Este año se conmemora el 120 aniversario del natalicio de Rosario Novoa Luis, educadora cubana que dedicó más de 70 años al magisterio.

En 1991 la escritora Mirta Yánez publicó el libro Una memoria de elefante, que contiene los recuerdos autobiográficos de Rosario Novoa Luis. Leer esas páginas es conocer una extensa época de nuestra historia y adentrarse en la vida de una maestra eterna.

Los inicios

En Mariel, por entonces parte de la provincia de Pinar del Río, nació María del Rosario Novoa Luis el 11 de diciembre de 1905.

“Mi primer recuerdo es de la casa del Mariel en la calle Real. Tenía dos años, y me acuerdo de una ventana, de unos escalones, y sobre todo de un olor. Con el tiempo, supe que aquella casa tenía luz de carburo, una luz muy blanca, muy linda. Y ese olor de mi memoria era el carburo”.

“Desde muy chiquita me leía todo lo que caía en mis manos: hasta el folletín del periódico, folletín que duraba a veces una eternidad de tiempo. Mi padre tenía muchas novelas históricas, de Walter Scott, de Víctor Hugo, y yo devoré todas esas novelas; y también, sin permiso, me leía las novelas de amor que caían en mis manos por otras vías”.

Hizo los primeros estudios en la Escuela 30, en la Concepción Arenal y en la Anexa a la Normal de La Habana. Se graduó de Bachiller en Ciencias y Letras en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana en 1924.

“Los profesores eran de todo tipo. Los había muy buenos, los había muy malos, los había pintorescos, había de todo. El ambiente era muy agradable. Como yo estudiaba el bachillerato por la libre tenía derecho a asistir a las clases regulares, pero incluso los estudiantes podían tener la libertad de no asistir a clases, el profesor les daba permiso con tal de que al final se supieran la materia”.

Comenzó entonces la carrera de Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana, de la cual se graduó en 1928 con la tesis El elemento femenino en la novela de Armando Palacio Valdés. Al mismo tiempo cursó la carrera de Pedagogía.

“El rector en esa época era don Carlos de la Torre, un personaje encantador, ya estaba muy viejito y mantenía un extraordinario sentido del humor. No se en qué año visitó La Habana una actriz italiana, bastante conocida en ese tiempo, Mimí Aguglia, y el rector la paseó por las distintas facultades y ella le obsequió uno de esos gorros terminados en punta, con una borla como la barratina catalana y don Carlos recorrió toda la Universidad con aquel gorro puesto. Era un hombre inteligente y un ser increíble”.

Entre 1931 y 1933, Rosario Novoa Luis se desempeñó como asistente y colaboradora en los cursos dictados por el doctor Luis de Soto en la Academia de Arte e Idiomas, sobre Historia General del Arte, Arte Español, Mobiliario y Decoración. La influencia de este profesor, un verdadero innovador en la enseñanza de la historia del arte en Cuba, fue trascendental en la vida profesional de Novoa.

“El doctor Luis de Soto fue mi maestro, mi tutor, mi compañero de trabajo. Como todo ser humano tenía defectos, pero sus buenas cualidades eran de tal naturaleza que lo hacían admirable. Con él aprendí lo que era el rigor, lo que era la exigencia. Fue un verdadero promotor de la cultura cubana, su labor no se limitaba a los estudios de Historia del Arte, también colaboraba en el desarrollo concreto de algunas artes como el ballet, el cine, la música, el teatro. Fue traductor, publicó muchos trabajos y además era un conferencista brillante”.

Maestra por siempre

Ingresó en la Universidad de La Habana como Ayudante Graduado en 1934, en virtud de concurso con prueba de suficiencia. Tras la creación de la Cátedra de Historia de Arte por reforma del Plan de Estudios de la Facultad de Filosofía y Letras se incorporó a la misma. Allí fue Profesor Agregado en 1937 y Profesora Auxiliar Interina desde 1942. Dos años después, en 1944 ocupó la plaza de Profesora Auxiliar en propiedad. Tras la muerte repentina del doctor Luis de Soto en 1955, pasó a ser Profesor Titular. Impartió las dos asignaturas que componían la cátedra: Historia del Arte y Filosofía de la Historia del Arte.

“Luis de Soto estaba metido en todas esas actividades a pesar de no tener ya el corazón en forma. Era un hombre muy fuerte, con una naturaleza y un cuerpo de hierro, pero no se cuidaba. Ya sabía de sus problemas con el corazón y siguió viviendo intensamente, fumaba mucho, trabajaba mucho, hacía una vida social muy movida. Cuando se murió de un infarto masivo, acababa de cumplir sesenta y un años”.

“Fue un golpe muy fuerte. Se trataba de una persona que pesaba mucho en la cultura, con mucho prestigio, muy respetado, muy bien llevado con todo el mundo”.

Además del desempeño de su cátedra, mantuvo una activa participación en otras actividades docentes. Impartió cursos libres en la Universidad de La Habana sobre pintura moderna entre 1942 y 1946. Inició en la Universidad de La Habana los cursos de Arte Precolombino en 1948. También fue precursora en la enseñanza del Arte Colonial Latinoamericano. Viajó a la América del Sur en 1938, y a México y Centroamérica entre 1934 y 1940. Se destacó en la elaboración de programas para Cursillos Libres de Apreciación Artística e Historia del Arte, en los Institutos de Segunda Enseñanza. También dictó Cursos de Verano en la Universidad de La Habana en varias oportunidades.

Tras la Reforma Universitaria, se le ratificó su cátedra en 1964. Participó de forma activa en la creación de la aportó la incorporaron nuevas asignaturas como Técnica de la Investigación Histórico Artística, Práctica de Museo. También propuso incorporar el Arte Oriental. Tuvo un papel destacado en la Primera Promoción de Instructores de Arte (Teatro y Música) y en la fundación de las Brigadas de Apreciación de las Artes Plásticas que a propuesta suya llevaron el nombre de «Arístides Fernández«.

“Entonces entró un elemento buenísimo a la Universidad, gente brillante. La Facultad empezó a trabajar sin mucha regularidad, no se tenían preparados los calendarios y nadie hablaba de vacaciones. Había que ganar tiempo y durante muchos años se pasó sin vacaciones”.

Impartió cursos de Historia de las Artes Plásticas, en las dos primeras promociones de la Licenciatura en Historia en la Universidad de La Habana, como parte de la Historia de la Cultura. También cooperó con la docencia en el que después sería el Instituto Superior Pedagógico Enrique José Varona, en Ciudad Libertad. Fue profesora de Arte Medieval en cursos por televisión. Además, estuvo presente en el Proyecto para la Escuela de Artes Plásticas de Cubanacán.

Conferencia sobre arte de la doctora Rosario Novoa, septiembre de 1960. Colección especial de fotografías BNJM.

Fue Profesora Consultante en la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana y presidió su Tribunal de Categorías Docentes. También dirigió la Comisión de Planes y Programas y el Tribunal de Grados Científicos, como presidenta de Honor. Participó en calidad de delegado, observador, ponente o invitado, en numerosos congresos, encuentros, seminarios, efectuados en Cuba, sobre diferentes materias. Visitó Estados Unidos, Checoslovaquia, Unión Soviética, México, Jamaica y otros países.

“…asistí a la inauguración del Guernica de Picasso. Fue una experiencia excepcional: los republicanos depositaron en el Museo el cuadro hasta que España pudiera recuperarlo y yo estuve en el acto cuando lo develaron”.

Formó parte de diferentes instituciones como la Sociedad Lyceum, Nuestro Tiempo, Patronato de Bellas Artes, Comisión Nacional Cubana de la UNESCO, Federación de Doctores en Ciencias y Letras, Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros, entre otros. Fue directora Honoraria del Museo Nacional de Bellas Artes desde el 1966 al 1968. Tuvo una activa vida social como parte de las organizaciones políticas y de masas del país.

“Tuve la suerte de que a la Escuela le fuera otorgada la condición de Héroe de Moncada en esos tiempos en que yo fui secretaria de emulación. Creo que hice un buen trabajo; más lo que a mi me hace recordar el trabajo sindical con mucho cariño es la cantidad de gente interesante que conocí de otras facultades. Ese cargo me permitió tener contacto con trabajadores de otras áreas universitarias, quienes me fueron dando una visión diferente de la que uno tiene dentro de su facultad”.

Entre los trabajos que publicó Rosario Novoa Luis aparecen “Los escultores cubanos de hoy” (1940), “Escultura contemporánea cubana” (1961) y “Plástica Latinoamericana” (1973).  Apoyó al doctor Luis de Soto en la publicación del libro Ars (1948 y edición de 1954). Realizó varias traducciones de obras de su especialidad. Redactó numerosos catálogos de exposiciones sobre arte.

“El maestro debe tener dos condiciones: conservar el amor a la vida, y acordarse de que fue joven”.

Tras una vida dedicada por entero a la enseñanza de la historia del arte, Rosario Novoa Luis falleció en La Habana el 24 de diciembre de 2002. (ALH)

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