La humanidad posee una gran deuda con Luis Pasteur, un francés universal.
En el libro para niños Lecturas ejemplares (1962), escrito por el pedagogo español Herminio Almendros, aparece el texto “Pasteur, gran héroe del mundo”. Al comenzar, el autor recuerda que una vez cierta revista francesa hizo una encuesta. La pregunta era: ¿Quién ha sido el más grande héroe de Francia?
Más adelante expuso Almendros: “…los franceses dieron su voto a un hombre sencillo y humilde. Ese hombre bueno y sabio fue Luis Pasteur. ¿El más grande hombre de Francia? Sí, un héroe porque con su trabajo logró hacer más que nadie por proteger la salud y la vida de los hombres”.
La ciencia como destino
En el seno de una humilde familia, en el pueblo de Dole, nació Luis Pasteur el 27 de diciembre de 1822. Desde pequeño dio muestras de una inteligencia vivaz, así como de una sencillez admirable. Ingresó en la Universidad de París en 1838.
Primero se dedicó a la química, en particular al estudio de la polarización y la estructura cristalina. Debido a su constancia se ganó la admiración de sus profesores y condiscípulos. Alcanzó el doctorado en ciencias en 1847. Fue nombrado director científico de la Escuela Normal Superior de París en 1857.
Realizó los primeros trabajos sobre la fermentación láctica y acética, llegando a determinar la existencia de microorganismos que afectaban estos procesos. Para eliminar esos efectos indeseables ideó la “pasteurización”. Esta solución tuvo una importancia trascendental para la conservación de la leche y los vinos, con lo cual mejoró la alimentación de los seres humanos.
Estas investigaciones le permitieron refutar la aún vigente teoría de la generación espontánea. De esta forma realizó una contribución trascendente al carácter científico de la biología. En 1868 fue nombrado profesor de la Universidad de París.
Al investigar sobre la pebrina, enfermedad del gusano de la seda, Luis Pasteur descubrió el agente microscópico que la provocaba. Esto le permitió proponer medidas eficaces para combatirlo. De esta forma salvó la economía rural del sur de Francia, donde la producción de la seda era una actividad fundamental.
El salvador de vidas
En 1874 Luis Pasteur publicó el trabajo «Los agentes patógenos de las enfermedades contagiosas» (1874). Cuatro años después los llamó «microbios». Gracias a la labor científica que desarrolló en este campo se combatió con éxito el cólera de las gallinas y el carbunco de las ovejas.
Con estos antecedentes se decidió a probar la teoría de la inmunidad por la vacunación preventiva. En 1885 alcanzó un sonado éxito con la vacuna antirrábica. Es conocida la historia del niño alsaciano Joseph Meister, herido por varias mordeduras, a quien Pasteur vacunó y le evitó una muerte terrible.
Después realizó un amplio estudio del microbio de la difteria, tras lo cual obtuvo la vacuna contra esa enfermedad. En 1888 se inauguró en París el Instituto de Bacteriología o Instituto Pasteur, especialmente construido para él y bajo su dirección. Gracias a sus investigaciones se han salvado millones de vidas humanas.
En vida recibió múltiples honores, entre ellos ser admitido en la Academia Francesa en 1881. Rodeado del amor de su patria, que lo adoraba como a un ídolo, Luis Pasteur murió el 28 de septiembre de 1895.
Al finalizar su narración sobre este científico ejemplar, Herminio Almendros escribió: “Todo el mundo; hombres sabios, hombres poderosos, gentes del pueblo, sintieron la emoción y el orgullo de que existiera aquel anciano sabio y bueno que trabajaba tanto para librar la vida de enfermedades. Y Francia se sintió y sigue sintiéndose orgullosa de su preclaro hijo Luis Pasteur, al que tiene por su más grande héroe”. (ALH)