La fecha de su nacimiento, 11 de julio de 1800, es motivo suficiente para recordar a José de la Luz y Caballero, el modelo del maestro cubano para todos los tiempos.

José de la Luz y Caballero creció bajo la influencia de su tío, el presbítero y filósofo innovador José Agustín Caballero. Su formación se completó al ingresar en el Seminario de San Carlos, donde fue alumno eminente de Félix Varela.

En 1824 asumió como profesor de filosofía en este Seminario, fragua de la cultura emancipadora cubana. Fiel a su maestro Varela, continuó y supo defender sus enseñanzas desde lo filosófico y lo científico.

Años después, en 1832, asumió la dirección del Colegio San Cristóbal de Carraguao, en La Habana. Allí comenzó su apostólica labor como maestro de la niñez cubana.

Miembro destacado de la Sociedad Económica de Amigos del País, fue su director desde 1839. En esta institución sobresalió su interés por la atención a la escuela pública cubana.

Viajó por varios países entre 1837 y 1841, para completar su educación. Conoció a figuras ilustres, como el estadounidense Henry W. Longfellow, el escocés Walter Scott, el francés Georges Cuvier, y los alemanes Johann W. Goethe, Karl Krause y Alejandro de Humboldt.

En 1848 fundó el Colegio del Salvador, donde se dedicó a impartir clases y a la formación moral de sus discípulos. Fueron muy célebres sus lecciones llamadas “sabatinas”, charlas éticas que impartía a todos los alumnos y profesores.

Allí tuvo varios estudiantes destacados, como los matanceros Jesús Benigno Gálvez y Antonio Angulo y Heredia. Este último fue el primero que lo sustituyó, en 1857, en la elaboración y lectura del discurso tras los exámenes finales del colegio.

Al morir el 22 de junio de 1862, toda Cuba le rindió homenaje. El gobierno colonial le brindó sus respetos y su entierro fue el más grande conocido en La Habana hasta esa fecha.

Muchos años después de su muerte se hizo un proyecto de monumento dedicado a José de la Luz y Caballero. Estaría ubicado en la Avenida del Puerto de La Habana.

Aunque después tuvo cambios, su concepción inicial era presentar al maestro con un niño. El modelo para ese niño fue su discípulo predilecto, el matancero Antonio Angulo y Heredia.

Para José Martí fue “el silencioso fundador” y “el padre amoroso del alma cubana”. Cuando se conciba un modelo de maestro cubano, hay que pensar sin dudas en José de la Luz y Caballero.(LLOLL)

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