Luego de cinco meses de un noviazgo color de rosas, Doralis aceptó que su compañero conviviera con ella. Entonces no imaginaba siquiera cuántos sinsabores soportaría.
Peleas, vejaciones…Cansada, y sin otra alternativa, decidió concluir la relación. Al decírselo por vez primera, él hizo caso omiso. A los 15 días, ella lo reintentó.
Cual fiera salvaje que arremete contra una presa indefensa, el sujeto se le abalanzó encima y con un objeto cortante le asestó una herida de 12 centímetros en el pómulo derecho de la cara.
Dejaba así una huella imborrable en su rostro y un motivo para odiarlo por el resto de su vida. Triste final que, aunque pudiera parecer ficción, corresponde a una historia real.
Si bien la llamada violencia doméstica incluye el abuso contra cualquier miembro de la familia, siguen siendo las mujeres las más perjudicadas. Agravios que van desde amenazas y acosos hasta feminicidios.
Entre las causas que la generan prevalece el hecho de que el agresor, por lo general, es el sostén económico del hogar, así como no querer separar a los hijos de los padres.
La sanción moral de la comunidad, la vergüenza por la divulgación de su drama, y no saber qué hacer en muchos casos, constituyen otras razones.
Las limitaciones existentes en relación con la vivienda, aunque no crean el problema, lo agudizan.
Aun cuando en Cuba existen instituciones y leyes que las amparan y protegen, la mayor parte de las agredidas optan por el silencio y no pocas retiran la denuncia después de presentada a la policía.
Incluso, a veces la familia les hace creer que son las únicas culpables, como sucede en la telenovela cubana El derecho de soñar con el caso de Daniela.
El Código Penal cubano aclara que cualquier grado de parentesco entre la víctima y el opresor constituye agravante a la hora de juzgar el delito contra la vida y la integridad corporal y el normal desarrollo de las relaciones sexuales, la familia y la infancia, y no son pocas las personas que abogan por leyes más radicales para enfrentar la intimidación hacia las mujeres.
Se trata de un tema que preocupa a nivel mundial y al que se le dedica una jornada en noviembre para reflexionar.
Será otra oportunidad para alzar la voz por aquellas que tal vez no reciban golpes, pero que son manejadas económicamente, chantajeadas, controladas, aisladas de sus familiares y amistades, y otras que no tienen criterios propios, que están sujetas a prohibiciones, abandono afectivo, humillaciones y abuso sexual.
Será, entonces, un reclamo de todas y por todas. (ALH)