El hombre se levanta de la cama mucho antes de que cante el gallo o suene la alarma de su móvil. Tras la taza de café y la compañía familiar, sin apenas tener tiempo para besar sus hijos, parte a su misión. Le gusta disfrutar del amanecer en su puesto de trabajo, y su práctica profesional es envidiable.
Amante y profeta de la humildad, la sensatez, la solidaridad y de la capacidad para cada día ofrecer lo mejor de sí en el servicio al pueblo, su grandeza está en la forma en que trata a los demás.
Entre disciplina, amor, profesionalidad y entrega confluyen los valores del Coronel Doctor Juan Carlos Martín Tirado, director del Hospital Militar Docente Mario Muñoz Monroy de la provincia de Matanzas. Él es natural del municipio de Perico, de un poblado conocido como El Tomeguín.
Es de esos hombres que escudriña en su apretada agenda para tener tiempo para todo y para todos. Nació el 23 de agosto de 1963. Sus padres, Juan Martín y Emma Tirado, supieron inculcar valores que lo convirtieron en la persona que es hoy.
El niño de El Tomeguín
“Mi infancia fue una de las etapas más felices de mi vida, me marcó para toda mi existencia. Nací en el campo con una familia campesina muy unida, que me brindó todo el cariño. Desde pequeño mis padres me incentivaron el amor al trabajo. Siempre ayudaba a mi papá en las labores de la finca y ahí comenzó mi inclinación hacia la tierra, por eso me gusta tanto el campo. En mis tiempos libres actualmente me dedico a sembrar árboles maderables y frutales; todo esto, gracias a esa época.”
Quienes conocen de la infancia y la adolescencia al actual doctor Juan Carlos, afirman que no resulta casualidad su pasión por la Medicina. Desde niño deseaba ser doctor y lo logró.
“En todas las etapas de estudiante siempre estuve convencido de la profesión que quería ejercer. Mi amor por la Medicina viene desde que tenía dos años. Me comentan mis padres que yo decía que iba a ser méquido.
“En mi familia no existía nadie relacionado con esa profesión. Mi contacto con el ejercicio de la salud solo se vinculaba cuando me llevaban al policlínico del municipio de Perico ante alguna dolencia. Ahí observaba el ambiente de los médicos y los pacientes, y supe que podía hacer algo por las personas en algún momento de mi vida.”
El dilema entre ser médico y ser militar
Juan Carlos cursa estudios en la vocacional de Matanzas, donde hoy todavía le recuerdan por el John, como le apodaron muchos. Allí, obtiene su beca hacia las Ciencias Médicas. Se gradúa de Medicina General Integral en 1987 como el mejor egresado de su curso, pero ya dentro de la carrera es que se inclina por la vida militar.
“Yo era dirigente juvenil y fuimos convocados por las Fuerzas Armadas Revolucionarias para completar las plantillas de médicos en unidades militares del territorio. En ese momento existía un déficit de profesionales y muchos de nosotros mostramos la disposición para cumplir con la tarea. Hoy todavía varios de esos jóvenes todavía me acompañan en el Hospital Militar Doctor Mario Muñoz Monroy. Recuerdo que el último año lo cursamos como internos militares, nos graduamos e inmediatamente nos incorporamos a las unidades militares.
“Son dos cosas indisolubles en toda mi existencia, van muy unidas. La medicina fue mi vocación y luego las Fuerzas Armadas me permitieron el desarrollo como profesional, e igual me considero como una persona consagrada a la atención al pueblo. Desde mis inicios he atendido a la población militar y a la civil. Esta capacidad eleva nuestro desarrollo en el ámbito personal, profesional, en lo científico y docente.”
Pakistán, la prueba de fuego de la Brigada Henry Reeve
Misiones internacionalistas marcan el quehacer de este doctor matancero como especialista en Ortopedia. La experiencia en Paquistán sin dudas resulta una de las completas y complejas. Tras el cumplimiento de esta misión le fue conferida la orden Estrella del Servicio de Sacrificio por el propio presidente de Paquistán y en presencia del General de Ejército Raúl Castro Ruz.
“En el año 2005 nos preparábamos en la Escuela Latinoamericana de Medicina para partir hacia Los Estados Unidos y contribuir a enmendar los daños ocasionados por huracán Katrina. Teníamos la misión de llevar asistencia médica a ese pueblo, pero el gobierno norteamericano encabezado por George W. Bush no lo aceptó.
“Esa fue la etapa en la que el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz fundó la Brigada médica Henry Reeve. Su creación se efectúa el 19 de septiembre de ese propio año en el coliseo de la Ciudad Deportiva. Ahí se constituye el contingente internacional y a partir de ese momento quedábamos listos para cumplir cualquier tarea.”
La brigada estaba compuesta por médicos especializados en situaciones de desastres y graves epidemias.
“El ocho de octubre de 2005 ocurre el terremoto en Paquistán y nos movilizan inmediatamente. Recuerdo que fue un evento intenso, de 7.6 grados en la escala de Richter, y ocasionó más de 76 mil muertos.
“El día 14 de octubre ya estábamos en esa nación. Resulta inimaginable el desastre que encontramos allí. Además de los fallecidos fueron miles de lesionados. Muchas de las instituciones médicas cercanas al epicentro del terremoto colapsaron. Se quedaron los hospitales destruidos y un gran por ciento de trabajadores del sistema de la salud perdieron la vida.
“La infraestructura sanitaria quedó muy frágil. Comenzamos a laborar en la capital. Lógicamente, todas las vías de comunicación estaban interrumpidas, pero la idea del Comandante siempre fue que llegáramos al lugar del desastre, que era donde más la gente nos necesitaba. Al cabo de unos días pudimos acceder a las zonas más devastadas y comenzar nuestros servicios.
“La misión médica en Paquistán fue una experiencia única, tanto para mí como para todos los especialistas que participamos. Era un país bien alejado de Cuba, con un clima, religión e idioma diferente y en esas condiciones realizamos nuestra labor.
“Todo el material con el que contábamos era nuestro, aunque el capital humano era lo más importante. Pudimos rescatar algo de lo que quedó en esas instituciones médicas y unido a lo que traíamos de Cuba desplegamos nuestro hospital de campaña.
“Llegamos a realizar grandes intervenciones quirúrgicas y a atender miles de personas, así como poner fijadores externos, tornillos en fracturas de fémur y cadera. Sumado a esto llegaban pacientes con apendicitis y mujeres a término de parto. Fue un momento muy complejo.»
El Hospital Militar de Matanzas y la Covid-19
Desde marzo de 2008, el Coronel Doctor Juan Carlos Martín Tirado dirige una institución de salud que cuenta con el respeto de los oficiales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y del pueblo. Quienes asisten a consulta saben de la entrega y compromiso de cada profesional que labora en todas sus áreas. Si algo le identifica es el humanismo de su gente. Allí late su corazón. Uno de los escenarios más tristes para el colectivo médico fue su travesía ante el azote de la pandemia sin precedentes.
“En todos estos años hemos tenido millones de experiencias, en todos los ámbitos, pero la más trascendental ha sido el enfrentamiento a la Covid-19.
“Durante dos años nos consagramos en la lucha contra la epidemia. Fue una etapa difícil e inédita. Era la primera vez que chocábamos con un evento de esa magnitud. En nuestro país nunca una enfermedad había ocasionado tantas víctimas.
“El desconocimiento de la enfermedad también nos hizo crecernos ante las dificultades. El hospital fue uno de los designados para atender a pacientes positivos y era el centro de referencia de la provincia.
“Comenzamos en el 2020 asimilando los casos de la provincia hasta que finales del año abrieron otros centros y hospitales para recibir pacientes positivos. En el 2021, cuando fue el pico más elevado de la pandemia, el hospital no podía con todos los casos detectados. El volumen de positivos era superior a las capacidades asistenciales. Ese fue el momento más difícil para nuestro colectivo.
“Historias son muchas. Experiencias muy tristes todavía nos oprimen el pecho. Recuerdos del fallecimiento de personas, incluso muy jóvenes, cuando se hacía hasta lo imposible por salvarles la vida, la pérdida de compañeros de trabajo. Aplicábamos todos los protocolos y en ocasiones la invasión del virus en los pacientes era tan extrema, que no había respuesta.”
Pase de visita matutina, un método de calidad
Si algo distingue al Coronel Juan Carlos es su humanismo. Cuenta con más de veinte distinciones de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Él es de esos directores que en cada jornada visita a los pacientes ingresados para constatar la calidad del servicio de sus especialistas. El método deviene liderazgo en un colectivo de trabajo que le sigue y le respeta.
“Uno de los primeros que en Cuba utilizó este método fue el doctor Julio Martínez Páez, en el Hospital Ortopédico Fructuoso Rodríguez y lo hacía como un hábito de trabajo.”
Martínez Páez es considerado Padre de la ortopedia en Cuba. Por más de cuarenta años dirigió la institución médica y consagró su vida a investigaciones vinculadas a la especialidad, así como a traumatologías asociadas.
“Antes de mí en el Hospital Militar existía un director que tenía este estilo de trabajo de hacer los pases de visita matutina. Cuando mi colectivo asumió la dirección continuamos haciéndolo. Realizar esta acción paciente a paciente, nos facilita el análisis de todas las preocupaciones, problemas asistenciales y administrativos. Ello nos permite tomar decisiones oportunas que eleven la calidad de la asistencia médica.
“Los pacientes y familiares agradecen esta acción y los propios trabajadores del hospital conocen la importancia que tiene porque nos brinda las herramientas para trabajar con nuestro principal objeto: el paciente.»
El médico de la familia
Quienes conocen de cerca a Juan Carlos aseguran que es de los que cuando se reúne en fiestas familiares gusta tocar el güiro, bongóes y tumbadora.
“Mis padres son mi mayor tesoro. Mi madre ha sido ejemplar, única, cariñosa, ha entregado todo a sus hijos. No existe un momento de la vida en que mis hermanos, una hembra y un varón, y yo, no los tengamos presentes. Mi hermano es el más pequeño de los tres y siempre tuve el instinto de ser mayor y protegerlo, quizás por eso nuestra relación es tan cercana. Yo dispongo de poco tiempo libre, pero el que tengo lo empleo en el cultivo de árboles maderables y frutales como el mamey colorado. Esa es la fruta que más me gusta.”
Tras quince años de matrimonio Juan Carlos es padre de cuatro hijos. A pesar de que su tiempo es limitado, asegura que siempre se las ingenia para atender a su familia.
«Mis hijos son Juan Carlos, Juan Fidel, Daniel y Melissa Angeline. Realmente me siento orgulloso de todos. Mi esposa es un ser especial a la cual amo mucho. Ella es una madre y compañera ejemplar. Si algo me ha permitido hacer todo lo que he hecho es por su compañía, por su retaguardia segura.»
El mejor regalo de ser médico
“Yo me quedo con la alegría de esos momentos que nos proporciona ser médicos, cuando le devolvemos la vida a un paciente o cuando hacemos un acto de humanidad con quienes necesitan nuestra ayuda.
“Soy de los que se encuentra en el bando de los optimistas y me quedo con la parte positiva de la vida, que es la que me permite seguir avanzando.” (ALH)