El salto de longitud es una modalidad atlética que ha tenido en Cuba a una pléyade de encumbrados exponentes, desde el monarca olímpico Iván Pedroso hasta el talentoso Juan Miguel Echevarría. Recientemente, una nueva hornada de “saltamontes” despega por sus condiciones desde el cajón de saltos, incluido el matancero Aniel Molina.
Con sólo 19 años de edad, el bisoño limonareño muestra una excelente forma física para esta disciplina del deporte rey, amén de especificidades técnicas aún por limar. La juventud y competitividad de Molina pudieran asegurarle un espacio entre las primeras figuras del salto largo caribeño.
“Comencé en béisbol, pero mi papá decidió cambiarme para el atletismo con el entrenador Williams Villena, de buenos resultados en categorías pioneriles hasta mi ascenso a la EIDE”, relató el multicampeón nacional escolar y juvenil.
Aunque sus comienzos fueron en otro deporte, rápidamente despunta para el atletismo, y las manos de un buen entrenador moldan su aptitud.
“Llega a mis manos con nueve años, y comenzamos el trabajo en la misma área deportiva donde se inició Javier Sotomayor. En sus primeros torneos hacía hexalón (especialidad donde se combinan pruebas de velocidad, lanzamiento, saltos y resistencia). Hay muchos jóvenes como Aniel en la base y quizás un futuro campeón olímpico esté más cerca de lo que imaginamos”, dijo Eddy Williams Villena Pérez, entrenador de base con 17 años en el deporte rey y descubridor del talento de Aniel.
La lección de Cali
Dueño de una marca personal muy cercana a los ocho metros (7.95 m) conseguida en junio de 2022, Molina intervino ese propio año en el Campeonato Mundial Sub20 desde la ciudad colombiana de Cali. Sin embargo, resultó eliminado en el primer día de competencias luego de partir con una de las mejores marcas de inscripción y el cuarto lugar del ranking mundial entre menores de 20 años.

“Me sentía bien físicamente, pero antes sufrí una pequeña lesión en el músculo que incidía en la carrera de impulso. De conjunto con mi entrenador y cuerpo médico, detuve los entrenamientos. Además llegamos muy apresurados a la sede y esto creo motivó la descoordinación dentro del evento. No obstante, lo tomé como una experiencia para enfrentar otras competencias”, relató el mundialista juvenil tras la mala pasada.
“Él es muy rápido, depende de la velocidad para saltar y no estaba como acostumbra”, dijo el entrenador Iván Izaguirre después de la competencia.

En Cali quedó por debajo de las expectativas con 7,45 metros que le dejó en el puesto 18, sin acceso al grupo de 12 finalistas. El alumno de los profesores Izaguirre y Daniel Osorio dentro de la escuela nacional, mantiene una sana rivalidad con el santiaguero Alejandro Parada. Apodado como “el tiburón”, el indómito exhibe gran evolución en su incipiente carrera. Esto se debe al subtítulo mundial sub20, la corona de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, así como la condición de finalista en el más reciente Campeonato del Mundo para mayores.
“Con Parada he competido desde categorías inferiores y siempre ha existido buena rivalidad. Nos llevamos bien y ayudamos en la preparación, aunque seamos contrincantes en el cajón de saltos. Maykel Massó también es un buen atleta y mejor compañero de equipo. Nos apoya con muchos consejos técnicos y espero se recupere rápido de la lesión que sufrió hace poco”, admitió el matancero sobre sus principales rivales en casa.
A Molina no le asustan los retos
Aniel Molina aprovecha las vacaciones con ejercicios desde casa y acude al gimnasio para practicar la fuerza. Pese a una escasa participación en eventos internacionales durante la última temporada veraniega (sólo compitió en par de mítines europeos), mantiene las miradas en cotas mucho más ambiciosas.

“Estoy intentando mejorar los errores técnicos para mejorar las marcas. Pienso que no se buscan los grandes saltos, sino que salen solos debido a las mejorías propias. Mi enfoque ahora son los Juegos Olímpicos y el Campeonato Mundial bajo techo, dos eventos para los que estoy buscando conseguir clasificaciones”.
Para las Olimpiadas de París 2024, World Athletics exige un riguroso proceso clasificatorio en cada una de las pruebas individuales. Dichas marcas deben homologarse en el período comprendido entre el 1 de julio de 2023 y el 30 de junio de 2024. El salto de longitud requiere un tope de ocho metros y 27 centímetros, registro que, si bien dista aún en la carrera de Aniel Molina, pudiera concretarse con una certera preparación.
Mientras tanto, el matancero sueña despierto con enfoque en sus propias metas. Oriundo de una tierra pródiga de buenos saltadores, para el novel limonareño no existen quimeras imposibles cuando se hable de un nuevo “saltamontes”.