El 1 de julio de 1921 salió a la luz el primer número de la revista Médica, publicación científica matancera dedicada a la medicina y la cirugía.
Médica fue la tercera revista de temática científica que se publicó en Matanzas. Ese camino lo inició en 1866 el Anuario de la Sección de Ciencias Físicas y Naturales del Liceo de Matanzas, del que se editó sólo un número. Le siguió, en 1894, la revista Ciencias y Letras, del Instituto de Segunda Enseñanza. A diferencia de estas publicaciones, que estuvieron adscritas a dos emblemáticas instituciones de la ciudad, Médica se fundó, y sostuvo, gracias al esfuerzo de un grupo de profesionales dedicados a la ciencia y el arte de curar.
Inicio de un empeño
“Profesión de fe” fue el título del primer texto publicado en Médica, subtitulada como «Revista mensual de medicina y cirugía», el 1 de julio de 1921. Fue escrito por Mario E. Dihigo, relevante médico y hombre de ciencia matancero, su primer director. Las ideas que expuso fueron las siguientes:
“Todo el que publica un libro, edita un periódico o abre un cinematógrafo, cree más o menos sinceramente, que su obra ha venido a llenar un vacío. No vemos, pues, el inconveniente para que pensemos y digamos que nuestra Revista era algo deseado que no teníamos y cuya realización viene a representar la cristalización de nuestros esfuerzos y la materialización de nuestros ideales”
“Médica no es nuestra, es vuestra, sus páginas se abren a toda causa noble, se sentirá más honrada cuanto mayor sea el número de sus colaboradores, solicita y desea sinceramente el apoyo de todos los compañeros de profesión y muy especialmente de los que comparten la labor con nosotros en esta ciudad o están íntimamente relacionados por trabajar en esta provincia”.
“Guía sus pasos por la senda del compañerismo, convencida de que no siempre son los peores enemigos los de una misma profesión. Aspira a que las relaciones entre los médicos sean más que pura etiqueta y pretende servir de pretexto para que una mayor y más amplia inteligencia exista entre todos”.
“Saluda a sus colegas de la prensa médica, como podría hacerlo una hermana menor a otras mayores, sin gran experiencia, pero con una pureza de sentimiento y de intención que anida con frecuencia en las almas jóvenes”.
“Si la Revista es leída con interés y acogida con afecto, por nuestros compañeros, serán recompensados con creces los trabajos, sacrificios y afanes que nuestra labor traerá aparejados”.

Además de Dihigo, la redacción de Médica estuvo compuesta, en esta primera etapa, por Oscar Forest y Díaz como subdirector y Manuel de J. Ponte, jefe de redacción. Con posterioridad, Dihigo y Forest asumieron en conjunto la labor de dirección y Gustavo Loredo la administración, mientras Ponte se mantuvo al frente de la redacción. Se creó, además, un Comité de Redacción, que tuvo entre sus miembros a Julio Ortiz Coffigny, Florencio de La Portilla, Antonio Font Tió, Filomeno Rodríguez Acosta, Pascual Gispert, Luis A. Cuní, Armando Estorino y Carlos Trelles, entre otros.
La redacción y administración de Médica, estos años, se estableció en Milanés 19. El precio de la suscripción anual nacional era de tres pesos y de cuatro fuera del país. En 1928 se informó que la dirección sería asumida únicamente por Oscar Forest, tras renunciar Dihigo a esa responsabilidad que ambos compartían. Al año siguiente fue nombrado como codirector Filomeno Rodríguez Acosta, mientras que A. Soler Prats fue el nuevo administrador.

Médica dejó de publicarse en 1930 debido a varios factores. En el país se vivía una época convulsa y Matanzas no estaba ajena a las luchas políticas. De hecho, varios de los médicos involucrados en la revista fueron protagonistas de diversos acontecimientos ocurridos en la provincia. Además, según denunció el propio Dihigo, no se recibió el apoyo esperado por parte de gremio médico matancero.

En 1942 se retomó nuevamente la publicación, esta vez como “Órgano Oficial de la Sociedad de Medicina y Cirugía”. El era nuevamente Mario E. Dihigo, con Manuel de J. Ponte como administrador. El Comité de Redacción quedó integrado por Guillermo Caballero, Lorenzo Haza Grasso y Juan F. Jorganes. La revista radicó entonces en Milanés 81, con un precio de suscripción anual de cinco pesos. Tuvo una frecuencia bimestral y se publicó hasta 1954.
El balance de la revista entre 1921 y 1954 fue altamente provechoso para la ciencia matancera y cubana. En la etapa comprendida entre 1921 y 1930 publicó 12 números por año, para un total de 120. Entre 1942 y 1954 fueron 78, a razón de seis anuales. Fueron casi 200 números de Médica, con cientos de artículos científicos, que conforman un inestimable legado de ciencia comprometida con la verdad, la sociedad de su tiempo y la profesión. La revista se sostuvo económicamente gracias a los aportes de los médicos de la provincia y, sobre todo, por la publicación de anuncios, entre los que se destacaron los relativos a medicamentos nacionales.

Los protagonistas
Si se revisan los nombres de los autores que publicaron en Médica, se comprende la razón del alto nivel científico de que hizo gala. Junto a médicos apenas conocidos hoy, pero que eran personalidades relevantes de la sociedad matancera de su tiempo, aparecen otros que fueron figuras insignes de la medicina cubana.

Fueron numerosos los artículos científicos que publicó Mario E. Dihigo, quien fuera el alma de la revista en los dos períodos mencionados. Además de tratar temáticas de las ciencias médicas, dio a conocer testimonios, anécdotas y artículos de costumbres, relacionados con la práctica de su profesión. Varios de ellos formaron parte de algunos de los libros que publicó posteriormente, como Coprolitos (1928) o Capullitos de alelí (1939).
Entre los trabajos médicos que Dihigo dio a conocer, sobresalen “Un caso de epidermofitosis generalizada” (1922) y “Lucha antivenérea” (1924). También “El campo por dentro. Quince días de médico interino” (1923), así como “Dr. Gabriel Casuso” (1923). Otros que pueden mencionarse son “El Día de la Medicina Americana” (1951), “a celebración del Día del Médico” (1952) “Los actos del Día del Médico” (1953).
Médica publicó tres trabajos científicos de Armando Carnot Veulens, quien tuvo estrechas relaciones con la revista y sus redactores. Los artículos de su autoría permiten valorar como hombre de ciencia a quien ha sido encasillado en nuestra historia por su labor política y su condición de “médico de los pobres”. Estos fueron “Monstruo doble parasitario tipo heteradelfo” (1924)”, “Una operación en el Hospital Civil. Así se da una clínica en Matanzas” (1924) y “Úlcera gástrica sifilítica. Casos tratados con el yodo bismutado de quina” (1925).
También fueron publicados los resultados de las investigaciones realizadas por el eminente cardiólogo yumurino Filomeno Rodríguez Acosta. Fue el caso de “Semiología de los soplos de la punta del corazón” (1922) y “Causas que determinan un aumento de mortalidad por afecciones cardio-arteriales” (1923). También “Tratamiento de la angina de pecho” (1924), “Estrechez mitral funcional” (1925) y “Cuestiones de cardiología. Angina de echo e infarto cardíaco” (1954).
Además, en Médica, publicaron con determinada sistematicidad, autores como Oscar Forest, Jorge A. Trelles, Manuel de J. Ponte, Julio Ortiz Conffigny, entre otros. También fueron recibidas colaboraciones de médicos habaneros como Octavio Montoro, José A. Presno y Jorge Le Roy.
Tesoro histórico y científico
Buena parte de la historia de la medicina matancera está en las páginas de Médica. Acerca de figuras conocidas como “Adolfo Lecuona y Madan” y “Armando Carnot Veulens” (1950) escribió Antonio Font Tió, mientras que sobre la vida y obra de “Antonio Font Cuesta” (1950) lo hizo Juan Guerra Iglesia. Hoy es posible investigar sobre médicos matanceros casi desconocidos, pero con una obra relevante en su tiempo, gracias a las biografías o trabajos originales publicados en Médica. Ha sido el caso, por ejemplo, de Alberto Jiménez Plá y Pedro Ramos Báez.
Del primero, destacado ortopédico que sobresalió por las innovaciones realizadas en su especialidad, publicó varios trabajos. Fue el caso de “Tratamiento de las fracturas por tracción esquelética” (1942) y “Tratamiento de las fracturas de clavícula” (1943). También “Fractura del maxilar inferior” (1944), “Tratamiento conservador de las fracturas cerradas” (1947) y “Tratamiento quirúrgico de las fracturas” (1949). También le dedicó sentidos escritos tras su muerte a causa de un accidente automovilístico en 1949.
De Pedro Ramos Báez, Médica dio a conocer “Los tres genuinos pioneros del descubrimiento de la transmisión y de la erradicación de la fiebre amarilla. Finlay, Guiteras, Hoffmann” (1952). Este fue el discurso que pronunciaba Ramos Báez al momento de sufrir un derrame cerebral que le causo la muerte momentos después. También acogió en sus páginas la biografía “Dr. Pedro Ramos Báez” (1951), por Eduardo G. Catá.
Cuando falleció el doctor José Antonio Valdés Anciano, Médica le rindió fervoroso tributo en el número de marzo de 1923, a quien había sido profesor universitario de los jóvenes redactores de la revista. Al decir de Mario E. Dihigo, era
“…un homenaje, modesto, pero sincero y merecidísimo en el que sus compañeros, sus discípulos y sus coterráneos quieren hacer pública exteriorización de los sentimientos de amistad, cariño, admiración y respeto que supo despertar en ellos el ilustre desaparecido”.
En ese número se publicaron las palabras de Valdés Anciano en el álbum de graduados de medicina en la Universidad de La Habana, del año 1921, bajo el título “Curar algunas veces, aliviar a menudo y consolar siempre”. Además, entre varios otros dedicados al destacado galeno, apareció el trabajo “El Dr. José Valdés Anciano», con un recuento bibliográfico de su obra, escrito por Carlos M. Trelles.
José Antonio Valdés Anciano: gloria matancera de la neurología
En noviembre de 1925, Médica dedicó todas sus páginas a recordar a Juan Guiteras Gener, figura insigne de la medicina cubana y matancera, que había fallecido el 28 de octubre. Sobresalió la introducción, que se tituló “Ofrenda”, donde se planteó
“La redacción de Médica, de rodillas ante una tumba recién cerrada, ruega porque las virtudes y los prestigios del Dr. Guiteras no sean en lo adelante raras cualidades que adornen a nuestros hombres dirigentes, sino los motivos en que a diario de inspiren para el mejor cumplimiento del deber”.
Resaltan de este número la “Alocución pronunciada por el Dr. Juan Guiteras en la asamblea de constitución de la Federación Médica de Cuba el 24 de Octubre de 1925”. También los “Apuntes para la biografía de Juan Guiteras. Sus antecedentes de familia, primeros años y estudios”, del historiador José A. Escoto. Además, se publicaron evocaciones de Carlos E. Finlay, Jorge Le Roy, José A. Presno y Gonzalo E. Aróstegui, entre otros. Como especial detalle, reprodujo la última foto de Juan Guiteras, en la Finca Benavides, meses antes de su fallecimiento.

Médica es, además, la principal fuente para conocer la visita que hizo el médico William Sharpe a Matanzas en agosto y diciembre de 1925. Este fue un destacado neurocirujano estadounidense, primer presidente de la Asociación Médica Panamericana. La revista dio a conocer la conferencia “Recientes progresos en el campo de la cirugía del sistema nervioso” (1925), además de una “Carta del Presidente de la Pan American Medical Society” (1925). De este autor también publicó “Impresiones médicas de la América del Sur” (1925), “Impresiones médicas de la ciudad de México” (1925) e “Impresiones médicas de las Antillas” (1926). Además, “La anatomía patológica y el tratamiento de las lesiones traumáticas crónicas del cerebro” (1925) y “El tratamiento operatorio de la hidrocefalia” (1925).

Otro elemento a destacar es la parte artística de Médica. Sobresalió por la utilización de caricaturas, debidas a la pluma de Oscar Forest, para homenajear a profesionales destacados, no sólo médicos, sino también farmacéuticos. Cada caricatura iba acompañada de un texto humorístico, lo cual resalta su valor como obra de arte en cada caso. La serie “Nuestros maestros”, se dedicó a quienes había sido los profesores de sus redactores en la Universidad de La Habana, como los también matanceros Eusebio Hernández, Tomás V. Coronado, Federico Grande Rossi y José A. Valdés Anciano. La serie “De nuestro patio”, abarcó figuras de la ciudad de Matanzas. Fue el caso de Adolfo Valhuerdi, Armando Carnot, Ernesto Triolet, Juan F. Tamargo, Luis Ortiz Coffigny, Luis A. Cuní, Luis Tapia, Miguel A. Beato y el propio Mario E. Dihigo, entre otros.
Persistencia de un camino
Treinta años después del último número de Médica, reapareció en 1984. Lo hizo como “Órgano Oficial de Consejo de Sociedades Científicas” y existió hasta 1990. Volvió a editarse en diciembre de 1997, esta vez como Revista Médica Electrónica y en formato digital. En ambos casos se proclamó heredera de la revista Médica fundada en 1921.

Sobre el enfoque y alcance de la Revista Médica Electrónica, la publicación planea en su sitio web, que
“…es una publicación científica especializada, concebida para que investigadores, académicos, estudiantes y demás actores sociales que integran el sector profesional o se mantienen vinculados con áreas afines al campo de la salud, tanto en Cuba, América Latina como en el resto del mundo, publiquen y compartan los resultados de sus investigaciones y otros documentos relacionados con su quehacer científico. Es editada por la Universidad de Ciencias Médicas de Matanzas, en colaboración con la Editorial Ciencias Médicas, La Habana, y está registrada bajo el ISSN 1684-1824 y RNPS 1819”.
La revista Médica ha sido la expresión de un legado de ciencia e investigación. Forma parte de la tradición científica de una ciudad y un territorio, que reconoce sus raíces y la herencia legada por los fundadores. Continuarla es el mejor homenaje.