Hace 190 años falleció en Matanzas una de las personalidades más sobresalientes de la historia de esta ciudad: el catalán Tomás Gener Bohigas.

Tras conocerse el fallecimiento de Tomás Gener Bohigas, ocurrido en Matanzas el 15 de agosto de 1835, el joven José Jacinto Milanés publicó en el periódico La Aurora de Matanzas, un poema que tituló “En la sentidísima muerte del Señor Don Tomás Gener”:

“Alma gentil, que levantando el vuelo,

Ya en tu patria de lumbre alegre moras,

Nunca pensé que en sílabas sonoras

Debiese yo solemnizar tu duelo.

Siempre juzgué que tu robusto celo,

Sus ansias coronase ilustradoras.

Y de tu gloria en las triunfantes horas

Soñé tu nombre remontar al cielo.

¡Ay!… la dulce esperanza me halagaba,

Que alguna vez mi corazón oiría

El habla celestial que en ti brillaba!…

¡Ni cuando al himno popular me unía

Que tu llegada embelleció, pensaba

Que en diez lunas no más te lloraría!…”.

La vida del ilustre fallecido, colmada de pasión por la verdad y amor a Matanzas, el terruño que escogió para crear una familia y dejar huellas en la historia, era merecedora de esa despedida poética.

De Cataluña a Matanzas

Fue Cataluña, en la pequeña villa de Calella, la tierra donde nació Tomás Gener Bohigas, el 13 de marzo de 1787. El amor a la libertad de los catalanes lo alimentó desde pequeño y esa valiosa savia le acompañó para siempre. Muy joven cruzó el océano, como tantos de sus compatriotas, pensando no sólo en negocios y dineros, sino también en letras, artes y ciencias. Para ese momento ya había cursado estudios en la l’Escola de Pilots, de Barcelona.

Llegó a Matanzas, junto a su hermano José, el 3 de octubre de 1808. En esta ciudad ya estaba establecido su padre, quien dirigía una casa de comercio. Tras la temprana muerte de este, Tomás Gener heredó sus bienes. Esto incluía, además, el ingenio La Lima, en la zona de Cabezas. Estas propiedades lo convirtieron en parte de la élite esclavista matancera. Por tanto, su pensamiento liberal, avanzado sin dudas para la época en que vivió, se vio limitado por los intereses económicos.

En 1813 desempeñó el primer cargo público, al ser electo Procurador Síndico de la ciudad de Matanzas. Así inició una carrera que dejaría huellas imborrables en la historia. En breve tiempo se convirtió en uno de los más capaces colaboradores del brigadier Juan Tirry Lacy, primer gobernador de la jurisdicción. Realizó ingenios gestiones para la habilitación del comercio extranjero con el puerto de Matanzas y emitió un informe sobre la inmigración blanca en Cuba.

Tomás Gener Bohigas, ilustración en la revista El Fígaro, enero de 1898. Archivo del autor.

También se desempeñó como inspector de escuelas. En esta condición, consciente de la importancia de la educación para el avance de las sociedades, propuso un plan dirigido a impulsarla en la ciudad. Consistió en destinar 750 pesos anuales para establecer una escuela pública gratuita, con un maestro que tendría cien niños como discípulos. El maestro escogido fue Ambrosio José González Perdomo, quien se convirtió en un educador ejemplar y figura señera de la educación matancera. De esta época de la vida de Tomás Gener es la frase que resume la actividad que desplegó en este período:

“…denme mucha educación primaria y una indagación general contra todo acto de inmoralidad pública y todo lo demás se cae de su propio peso”.

Se conserva el testimonio de Plutarco González quien, además de una descripción física, dejó para la historia el amor de Tomás Gener por la educación de la niñez:

“Uno de los más remotos y gratos recuerdos de Don Plutarco era, el que conservaba de los días que en su infancia pasó en aquel plantel [la escuela que dirigía Don Pedro del Sol, creada por el Ayuntamiento]. Él y sus compañeros oían con verdadero júbilo, desde que asomaba a alguna distancia, el ruido del carruaje del eminente patricio Don Tomás Gener, quien acostumbraba visitar aquella escuela dos veces por semana como Inspector nombrado por la Diputación Patriótica de la Sociedad de Amigos del País de la Habana, y como Don Pedro del Sol, era muy severo y partidario de la doctrina: «que la letra con sangre entra», así que se aproximaba a la casa el entusiasta catalán, acérrimo enemigo del sistema, veían al maestro que presuroso escondía las disciplinas y la palmeta. Recordaba González que Gener era un hombre de seis y medio pies de altura, de frente de alabastro y de color sonrosado, que gozaba de un gran prestigio y que cada vez que iba a la escuela se sentaba en el mismo banco, al lado de los jóvenes escolares, donde permanecía dos y tres horas, complaciéndose en oírles responder a las preguntas del maestro y en hacerle él también algunas otras”.

En medio de esta vorágine creativa se suceden los acontecimientos políticos. Son convocadas las Cortes en España y Tomás Gener es electo uno de los representantes de Cuba. Le acompañan, entre otros, Félix Varela y Leonardo Santos Suárez, quienes viajaron a la metrópoli en 1822. El 15 de febrero se produjo la apertura del magno evento, donde tuvo ocasión de demostrar su nunca desmentido amor a la libertad.

Junto a Félix Varela, Tomás Gener fue defensor de las medidas más radicales presentadas en las Cortes. Se opuso al envío de presos políticos absolutistas a los presidios españoles. También apoyó un proyecto de autonomía para las colonias. Todo esto sucedió en medio de la reacción en contra del liberalismo, lo cual obligó a las Cortes a cambiar de sede en varias ocasiones. El clímax llegó con la elección de Tomás Gener como presidente del cónclave en 1823 y la aprobación de la destitución del rey Fernando VII.

La derrota de los liberares y la vuelta al trono de Fernando VII, provocó la salida de Tomás Gener hacia Gibraltar y su exilio en los Estados Unidos. Se estableció en Nueva York. De acuerdo con Domingo del Monte:

“…después del desenlace de aquel funesto drama, prófugo, perseguido y proscrito, pudo mantener ilesa su reputación política y privada en el país extraño que escogió por refugio en su desgracia”.

Tomás Gener se radicó entonces en New York, donde su casa fue punto de reunión por numerosos amigos españoles y cubanos. También gozó de la amistad de personalidades estadounidenses y europeos, destacados en la política y la literatura. El Colegio de Columbia, de la cual fue síndico, le otorgó la condición de doctor honorario. Atento a todo lo vinculado a Cuba, apoyó la publicación de la Revista Bimestre Cubana por la Sociedad Patriótica.

Tampoco olvidó a Matanzas, la ciudad que adoptó como su nueva patria chica. Así lo consignó el historiador Pedro Antonio Alfonso:

“…sin olvidar nunca a su patria adoptiva, a su querida Matanzas, mandó desde allí cuantos bienes pudo proporcionarla, especialmente en ocasión que se trataba de la obra del Hospital de Santa Isabel, al que tan útiles fueron sus beneficios, que mereció se hiciese mención honorífica de su nombre en el acta de la instalación de aquel piadoso instituto”.

Tras varios años de destierro, en 1834 se autorizó el retorno de Tomás Gener a Cuba, en el marco de la amnistía decretada por el gobierno español el 7 de febrero de ese año. Decidido a volver a Matanzas, recibió un homenaje de la ciudad de Nueva York antes de su despedida.

Regreso a Matanzas, viaje a la eternidad

La llegada de Tomás Gener a Matanzas, el 22 de octubre de 1834, fue apoteósico. Muchos matanceros fueron a recibirlo, entre ellos el Teniente Gobernador de la ciudad, con su traje de gala, lo cual otorgó oficialidad al acontecimiento. No faltaron bandas de música y salvas de artillería. Días después, el Capitán General Miguel Tacón lo invitó a una cena en el Palacio de los Capitanes Generales de La Habana, sede del gobierno colonial. Se efectuó, además, un banquete público en su honor en la quinta Tívoli. Todos estos homenajes fueron descritos por Domingo del Monte en el periódico La Aurora de Matanzas, el 19 de noviembre de 1834.

Regresar a Matanzas significó para Tomás Gener la reincorporación, con nuevos bríos, a las acciones en favor de la ciudad y su entorno. Al año siguiente, 1835, fue nombrado presidente de la Diputación Patriótica. Además, se le facultó para la inspección de las escuelas gratuitas. Junto a Domingo del Monte, impulsó la apertura de un local para la biblioteca pública de la ciudad, lo cual lograron el 8 de febrero de 1835.

En mayo de este año, José de la Luz y Caballero confesó a Domingo del Monte la admiración que sentía por Tomás Gener:

“¿qué cosa puede haber más lisonjera para nuestro corazón que el granjearnos el aprecio y correspondencia de aquellos pocos hombres sensibles y justos que honran la tierra? Pues figúrese V. cual será el alborozo del mío, primeramente por ver asegurada tan precio a salud para nuestro país y su fama. después por verme tan tiernamente querido, y en fin tan bien correspondido; que si por este título se graduara mi derecho a su aprecio, creo que a nadie cedo en el sentimiento de quererle y en el conocimiento de apreciarle: he tenido tantas ocasiones de conocer a este hombre tan singular, que acaso por eso nadie me ganará en apreciarle”.

Sin embargo, inmerso en una actividad incansable, la salud del prócer catalán se vio resentida. A pesar de su juventud, tenía 48 años de edad, su organismo se afectó. Recluido en una finca de su propiedad en el Valle de Yumurí, sufrió un accidente y la herida se infectó con el tétanos. Nada pudieron hacer los médicos y Tomás Gener Bohigas murió el 15 de agosto de 1835, de forma inesperada.

El dolor por el suceso fue general. Sobre el ilustre fallecido, expresó la Real Sociedad Patriótica de la Habana:

“El Sr. D. Tomás Gener ha pagado también el fatal tributo. Y cuando su adoptiva patria, después que la célebre amnistía puso fin a su larga emigración, abriendo de a nuevo sus brazos, acababa de recibirlo con el ardoroso cariño que le hicieran merecedor sus altas prendas; cuando la Sociedad toda entera se prometía de este hombre útil a todas luces, beneficios importantes a la causa de la ilustración y prosperidad; en esos mismos momentos se han desvanecido tan lisonjeras esperanzas: todo ha bajado con él al sepulcro, no quedándonos sino el dolor más profundo, la memoria de sus virtudes y el recuerdo del tierno afecto con que nos distinguía”.

Al morir Tomás Gener, escribió Pedro José Guiteras:

“…lo que ahora toca es, que los cubanos favorecidos con dotes eminentes llenen su hueco con un trabajo e interés interminables por el bien y prosperidad de nuestra necesitada patria”.

Acerca de la labor educativa de Tomás Gener, agregó el historiador Pedro Antonio Alfonso:

“Celoso como el que más, por la ilustración pública, fue el que con su constante cooperación echó los cimientos de la buena y solida instrucción que alcanzaron muchos hijos de Matanzas nacidos en la segunda década del presente siglo… (…) …promoviendo a su vez el libre comercio y la industria como en sus propuestas sobre lo que convenía a la buena moral del pueblo, se hizo digno de la más alta estima”.

Inicio del artículo de Francisco Jimeno en el Diario de Matanzas, 15 agosto 1879. Archivo del autor.

El 15 de agosto de 1879, aniversario 44 de la muerte de Tomás Gener, el Diario de Matanzas publicó un artículo, escrito por Francisco Jimeno, de homenaje a su memoria. Allí se expresó:

“…Matanzas agradecida le adopta por uno de sus hijos más esclarecidos, consagrándole una brillante página en su historia”.

Inicio del artículo de Francisco Jimeno en El Liceo de Matanzas, 15 de diciembre de 1882. Archivo del autor.

Tres años después, en la revista El Liceo de Matanzas, Jimeno volvió a rendir tributo a Tomás Gener:

“En la historia de Matanzas ocuparán siempre una brillante página los servicios prestados por este ilustre catalán…”.

Muchos años después se concibió el mejor homenaje. El 27 de octubre de 1940 la biblioteca púbica de Matanzas pasó a denominarse Biblioteca Gener y Del Monte. De esta forma, el nombre de Tomás Gener quedó unido al de Domingo del Monte para denominar una institución que tanto les debía. Así se demostró el agradecimiento de los matanceros a tan ilustre personalidad de su historia.

Taja que recuerda a Tomás Gener y Domingo del Monte en la entrada actual de la Biblioteca que lleva sus nombres. Tomado de Internet.

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