Frente a un rival como Italia cada error tiene un altísimo precio. Lo saben los europeos, lo conoce la afición y lo intuía también un equipo cubano que regaló puntos en los momentos decisivos y perdió la posibilidad de concretar una lucha muy pareja ante un conjunto que nos supera en experiencia y maestría.
En definitiva la derrota de 1-3 ante los italianos duele no solo por despedirse de un Campeonato Mundial donde habían mayores expectativas, sino también porque deja lecturas del camino que falta por recorrer para asaltar la élite.
Cuba abrió el partido con un primer set en el que lució una forma parecida a la de su partido contra Brasil. Ahora se enfrascaron de poder a poder ante un Italia que llegaba como campeón de Europa y sin perder un parcial en este torneo. En definitiva la pizarra reflejó un 25-21 a favor de los bambinos, conseguido sobre todo gracias a su óptimo aprovechamiento de los errores cubanos.

En ese juego pequeño, junto a una superioridad en la defensa y en el trabajo de los bloqueadores para tocar balones y permitir rearmar el ataque, estuvieron las claves del alza italiana. Del lado cubano, otra vez regresaron los fantasmas con los siete saques perdidos, más de la mitad de sus once errores no forzados. Sin embargo, en esta manga jugada sin complejos Italia también buscó agredir desde la línea y así cedió ocho tantos.
En el segundo parcial Cuba mejoró su poder de ataque para llevarse el set con idéntico 25-21 y de paso arrancarle a los europeos su primera manga perdida en este mundial.
Los 14 puntos a la ofensiva, la reducción de las faltas en el ataque a solo cinco y sobre todo los aportes de Jesús Herrera y Robertlandy Simón, con ocho y cuatro tantos para cada uno, llevaron a los antillanos a igualar el partido. No obstante, otra vez la alerta quedó en el poco aprovechamiento de los contraatques.
Así sucedió en la tercera manga, a la postre decidida por cerrado 26-24 en el que Cuba regaló trece tantos por errores propios y no consiguió al menos un bloqueo efectivo. A su vez, salvo el gran partido de Simón y Herrera, los auxiliares Marlon Yant y sobre todo Miguel Ángel López continuaron sin sumar lo suficiente y recortaron el poder de ataque criollo.
Así, para Cuba no quedaba otra opción que dominar el cuarto parcial, en un juego donde en ese momento ya tenían 18 errores en servicio y debían rescatar la eficiencia del complejo dos, los aspectos más débiles de la escuadra antillana. No obstante, tras iniciar con cuatro puntos de ventaja el equipo caribeño dejó escapar esa diferencia y finalmente el set concluyó con un 25-18 a favor de los italianos.

Aun con los 14 puntos en ataque, el conjunto antillano cedió otra vez en bloqueo y servicio y cayó en una manga donde sus rivales apenas cometieron dos errores no forzados frente a los once de los criollos. Y junto a ello, llamó la atención el inmovilismo de la dirección técnica nacional, incapaz de utilizar la banca y prescindir de un Miguel Ángel López que ni siquiera consiguió un punto en el set decisivo.
De hecho, el cubano apenas marcó tres tantos en todo el juego y tuvo una efectividad al ataque de -20 por ciento, una estadística alarmante para un atacador auxiliar pero que increíblemente fue irrelevante para el director técnico, que lo mantuvo en cancha desde la mitad final del segundo parcial. Quizás sus buenos números en la recepción fueron el argumento para su permanencia.
Mientras tanto, un Osniel Mergarejo que lució mejor en todo el mundial permaneció a la espera y solo regresó al terreno cuando el juego ya estaba decidido para los italianos con pizarra de 23-17.
A la postre Cuba terminó con más puntos en ataque, pero cedió demasiado en bloqueo, mientras su servicio apenas consiguió tres aces y falló en 22 ocasiones, la mitad de los 44 errores no forzados de los caribeños.
En el orden individual, Jesús Herrera se echó el conjunto a cuestas con sus 23 unidades, seguido muy lejos por los once de Simón y de Marlon Yant.
Por la Mayor de Las Antillas tanto Robertlandy como Liván Osoria terminaron con respectiva efectividad en ataque de 67 y 43 por ciento, un elemento que deja ver las carencias en un conjunto donde los atacadores de punta no aportaron lo suficiente. Además, solo Jesús Herrera registró números positivos desde la línea de saque y tanto recibo como defensa mostraron altibajos incompatibles con la aspiración de vencer.
En más de una ocasión Cuba apeló a su fuerza habitual, pero si a ella se le resta la poca efectividad de sus atacadores auxiliares, el escaso aprovechamiento de los errores rivales, los problemas en el servicio y el absolutamente nulo empleo de las estadísticas en tiempo real, tan vitales en el voleibol moderno, es sencillamente imposible dominar a un rival como Italia.
Solo así uno podría explicar por qué un conjunto con variantes para modificar el juego apenas realizó cambios necesarios incluso sin apelar a la tecnología.
Cuba termina su historia en este mundial y ahora espera para conocer su ubicación final entre los puestos 9 y 16.
Sin triunfalismos, el conjunto caribeño llegó a Eslovenia con muchos sueños realizables incluso en esta segunda ronda, pero más allá de la satisfacción de confirmar su crecimiento y mejorar el escaño 18º de su última incursión mundialista, queda por trabajar en la actualización de los sistemas de juego y en la superación de los errores más graves para retornar con fuerza verdadera a la élite universal. Por lo pronto, a recobrar ánimos de cara a la Liga de Naciones de 2023. (Yunier Javier Sifonte Díaz)