“Espacios de Ciudad” viaja hoy hasta la Ciudad Bandera y le propone un acercamiento a la historia de la Plaza del Mercado de Cárdenas, un sitio patrimonial que combina historia, arquitectura y vida cotidiana. Construida en el siglo XIX con estructuras metálicas importadas, esta emblemática plaza refleja el desarrollo económico y cultural de la ciudad.
Actualmente, se encuentra en proceso de restauración para recuperar su función comercial y preservar su legado, preparando a Cárdenas para su bicentenario mientras conecta pasado y presente en el paisaje urbano.
Recorrer las calles de la ciudad de Cárdenas un día cualquiera, es como realizar un viaje en el tiempo, es ir descubriendo detalles de un pasado inmortalizado en una piedra, una luceta o en un centenario enrejado. Andando bajo el abrazador sol del trópico, llegamos a una manzana importante dentro del trazado urbanístico de la ciudad, conformada por las calles del coronel Verdugo y el callejón de Andriani, y las avenidas de Ruíz y Calvo espacio donde se alza majestuosa desafiando el tiempo y la depredación humana la antigua Plaza del Mercado de la Villa, un hermoso recinto comercial que actualmente se somete a una profunda intervención constructiva.
Levantada a finales de la primera mitad del siglo XIX, su forma rompió todos los esquemas que hasta esa época se tenían cómo premisas en construir los recintos destinados a plaza del mercado a nivel de país.
Según algunos historiadores el día de su inauguración acaecida un 24 de marzo de 1859 comerciantes y habitantes de la entonces Villa de Cárdenas vieron consumar un sueño acariciado por años de contar con una edificación dedicada a la actividad comercial. Por su majestuosidad y belleza, fue considerada entre las mejores de la época.
Belleza y utilidad se unían para dejar plasmada su impronta en la ciudad que se desarrollaba económicamente gracias al desarrollo de la industria azucarera. En su construcción se utilizaron estructuras metálicas de hierro, fundidas e importadas desde la ciudad de Nueva York, combinando la tradición constructiva de una época marcada por el neoclasicismo con la arquitectura ferrovítrea, símbolo de la vanguardia artística de la época a nivel mundial.
El capital aportado por Tomás Fernández de Cossío, administrador de rentas reales de la jurisdicción cardenense, junto al maestro de obras Vicente Medina unido al laborioso diseño de las estructuras metálicas del ingeniero inglés John Brindsdon, se logró finalmente crear esta joya icónica que marca el perfil paisajístico de la Ciudad Bandera de Cuba.
La planta principal en forma de cruz, realiza una articulación conformando 4 plazoletas, espacios tradicionalmente utilizados para la actividad comercial.
Destacan en la edificación, la inmensa cúpula de aproximadamente 15 metros de alto que semeja una media naranja construida de hierro y zinc; y que por su forma el pueblo comenzó a llamarla “Malacoff”, ya que nos acerca al artefacto usado en tiempos remotos por las mujeres para realzar la cintura en sus vestidos.
Otro elemento que le brinda majestuosidad y elegancia a la plaza del mercado cardenense son las seis escalinatas construidas a inicios del siglo XX y que dan acceso a la segunda planta, que posibilitan la comunicación funcional de todo el recinto.
A través del tiempo han sido muchos los acontecimientos vinculados con este sitio. Con más de 150 años de historia, la antigua “Plaza del Mercado” o del “Malacoff”, guarda en sus memorias el fusilamiento de los implicados en la conspiración de la escalera en 1844, un hecho doloroso que ocurrió en los predios dónde una década posterior se construiría este majestuoso edificio. Un monumento de recordación se levanta en el lugar donde ocurrió este hecho.
Una vez concluida la actual intervención constructiva, la edificación retomará sus habituales funciones comerciales con un nuevo sello de contemporaneidad para que perdure en el tiempo, en la que las presentes y futuras generaciones, buscarán conocimiento sobre la historia y la cultura de una ciudad que se renueva y prepara para su bicentenario. (ALH)