios
El 10 de octubre de 1864 abrió sus puertas en Matanzas el Instituto de Aplicación. En él se expedían los títulos de Agrimensor, Perito Tasador de Tierra, Perito Mercantil, Perito Químico y Perito Mecánico. El plan de estudios incluyó diversas asignaturas de ciencias: Aritmética razonada, Álgebra, Nociones de topografía, Geometría, Trigonometría, Historia, Física, Dibujo lineal, Teneduría de libros, Química aplicada, Geografía y Geografía estadística comercial, Mecánica industrial, Nociones de historia natural y Economía política. Además, se impartían clases de idioma Inglés y Francés.
El Instituto de Aplicación funcionó según el reglamento de los establecimientos de segunda enseñanza, pues desde su inauguración se tuvo en mente la ampliación del mismo y su conversión a un Instituto de Segunda Enseñanza. Su vida fue efímera, solo duró un año. En julio de 1865 se añadieron nuevas asignaturas al plan de estudios: Gramática, Latín, Griego, Historia Sagrada y Religión, Psicología, Lógica y Moral. Es con la introducción de estas materias que el instituto comienza realmente a ser de segunda enseñanza.
Al estallar la Guerra de los Diez Años en 1868, el Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas radicaba en Milanés y Zaragoza. El claustro constaba con 17 profesores. Fue cerrado por las autoridades españolas el 15 de septiembre de 1871. Hubo que esperar al fin de la contienda para que volviera a establecerse.

El 1 de octubre de 1883 reabrió el Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas, en un local de la calle Medio. Entre los nuevos alumnos se encontraba Domingo Russinyol Molins quien sería posteriormente en distintas etapas profesor, secretario, vicedirector y director del centro. En 1892 la Diputación Provincial quedó encargada del mismo y en 1895 le fueron añadidas dos cátedras: Dibujo Lineal y Dibujo Natural.
Durante la primera intervención militar norteamericana se suprimieron las asignaturas Historia de España y Religión. Se agregaron Instrucción Cívica, Historia de América, Historia de Cuba y Ejercicios Calisténicos. En 1900, como parte del plan propuesto por Enrique José Varona, secretario de Instrucción Pública, hubo nuevas modificaciones. Consistieron en tres cursos de Matemáticas, tres cursos de Gramática y Literatura Castellana, Inglés o Francés, Geografía e Historia Universales, Física, Química, Nociones de Cosmología, Introducción a la Biología, Historia Natural, Lógica, Nociones de Psicología, Enseñanza Cívica e Introducción a la Sociología. Como complemento provisional se crearon la Escuela de Agrimensura y el Curso Preparatorio.

Entre 1900 y 1903 se desarrollaron cursos dirigidos a la certificación de maestros primarios. En 1903 el instituto se trasladó al edificio situado en la esquina de Milanés y Santa Teresa. Durante el gobierno del general Mario García Menocal, en 1917, comenzaron las gestiones para la construcción de un edificio adecuado para el Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas. La obra estuvo a cargo del ingeniero y arquitecto Mario Bernardo Lens Díaz, graduado del propio centro en 1906. El 1 de mayo de 1921 se inauguró el nuevo edificio. Este contó con locales adecuados para los laboratorios de Física y Química, y los gabinetes y museos de Anatomía e Historia Natural. Este edificio fue ampliado y remodelado en 1946.
Los profesores
Desde la creación del Instituto de Aplicación en 1864 la ciencia ocupó un lugar de primer orden. Entre los profesores de materias científicas estuvieron Juan F. Sánchez Bárcena, Bernabé Maydagán, Juan de Melo, Bernardo C. Núñez de Villavicencio, Francisco Valdés Rodríguez y Sixto Lima. De ellos se destacó, sobre todo, el primero, quien fue un prolífico autor de libros sobre ciencia y tecnología, lo que realizó con un sentido moderno de divulgación tecnológica, dirigido a preparar favorablemente a la opinión pública matancera en relación con su proyecto para el abasto de agua a la ciudad.
Al año siguiente, cuando abrió sus puertas el Instituto de Segunda Enseñanza, fueron nombrados catedráticos varias personalidades de la ciencia matancera. Fue el caso del médico Juan F. Prieto, en Física y Química; el médico Domingo Cartaya, en Griego; el naturalista y botánico Sebastián A. de Morales, en Historia Natural y Nociones Teórico-Prácticas de Agricultura, y el ingeniero Ramón M. Estévez, en Mecánica Industrial y Química Aplicada. Otros fueron el historiador Emilio Blanchet en Francés y el pedagogo Ildefonso Estrada y Zenea en Aritmética Elemental.
Tras la reapertura del Instituto de Segunda Enseñanza en 1883, el claustro estuvo conformado por Manuel Hernández Valdés como director y Eduardo Díaz Martínez como secretario. Los catedráticos que iniciaron esta etapa fueron Mateo I. Fiol, Agustín Penichet Hernández, Octavio Giberga Galí, Bernardo Bordenave Sánchez, Manuel Romero Torrado y Menéndez, Alejandro Muxó Pablos, Claudio Dumás Franco, Antonio Utrilla y Pérez, Nicasio Silverio Armas, Evelio Rodríguez Lendián y Severino Abascal García.
Entre ellos se destacó en la ciencia cubana el médico y naturalista Eduardo Díaz Martínez, quien poco después asumió la dirección entre 1885 y 1904. Era catedrático de Anatomía, Fisiología e Higiene, y Agricultura. Fue electo académico corresponsal en Matanzas de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de la Habana el 29 de enero de 1891 y de la Sociedad de Estudios Clínicos de La Habana el 4 de febrero de 1891. Estuvo entre los asistentes a la excursión de maestros cubanos a la Universidad de Harvard en 1900.
Por su parte, Mateo I. Fiol sobresalió inicialmente como profesor de Latín y Castellano, pero después desempeñó las cátedras de Geografía e Historia Universales y de Psicología, Lógica, Ética, Retórica y Poética. Fue una figura destacada en el estudio de la Psicología en Cuba, además de un prominente patriota en la lucha por la independencia. Ganó, en 1901, por oposición, las cátedras de Lógica y Cívica en el Instituto, lo cual le permitió desarrollar una ardua labor educativa en los inicios de la República.
Otro profesor que se destacó en la ciencia cubana fue Evelio Rodríguez Lendián. Aunque estuvo poco tiempo en Matanzas, prestigió el claustro del Instituto de Segunda Enseñanza. Fue decano de la Facultad de Letras y Ciencias de la Universidad de La Habana y director de su revista. Sobresalió como profesor universitario de Historia de América e Historia Moderna. Fue fundador y presidente de la Academia de la Historia de Cuba. También deben ser mencionados el pedagogo Claudio Dumás y el médico y naturalista Severino Abascal.
Después de la instauración de la República en 1902 otros profesores se fueron incorporando al Instituto de Segunda Enseñanza. Algunos de ellos tuvieron un alto prestigio como hombres de ciencia en la primera mitad del siglo XX cubano. Es el caso de Domingo Russinyol Molins, quien fue director por varios años.
Otro a mencionar es Miguel Garmendía Rodríguez. En 1892 ocupó el cargo de Profesor Auxiliar Interino de la Sección de Letras, la cual ocupó de forma oficial en 1898. Al año siguiente se le designó catedrático de la Clase Popular de Gramática Castellana. También fue vicedirector del Instituto entre 1900 y 1902. A partir del curso 1920-1921 ocupó la Cátedra de Estudios Generales. En este prestigioso centro impartió varias asignaturas, entre ellas Retórica y Poética, Gramática Castellana, Literatura Castellana, Literatura Histórica y Psicología, Lógica y Ética.
A esta lista debe agregarse Luis Cuní Varela. Desde el 20 de marzo de 1905 fue designado catedrático supernumerario del Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas. En 1911 tomó posesión de la Cátedra “G” (Historia Natural, Nociones de Cosmología e Introducción a la Biología), la cual desempeñó primero de forma interina y después ocupó en propiedad por más de tres décadas.
Uno de los profesores más venerados fue el naturalista Salvador de la Torre y Huerta, representante principal en el Instituto de una familia de científicos y patriotas. Profesor del centro en los últimos años de su vida, labor que compartió con sus hijos, fue figura central del claustro y un autor prolífico.

También deben mencionarse el geógrafo Salvador Massip Valdés, los pedagogos Arturo Echemendía Molino y Eduardo Meireles Brito. Además, los historiadores Edilberto Marbán Escobar y Elio Leyva Luna, y el naturalista Gonzalo Cuní Valera. En los años 50 se incorporaron personalidades de la talla de los matemáticos Luis Davidson San Juan y Josefina Maqueira Majans, los naturalistas Alfredo de la Torre Callejas y José F. Wegener González, entre tantos otros que hicieron del Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas un centro de gran prestigio científico.
Al tratar sobre el Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas, Adolfo Dollero destacó:
“Han salido del Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas profesionales muy distinguidos y varios de sus actuales catedráticos : entre los últimos, los doctores Gonzalo Cuní, Arturo Echemendía, Domingo Russinyol, etc., y entre los primeros los médicos Ángel A. Aballí, Luis D. Díaz, Filomeno Rodríguez, Juan F. Tamargo, Armando Carnot, los abogados Enrique J. Varona (alumno libre), Evaristo Avellanal, del Tribunal Supremo; Raúl Trelles y Govín, magistrado; etc., D. Ramón García Font, catedrático de la Escuela de Ingenieros, y cien otros no menos dignos de ser citados”.
Los medios de la ciencia
Desde sus primeros años, en el Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas se prestó interés por la creación de los medios necesarios para la enseñanza de las ciencias. Entre ellos se destacó el Gabinete de Historia Natural, que décadas más tarde llegó a conformar el célebre Museo Jimeno-La Torre. En un informe de 1867, el director José Quintín Suzarte informó al respecto:
“El Gabinete de Historia Natural del Instituto de esta ciudad no ha permanecido estacionario, pues se ha enriquecido con una hermosa colección de maderas del país, con otra de minerales y con multitud de aves, peces, crustáceos y chellonianos, que figuran en un nuevo y espacioso armario de cristales”.

Lo mismo sucedió con la creación de los gabinetes de Física y Química, que llegaron a ser con el tiempo laboratorios muy completos. En este mismo informe se expresó:
“…los gabinetes de Física y Química han hecho también algunas adquisiciones, y para la clase de Agrimensura se han comprado un grafómetro de anteojo y círculo entero, una lienza y un doble decámero de acero”.
En 1885 apareció consignada en el presupuesto del centro una asignación para una biblioteca, aunque poco pudo hacerse. A finales de 1898, el director doctor Eduardo Díaz Martínez concibió la idea de reabrir la Biblioteca Pública de Matanzas y anexarla al Instituto. Esto fue aprobado y se nombró bibliotecario el destacado bibliógrafo Carlos Manuel Trelles. En ese momento la sede radicaba en la calle Jovellanos No. 4.

En 1899 se creó un Observatorio Meteorológico en el Instituto, para el cual se construyó un local. El techo, que era de un material especial según noticia publicada en el Diario de la Marina, lo donó el abogado matancero Alberto Madan, quien lo adquirió en los Estados Unidos.

A finales del siglo XIX el Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas adquirió numerosas piezas del museo particular de Francisco Jimeno. A esto se unieron, además de las colectas propias del centro, la donación que realizó el sabio Carlos de la Torre y Huerta. En honor a ambos el Museo de Historia Natural pasó a llamarse Museo Jimeno-La Torre, que fue un referente a nivel mundial.
Otros espacios científicos destacados fueron los laboratorios de Física y Química, así como el Museo o Gabinete de Anatomía. Estos fueron, durante largo tiempo, los mejores de la ciudad y la provincia.
La divulgación
Otra faceta de la ciencia en el Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas lo fue la divulgación científica. Esta se manifestó, en primer lugar, en las publicaciones de sus profesores, quienes editaban los libros a utilizar como textos en cada asignatura. Eduardo Díaz, por ejemplo, publicó Ligeras nociones de historia natural; para uso de los alumnos de la asignatura (1884). También fue autor de Programa de agricultura (1896) y Ciencias naturales (1902).
Mateo I. Fiol también publicó sus propios libros de texto. Los primeros fueron Compendio de gramática latina, conforme al método de Burnuf (1883) y Programa de Latín y Castellano. Primer curso (1883). También editó Geografía elemental de la Isla de Cuba (1891) y Nuevo sistema de taquigrafía (1902). Para contribuir a la formación ciudadana de los cubanos, en un período crítico para la nación cubana, conformó los textos Cartilla política elemental (1899) e Instrucción Cívica para los alumnos de segunda enseñanza (1903).
La obra más reconocida de este profesor fue Lecciones elementales de Lógica para los alumnos de segunda enseñanza (1901), que recogió la labor que desarrolló como profesor de esta materia en Matanzas. Tuvo una segunda edición: Lecciones de Lógica elemental, para uso de los alumnos de segunda enseñanza (1912). En la época en que se publicó se consideró un libro necesario y útil, que demostró las cualidades de su autor como pedagogo.
Además, el Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas realizó de forma sistemática actividades como conferencias, cursos y disertaciones. Entre las más conocidas estuvieron los discursos de inicio de curso, donde el director o algún profesor, trataba un tema científico o de actualidad. En 1925 lo hizo Florencio Calderón, Florencio con La reorganización de la enseñanza secundaria en nuestra patria (1925) y en 1930 Manuel Labra y Fernández, autor de Los fundamentos de la aritmética (1930).
También asociaciones de la ciudad utilizaron los locales del Instituto de Segunda Enseñanza para sus actividades científicas, como disertaciones, conferencias y cursos. Francisco Caraballo Sotolongo, pronunció el 28 de enero de 1911, en el Aula Magna la conferencia “José Martí”. En 1937 el conocido historiador Elías Entralgo ofreció una conferencia en el Aula Magna, que patrocinó el Grupo Índice, donde trató sobre “La conspiración de Ibarra”.
Se destacó, sobre todo, la publicación en 1894 de la revista Letras y Ciencias, que dio a conocer el quehacer de la institución y varios trabajos científicos de sus profesores.
El Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas fue un activo centro científico en Matanzas desde su fundación. Aún con las limitaciones propias de cada época, supo ofrecer una formación de calidad y conformar un claustro respetado por su sapiencia. Fue, durante casi un siglo, la principal institución educacional y científica del territorio yumurino. Un legado que no debe ser olvidado. (ALH)
