Los huracanes ya forman parte de la cultura de los nacidos en esta isla. Por aquello de que vale más prevenir que lamentar, en Cuba se toman en cuenta todos los aspectos necesarios, para que estos fenómenos ocasionen el menor daño posible. Con meses de antelación, los cubanos nos preparamos para la temporada ciclónica que comienza con la estación de verano.
El calentamiento global, el aumento de los niveles del mar, y la contaminación medioambiental en general, provocan que los efectos de estos fenómenos sean más devastadores. En Cuba el sistema de Defensa Civil orienta medidas de seguridad y protección con el objetivo de salvaguardar los bienes estatales, particulares y sobre todo vidas humanas.
En este sentido, juegan un papel importante los medios de comunicación, pues se hacen eco de las orientaciones de la Defensa Civil y mantienen informada a la población. Este trabajo en equipo, reduce el riesgo y los daños en nuestro país de manera impresionante, en comparación con el resto del mundo. La ciencia y la técnica son imprescindibles en la detección de huracanes y la preparación para enfrentarlos, pero no son esos los únicos elementos que emplea la mayor de las Antillas para luchar contra los fenómenos naturales.
La conciencia, disciplina y solidaridad del pueblo cubano, constituyen piedras angulares en la protección de vidas humanas ante la amenaza de huracanes. Varadero es uno de los territorios con mayores riesgos ante el azote de huracanes. Su situación geográfica hace que los fuertes vientos y la lluvia, provoquen inundaciones que ponen en peligro la población cubana y foránea que visita el polo turístico.
Entre el primer día de junio y el último de noviembre, Cuba vive uno de sus períodos más tensos del año. En estos seis meses aumenta la probabilidad de que nuestro país sea golpeado por un evento meteorológico. Por tanto la preocupación y ocupación de las autoridades gubernamentales es lógica, si tenemos en cuenta que los ciclones, solo en el siglo veintiuno, han costado a la economía cubana, como promedio al año, casi Mil seiscientos millones de dólares.
Asegurar la vitalidad y seguridad de las instalaciones médicas y centros de evacuación, mantener las normas de protección y distanciamiento físico que impidan el hacinamiento, la concentración de personal, así como el control del acceso a varias entidades, son algunas de las medidas que se tienen en cuenta para evitar el agravamiento de los indicadores sanitarios, asociado al azote de huracanes.
Es imposible luchar contra la naturaleza, de modo que para reducir los daños ocasionados por huracanes, es necesario estar bien preparados para la temporada ciclónica, y cumplir con las medidas de seguridad que dicta el Sistema de Defensa Civil.(LLOLL)