En la historia del voleibol femenino en Juegos Olímpicos solo Cuba mantiene dos récords aún no igualados: la conquista de medallas en cuatro torneos consecutivos y coronaciones sin interrupción en tres de ellos.

Aunque la Isla no estará en el torneo de París 2024, en los recuentos generados por estos días vuelven a ocupar merecido espacio las espectaculares Morenas del Caribe, especialmente por sus actuaciones en la década de los años 90 e inicios del siglo XXI.

Eso, sin obviar desempeños en justas mundiales y otros eventos, también incluidos en la consolidación de la conocida Escuela Cubana de Voleibol, con Eugenio George como artífice, al frente de un reconocido colectivo de entrenadores.

La cita de Múnich 1972 representó el debut de las antillanas en estos certámenes, con un sexto lugar mejorado con los quintos a que accedieron sus equipos en las de Montreal 1976 y Moscú 1980.

Fue el campeonato mundial de 1978, disputado en Leningrado, hoy San Petersburgo, el escenario del primer golpe letal de las cubanas, subidas a lo más alto del podio en medio del asombro de muchos, por destrozar el dominio de Japón y la Unión Soviética.

Es sabido que Cuba no participó en las citas bajo los cinco aros de Los Ángeles 1984 y Seúl 1988, pero fue ese un período en que se le conoció por la labor de sus elencos en otras pruebas de nivel, incluidos certámenes del orbe, copas del mundo y juegos panamericanos y centroamericanos y del Caribe.

La primera corona olímpica le llegó en Barcelona, acuñada por Mireya Luis, Regla Torres, Lily Izquierdo, Regla Bell, Marlenis Costa, Ana Ibis Fernández, Idalmis Gato, Magalys Carvajal, Rayza O´Farril, Tania Ortiz, Norka Latamblet y Mercedes Calderón.

Las Morenas del Caribe se impusieron en sus cinco compromisos con 15 parciales a favor y seis en contra. En semifinales pasaron 3-2 sobre Estados Unidos y en la disputa del oro rindieron 3-1 al Equipo Unificado, conformado por repúblicas de la ya desintegrada URSS.

Cuatro años después, las nueve primeras jugadoras mencionadas anteriormente volvieron a integrar el plantel inscrito para la puja de Atlanta 1996, completado por Yumilka Ruiz, Mirka Francia y Taimaris Agüero.

Arribaron a la urbe estadounidense mucho más consolidadas, con la condición de favoritas respaldada por contundentes victorias sobre Brasil por el título universal de 1994, en el mismísimo Maracanazinho, y en la copa del mundo de 1995, en Japón.

Ganaron en el grupo B contra Perú, Alemania y Canadá, pero tropezaron con Brasil y Rusia. No obstante, en semifinales se sacaron la espina ante las del Gigante Sudamericano. Y en la batalla por el oro se impusieron a China.

Entre estos Juegos y los de Sídney 2000 mantuvieron la hegemonía en la confrontación orbital de 1998 y en la copa del mundo de 1999, con triunfos ante China y Rusia, respectivamente.

En Australia, la histórica remontada ante Rusia selló un cetro que también fue el tercero disfrutado por Mireya, Bell, Torres, Izquierdo, Costa, Fernández y Gato. Constituyó el segundo de Yumilka, Agüero y Francia, y el primero de Martha Sánchez y Zoila Barros.

Se registró como récord, pues nunca antes un equipo había conseguido una tríada dorada al hilo, aunque la URSS se había impuesto en México 1968, Múnich 1972 y Moscú 1980.

El cuarto metal fue de bronce y se hizo realidad en Atenas 2004, con una selección en la que solo Ana Ibis Fernández repitió entre las tricampeonas. Yumilka añadió su tercera presea, y Barros y Sánchez sus segundas.

Allí debutaron Liana Mesa, Rosir Calderón, Arianna Muñoz, Nancy Carrillo, Dulce María Téllez, Marbelis Martínez, Yaima Ortiz y Daimy Ramírez.

Tras terminar cuarta en Pekín 2008, Cuba no volvió a esas confrontaciones, pero las páginas escritas por sus Morenas del Caribe ocupan un capítulo imborrable que ojalá devenga acicate que le conduzca a su regreso al concierto olímpico.

(Lisset Isabel Ricardo/ JIT)

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