El médico, profesor y escritor matancero Mario E. Dihigo Llanos estuvo entre los delegados de la provincia a la Convención Constituyente de 1940.
Mario Emilio Dihigo Llanos (1895-1978) fue una destacada personalidad de la intelectualidad matancera del siglo XX. Graduado de médico en 1917 ejerció por largos años. Llegó a ser una autoridad en radiología y enfermedades de la piel. Fue profesor de Anatomía, Fisiología e Higiene de la Escuela Normal para Maestros de Matanzas por 45 años, entre 1918 y 1963. Formó parte, como corresponsal, de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana desde 1942. Participó en la Campaña Nacional de Alfabetización de 1961. Escribió gran cantidad de libros, entre los que se destacan los dedicados a la enseñanza de la biología en Cuba.
Nace una Constitución
Tras los convulsos años de la Revolución del 30, entre las fuerzas políticas que intervinieron en ella cobró fuerza la aspiración de redactar una nueva constitución para Cuba. Las elecciones para elegir a los asambleístas se realizaron el 15 de noviembre de 1939. Entre los delegados electos en Matanzas, con 5561 votos, estuvo el Dr. Mario E. Dihigo Llanos, por el Partido Revolucionario Cubano (Auténtico).
La Convención Constituyente realizó la primera sesión el 9 de febrero de 1940. Sus miembros debatieron públicamente durante seis meses en el Capitolio Nacional. Las sesiones fueron públicas y se trasmitieron por radio a todo el país. La nueva Constitución se firmó el 1 de julio de 1940, en el pueblo de Guáimaro, Camagüey. Entró en vigor el 10 de octubre de 1940, con el inicio del gobierno de Fulgencio Batista. Funcionó durante 12, hasta que el propio Batista la derogó tras el golpe de estado del 10 de marzo de 1952.

Se le consideró una de las constituciones más progresistas de su época, valoración que aún se mantiene. Formuló aspectos derivados de las luchas sociales y políticas, como la reforma agraria, educación pública, salario mínimo y otros aspectos. Quedó conformada por 286 artículos, en 19 secciones.
Un médico en la Convención
La primera intervención de Mario E. Dihigo en la Convención sucedió en la sesión del 13 de febrero de 1940. Lo hizo para tratar sobre las dificultades que presentaba el local en que se encontraban reunidos. Solicitó entonces que se termine de acondicionar el local que había sido escogido: el salón de la Cámara de Representantes en el Capitolio Nacional. Al día siguiente, 14 marzo, fue electo miembro de la Sección de familia y cultura.
El 22 abril, Mario E. Dihigo intervino en apoyo a una enmienda para la incorporación al texto de la Constitución de una disposición dirigida a que todas las provincias tengan costa norte y sur en sus límites. Esto le permitió defender con vehemencia la necesidad de reincorporar a Matanzas el territorio de la ciénaga de Zapata, en ese momento parte de la provincia de Santa Clara. Consideró que la historia avalaba su posición y sostuvo que fue un “error” dejar a Matanzas sin su costa sur. En medio de debate argumentó:
“…no se trata de ningún sentimiento de provincia a provincia; quiero decir, que los habitantes de la Ciénaga de Zapata no tienen ningún motivo para preferir pertenecer bien a la Provincia de Santa Clara o a la de Matanzas; pero que existen obstáculos de orden geográfico que impiden completamente que la provincia de Santa Clara pueda atender a las necesidades de los habitantes que allí viven”.
Además, ejemplificó que hay lugares de la Ciénaga que están a tres días de viaje de Cienfuegos, lo cual estimó algo innecesario. También señaló que la región pertenece al Cuarto Distrito Militar, asentado en Matanzas. Sin embargo, las razones históricas fueron las que más mencionó Mario E. Dihigo. Sobre todo, la nulidad de la Orden Militar del 17 de mayo de 1902, en virtud de la cual Matanzas fue despojada de su costa sur. En medio del debate, presentó una Disposición Transitoria, en la cual enfatizó en la necesidad de corregir ese error histórico. Sometida a discusión la Enmienda, esta fue derrotada por 38 votos en contra y seis a favor. Lamentablemente se mantuvo, lo que Dihigo consideró una:
“…enormidad jurídica, geográfica, histórica y política en todos los aspectos que puedan considerarse. Esto constituye la anomalía de que sea la única provincia de la República de Cuba que carezca de costa sur, y estado los hombres que allí viven, obligados a una serie de circunstancias adversas para poder vivir debido a esa división arbitraria que se ha hecho”.

Continuó el intenso trabajo de la Convención Constituyente y Mario E. Dihigo siguió como uno de sus más activos delegados. Fungió como secretario en las sesiones del 23, 24 y 27 de mayo, así como en las del 2 de mayo y el 6 de junio. El 30 mayo explicó su voto afirmativo a una enmienda presentada por Eduardo Chibás sobre el Hospital Calixto García. Se trataba de reincorporar esta institución a la Universidad de La Habana y mantener su carácter público, además de docente. Al respecto, planteó el médico matancero:
“…no rendiría ningún beneficio a la Universidad un hospital que precisamente no estuviera al servicio de la comunidad. Nosotros no hemos inventado las enfermedades para después enseñarlas, sino precisamente las que existen en toda la localidad, las que le interesa al médico enseñar al estudiante, para que así pueda rendir un beneficio a la propia comunidad. Un hospital vacío, al que no tuviera acceso el público, sería desde el punto de vista universitario un hospital completamente inútil”.
Otro momento significativo de la labor de Mario E. Dihigo en la Convención Constituyente de 1940 ocurrió el 5 de junio. En la sesión de ese día, presentó una enmienda al artículo 136 acerca de la inmunidad de representantes y senadores. La misma iba dirigida a limitar la inmunidad parlamentaria, a partir de mecanismos que hicieran más expeditos los trámites para juzgar a los comisores de delitos e, incluso, condenarlos. Para defender su criterio, expuso:
“A mi me parece que debemos darle toda clase de garantías al congresista y a la sociedad también. Yo creo que la reacción violenta que ha habido en más de una oportunidad en el país contra el Congreso, se debe en buena parte a ese sentimiento que lo coloca en una posición privilegiada dentro de una República que empieza por reconocer que a los ciudadanos no se les reconoce ningún privilegio”.
Para sostener este criterio, Mario E. Dihigo apeló a hechos históricos. Demostró la existencia, en el pasado reciente, de 1261 delitos, en los cuales el Congreso no permitió que los imputados, senadores y representantes, fueran juzgados. Esta enmienda, al igual que la anterior, fue rechazada. Esta vez por 33 votos en contra y nueve a favor.
El 7 de junio Mario E. Dihigo tomó parte en la discusión y votación de una enmienda que dispuso la supresión, en cinco años, de la Renta de Lotería. La enmienda la presentó por el delegado Aurelio Álvarez y se aprobó por 28 votos a favor y 25 en contra.

Esta fue la labor digna del médico Mario E. Dihigo en la Convención Constituyente de 1940. Tuvo que esperar varios años para que sus propuestas sobre la costa sur matancera y sobre la inmunidad parlamentaria se hicieran realidad. Esto sólo sucedió después de 1959 tras el triunfo de la Revolución. Mario E. Dihigo siempre estuvo muy orgulloso de su participación en este magno evento y de ser uno de los padres de la Constitución del 40.