¡Paró la guagua, corre!, exclamaron cuando el ómnibus se detuvo. ¡Ya son casi las ocho de la mañana!, dijo un muchacho que se encontraba en la parada antes del amanecer. Solo instantes bastaron para regresar a su casa y perder el viaje hacia Matanzas.
Transportarse hacia la capital provincial resulta en los últimos tiempos toda una encrucijada para los unionenses. Más de dos horas estuvieron los pasajeros el último miércoles antes de llegar a su destino final.
Con capacidades para recoger a los transeúntes pasaron nueve ómnibus y los choferes ni se inmutaron. Al llegar a la parada ubicada al lado del Hogar Materno, en Unión de Reyes, aceleraban y en muchas ocasiones indicaban con el dedo que iban llenos.
Actitudes de este tipo se ven a diario. Los conductores no padecen del mal del transporte público. De una forma u otra buscan la vía para incumplir con las leyes impuestas.
Las alternativas de las autoridades políticas y gubernamentales del municipio de Unión de Reyes para solucionar el tema transporte resultan insuficientes. Tal parece que muchos choferes perdieron el amor al prójimo, la solidaridad y el humanismo que caracteriza a los cubanos.
Los problemas económicos por los que atraviesa el país no pueden ser justificaciones para olvidar la empatía y el respeto hacia los demás.
¿Se creerán los dueños de un medio que pertenece al estado?, se preguntan los unionense que trabajan o estudian fuera de la cabecera municipal.
La máxima responsabilidad en situaciones como estas debe recaer en los directivos de las empresas a las que pertenecen los vehículos. Los inspectores estatales también juegan un rol fundamental en esta engorrosa situación.
Los protagonistas de la historia contada consiguieron llegar a Matanzas. Después de horas de incertidumbre y desesperanza, una guagua decidió parar sin necesidad de pedir botella.
Muchas resultan las insatisfacciones de los unionenses con la transportación. Si no nos ayudamos entre nosotros mismos, ¿a dónde vamos a parar? (ALH)