Con la certeza de que el talento en esta Isla del Caribe es capaz de protagonizar grandes hazañas y que merece mucha más atención, la delegación de Cuba se despidió de unos Juegos Panamericanos Junior Asunción 2025 disputados, difíciles, emocionantes y de sobresalientes páginas contadas en los escenarios de competencia.

Los deportistas cubanos colocaron al país en el séptimo lugar del medallero, con un retroceso en puestos y preseas. Mas, me niego a quedarme sólo con los fríos resultados.

Prefiero subrayar cada gesto de competitividad, los momentos de hidalguía cuando todo parecía perdido, el llanto por no cumplir el objetivo, la emoción de conseguir lo pretendido, la dedicatoria a la familia indispensable, la vergüenza deportiva que se forja en los atletas desde estas categorías, el espíritu de nunca darse por vencido, pese a que el deporte en el mundo avanza en cuanto a profesionalización, y nosotros parece que nos detuvimos en el tiempo.

Fueron días duros para atletas y entrenadores, pero cada salida al terreno, cancha, pista o regata, demostró que el futuro se escribe desde acá. Más allá de una medalla, defender los colores de la bandera merece el mayor lauro.

Gracias, muchachos, por querer, pujar, y jamás perder de vista a todos los que en esta pequeña nación los seguimos con su mismo espíritu: el de los campeones.

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