Gran parte del negativismo contra el Congreso bicameral está directamente relacionado con el hecho de que los republicanos aprobaron sólo 22 proyectos de ley, de los cuales uno fue una moneda conmemorativa y dos que cambiaron el nombre de centros médicos.
Un articulista del diario The Hill recordó que incluso el Congreso 80, etiquetado por el presidente Harry S. Truman como el “de No Hacer Nada” (1947-1949), avaló 906 proyectos de ley.
La actual Cámara Baja tiene récord por censurar a más miembros que cualquier otro congreso desde 1870, lo que planteó dudas sobre si esta forma históricamente rara de castigo se está convirtiendo en un arma en ese órgano del legislativo.
Este año fueron reprendidos los representantes demócratas Jamaal Bowman, Adam Schiff y Rashida Tlaib, pero el efecto práctico de esas censuras es nulo; sin embargo, “el tiempo perdido que podría haberse utilizado en cuestiones graves es enorme”, publicó el diario Washington Examiner.
Pero el mayor reflejo de un Congreso en caos fue el colapso republicano cuando derrocaron al presidente de la Cámara Baja Kevin McCarthy el pasado 3 de octubre.
El pasado 4 de enero, el presidente Joe Biden, criticó la incapacidad de los republicanos para elegir al líder de la Cámara de Representantes y calificó sus luchas públicas de vergüenza para el país.
«No da buena imagen. No es algo bueno”, remarcó al lamentar que «el resto del mundo está viendo» el espectáculo de no poder elegir al presidente de la Legislatura 118 luego de tres intentos fallidos.
El entonces líder de los republicanos en la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy (California), perdió el sufragio consecutivamente, algo inédito en 100 años.
Eso fue solo el comienzo, porque McCarthy careció desde un inicio del apoyo del llamado Freedom Caucus (Caucus de la Libertad), al que pertenece el ala más conservadora de los congresistas de su partido y quienes, además, son leales al expresidente Donald Trump (2017-2021).
El candidato no alcanzó en ninguna votación los 218 votos necesarios para ser elegido, pese a que los republicanos ostentan una mayoría de 222 escaños, ganados tras las elecciones de medio término.
Finalmente, el tercer puesto político de mayor rango en la jerarquía de Estados Unidos solo se definió luego de 15 vueltas de votaciones.
El 9 de enero la Cámara Baja inició su actividad legislativa después del espectáculo para la elección del presidente que terminó con McCarthy asegurándose el mazo a costa de las concesiones a sus colegas más extremistas que meses después le pasaron factura.
En ese camino, el republicano de California tuvo que renunciar a una serie de cuestiones reglamentarias con el objetivo de que los reticentes se convirtieran en partidarios y, por ejemplo, accedió a un cambio en la moción para dejar vacante el cargo.
Se restituyó lo que sucedió históricamente, pues para forzar un sufragio sobre la destitución del Presidente de la Cámara de Representantes se requería el pedido de un solo un miembro, algo que la demócrata Nancy Pelosi elevó a una mayoría de cualquiera de los partidos cuando obtuvo el martillo en 2019.
Ello sumergió al dividido Partido Republicano (Grand Old Party, GOP) y al país en el caos y la incertidumbre durante días, un escenario que se repitió nueve meses después cuando McCarthy cayó víctima de sus propias concesiones. Solo bastó que la facción del Freedom Caucus se molestara con McCarthy para que se repitiera otro vergonzoso show.
Para evitar el cierre parcial del gobierno federal (shutdown) al agotarse sus fondos, el entonces presidente del hemiciclo llegó a un acuerdo de última hora para prorrogar la financiación e impedir así que el pasado 30 de septiembre se produjera el temido y perjudicial apagón.
Al menos por 21 ocasiones ocurrieron los cierres del Gobierno en Estados Unidos desde 1976, el más largo en 2019 durante el mandato de Trump. El «shutdown» se extendió por 34 días y la razón fue la de siempre: falta de acuerdo.
En aquel momento la Cámara de Representantes la dominaban los demócratas y el impacto económico sumó unos 11 mil millones de dólares, según cifras oficiales.
A lo largo de la historia, la mayoría de esos cierres acontecieron en un contexto de gobierno dividido en el cual la Casa Blanca y las dos cámaras del Congreso no están en manos del mismo partido, como ahora.
El congresista Matt Gaetz, de Florida, presentó la moción para destituir a McCarthy, después de aprobado el proyecto de ley de financiación a corto plazo que dio dinero adicional hasta el 17 de noviembre.
Gaetz sacó a relucir que McCarthy hizo un acuerdo con los conservadores de la Cámara de Representantes en enero, y desde entonces lo incumplió, lo cual fue “realmente la última gota».
El 3 de octubre, McCarthy fue derrocado y para la elección del sucesor el país volvió a similar anarquía. Tres candidatos a presidentes de la Cámara de Representantes fueron rechazados y el cuarto, Mike Johnson, obtuvo los votos necesarios el 27 de octubre.
Esos repetidos episodios llevaron a la representante Marjorie Taylor Greene a escribir en X que sus colegas republicanos corren el riesgo de destruir una de las grandes instituciones de la democracia: la Cámara de Representantes de Estados Unidos.
“Puedo asegurarles que los votantes republicanos no nos dieron la mayoría para estrellar el barco”, concluyó Greene al advertir: «Ojalá nadie muera».
Aunque no están muriendo, sí varios republicanos y demócratas decidieron marcharse del Capitolio. Hasta ahora más de 35 congresistas, uno de ellos el propio McCarthy, anunciaron la jubilación.
El Congreso de Estados Unidos lo componen el Senado (Cámara Alta con 100 butacas) y la Cámara de Representantes (Baja), con 435 escaños, divididos inicialmente en 222 para los republicanos (ajustada mayoría), pero se redujo a 221 tras la expulsión de uno de sus miembros. Los demócratas, por su parte, poseen 213 puestos.
Este año dejó un mal sabor en la escena de Washington de que, por primera vez, al ser destituido un integrante del Congreso por acusaciones derivadas de una investigación federal.
Un informe del Comité de Ética de la Cámara de Representantes corroboró que George Santos (republicano por Nueva York), utilizó fondos de campaña para cuestiones personales como tratamientos de belleza, comprar ropas y pagar el acceso al sitio web pornográfico Onlyfans.
Santos fue imputado penalmente de 23 cargos, aunque de todos se declaró inocente, y su separación del legislativo ocurrió en medio del pedido casi generalizado para que dimitiera, a lo cual siempre se negó.
El Senado, entretanto, aún no dio por terminado un escándalo político con una de sus figuras más influyentes: Bob Menéndez, acusado de corrupción al aceptar sobornos. Menéndez -imputado junto a su esposa- tuvo que dejar la presidencia del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara Alta y su futuro político es incierto.
Varios demócratas del Senado lo exhortaron a dimitir, pero el político confía en que será exonerado y continuará “como senador principal de Nueva Jersey”.
El senador Cory Booker, también de Nueva Jersey, afirmó que los cargos que enfrenta su colega le parecían “difíciles de reconciliar con la persona que conozco” y calificó las acusaciones de “impactantes”.
Booker fue un aliado clave de Menéndez, a quien defendió a gritos después de ser acusado de cargos de corrupción en 2015, aunque finalmente fueron retirados en 2018.
Menéndez, de 69 años y de origen cubano, sigue mostrando pocas señales de estar listo para dejar su asiento.
La acusación que parte de una investigación sobre corrupción pública llevada a cabo durante años por el Departamento de Justicia, lo vincula con delitos de soborno, fraude y extorsión en nexos con tres empresarios de Nueva Jersey.
Agentes federales encontraron más de 480 mil dólares en efectivo durante una búsqueda en la residencia de la pareja en junio de 2022.
«Gran parte metido en sobres y escondido en ropa, armarios y una caja fuerte», más de 70 mil dólares en una caja de seguridad perteneciente a Nadine Menéndez, así como lingotes de oro por valor de más de 100 mil dólares”.
Bob Menéndez, considerado como “el más republicano de los demócratas”, se ha destacado por su posición de hostilidad hacia Cuba (país donde nacieron sus padres), siendo artífice, junto a otro grupo de congresistas anticubanos por tratar de impedir cualquier cambio de política del Gobierno de Estados Unidos hacia la nación caribeña.
Para sustituirlo temporalmente en el Comité de Asuntos Exteriores se designó al senador por Maryland Ben Cardin, el demócrata de mayor rango en el panel.
En 2015, Cardin apoyó la decisión del Gobierno de Barack Obama de sacar a Cuba de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo, una recomendación que calificó de paso importante en los esfuerzos de ambos países para tratar de normalizar las relaciones.
Como si no estuviese bastante negativa la Cámara de Representantes, en septiembre McCarthy anunció la investigación para el juicio político (impeachment) al presidente Joe Biden, lo que pone de relieve el control que mantiene Trump sobre el GOP.
La excongresista Liz Cheney alertó en un nuevo libro acerca del dominio de Trump sobre los asustados legisladores republicanos, lo que pondrá fin al equilibrio de poder entre el Congreso y la presidencia si el magnate gana en 2024 y regresa a la Casa Blanca. (ALH)