En 1902 el pedagogo Alfredo Miguel Aguayo organizó un curso para los maestros cubanos que denominó Escuela Normal por Correspondencia.
Durante la Primera Ocupación Militar Norteamericana en Cuba, la Orden Militar no. 226 de 16 de diciembre de 1899, decretó la posibilidad de contratar a cualquier mujer o hombre con la cultura suficiente para desempeñarse como maestro. Era una medida dirigida a crear la fuerza magisterial necesaria para que pudieran funcionar las miles de nuevas aulas creadas en el país.
Los interesados debían obtener un certificado de los grados entre primero y tercero, con validez de un año. Concluido ese período debían repetir los exámenes y durante las vacaciones estaban obligados a participar en cursos de superación para poder conservar las plazas asignadas como maestros. Este sistema de superación, conocido como maestros de certificado, perduró hasta la Segunda Ocupación, entre 1906 y 1909.
A tenor de esta realidad, se pusieron en práctica diversas variantes para que los nuevos maestros pudieran prepararse de forma adecuada y tuvieran éxito en los exámenes. Una de ellas lo fue el Manual para maestros (1899), del pedagogo estadounidense Alexis E. Frye (1859-1936). También se editó el Manual o guía para los exámenes de maestros cubanos (1901-1904, 10 tomos), bajo la dirección del naturalista y pedagogo matancero Carlos de la Torre y Huerta (1858-1950).
Una opción al alcance de todos
Otra posibilidad de superación para los maestros fue puesta en práctica por el pedagogo Alfredo Miguel Aguayo Sánchez (1866-1948). Nacido en Puerto Rico, realizó una intensa labor como educador en Cuba durante la primera mitad del siglo XX. En 1902 Aguayo creó una novedosa opción, dirigida a la preparación de los maestros que debían presentarse a los exámenes para obtener o mantener la condición de “certificados”. Le llamó Escuela Normal por Correspondencia.

En la Escuela Normal por Correspondencia los alumnos recibían, por la vía del correo, una serie de temas con las preguntas correspondientes. Estas debían ser respondidas y enviadas de vuelta para su revisión y calificación por un profesor. El resultado se devolvía junto a los nuevos temas a responder. Cada tres o cuatro meses se hacían exámenes parciales y luego finales, siguiendo el mismo procedimiento.
Esta Escuela Normal por Correspondencia estaba dirigida a los interesados en formarse como maestros de certificado. También incluía a los que optaban por entrar en la carrera de Pedagogía en la Universidad de La Habana. Fue una alternativa novedosa y rápida para contribuir a la urgente formación de maestros. A pesar de la buena acogida que tuvo en los inicios, todo parecer indicar que desapareció a los pocos años.
Entre los aspectos valiosos de la Escuela Normal por Correspondencia estuvo que puso en igualdad de condiciones a los maestros del país. Podían participar educadores de todas las provincias, sin importar a qué distancia estaban de La Habana. También incluyó la posibilidad de hacer consultas ante dudas que fueran surgiendo.
Una escuela novedosa
El día 10 de septiembre de 1902, en el tercer número de la revista La Instrucción Primaria, apareció por vez primera un anuncio de la Escuela Normal por Correspondencia. Allí se consignó que la novedosa institución radicaba en la calle Blanco número 38 y que su director era el doctor Alfredo Miguel Aguayo.
Se agregaba:
“Esta escuela, utilísima para todos los maestros, lo es especialmente para aquellos que viven alejados de los centros de población y cultura. Se estudian en ella, por correspondencia, los siguientes cursos: Curso del 1° y 2° grado; Curso del 3er grado; Curso del Doctorado en Pedagogía y un curso especial. Pídase la Circular de informes al Director”.

Un año después, el 10 de septiembre de 1903, otro anuncio en La Instrucción Primaria aportó más información. Además de Aguayo como director, apareció como Vice-Director el destacado pedagogo Luciano Martínez y como Administradora la señorita María Luisa Cabrera.
Se informó que: “Esta Institución abrirá sus clases el día 1° de Septiembre próximo, con el excelente profesorado que se indica a continuación…”. El claustro incluía a: Enrique de la Maza (Gramática), Diego Torres (Ciencias Naturales) y Rufino Vidal (Fisiología e Higiene y Agricultura). Además, lo integraban José María Soler (Dibujo), Santiago García Spring (Aritmética), José María Callejas (Metodología) y Mariano P. de Acevedo (Lenguaje y Composición).
Los profesores más conocidos eran el ya mencionado Luciano Martínez Echemendía (1877-1954), profesor de Geografía e Historia, y el reconocido botánico Manuel Gómez de la Maza (1867-1916), responsable del Curso Práctico de Historia Natural.
Acerca de los resultados alcanzados en el primer año de trabajo de la Escuela Normal por Correspondencia, se agregó:
“La bondad de esta Escuela, ha quedado demostrada en los exámenes de junio último. 268 de sus alumnos se presentaron a dichos ejercicios de prueba; y de ellos, 44 obtuvieron el certificado de 3er. grado; 100 el de 2° y 119 el de 1°. La Escuela sólo ha tenido 5 reprobados en toda la Isla”.
Sobre los precios y lo relativo a la matrícula en la Escuela Normal por Correspondencia, se planteó en el anuncio:
“El precio de la matrícula por todo el curso de 1, 2° y 3er. grado, es de tres pesos al mes, en oro americano. La inscripción en el curso práctico de Historia Natural, cuesta $ 1.50 al mes, en oro americano.
La matrícula está abierta en la calle de Blanco 38, Habana, a donde pueden dirigirse por escrito los que deseen ser alumnos de la Escuela”.

Según el doctor Luciano Martínez, uno de los protagonistas de la propuesta de Aguayo, se matricularon miles de alumnos. Por tanto, la Escuela Normal por Correspondencia contribuyó a formar el nuevo magisterio de la nación cubana. La corta duración de esta experiencia no le resta valor.
Propuesta de un informe
En 1907, en un informe de la Secretaría de Instrucción Pública al Gobernador Provisional Charles Magoon, el doctor Lincoln de Zayas, secretario interino de Instrucción Pública y Bellas Artes, defendió la necesidad de una Escuela Normal por Correspondencia. Al hacerlo tuvo en cuenta la importancia de la experiencia aportada por Aguayo años antes. La consideró entonces “…el método más efectivo y práctico que podría idearse”.
Añadió al respecto que
“Los cuestionarios y observaciones que se enviarían a cada maestro por este Centro, serían especialmente formulados y tenderían a robustecer los puntos débiles y corregir los errores del maestro, y al que suscribe le parece que en corto tiempo los maestros en Cuba sentirían la beneficiosa influencia de esta supervisión pedagógica”.
Entre las ventajas de este tipo de centro estaba lo relativo a los gastos, que serían muy inferiores a la fundación de una Escuela Normal tradicional. Por tanto, consideró que establecer de forma oficial una Escuela Normal por Correspondencia, era “…menos complicado…”. Con respecto al costo de su creación y sostenimiento consideró que “…sería casi insignificante”.
Al año siguiente, en un informe fechado el 1 de noviembre de 1908, Lincoln de Zayas volvió a recomendar la idea de crear la Escuela Normal por Correspondencia. Esto permitiría “…proporcionarles los conocimientos necesarios…” a los maestros.
Reconoció, además
“…que los recursos pecuniarios de los maestros cubanos y la obligación que tienen de atender a sus aulas, les imposibilita de seguir un curso normal, si esto les separa de sus clases diarias y de sus residencias habituales, constituyendo otra contribución sobre sus escasos recursos”.
En este informe de 1908 se destacó que la Escuela Normal por Correspondencia, debía establecerse en “…beneficio exclusivo…” de los maestros empleados por el Estado que pudieran necesitar ese tipo de instrucción. O sea, debía ser organizada en función de los que debían elevar los conocimientos para desempeñarse en el magisterio.
Se agregó que, para evitar que los maestros trabajen con exceso, puesto que además de su labor diaria debían dedicarse a los estudios por correspondencia, sólo se le exigirían dos asignaturas al año a los matriculados. Esto posibilitaba que culminaran la carrera en tres años. Los que obtuvieran el grado de maestro y el título correspondiente, estarían exentos para siempre de la necesidad de realizar exámenes periódicos.
Otro aspecto que incluyó Lincoln de Zayas en el informe fue que, una vez establecida esta Escuela Normal, con un plan que podría durar hasta cuatro años, sería necesaria promulgar una ley. Esta legislación establecería que, a partir de ese lapso de tiempo, “…nadie podría ser empleado como maestro o auxiliar de maestro en las Escuelas Públicas de Cuba sin estar provisto de un diploma de esta especie”.
Por último, se reconoció la ventaja de la gratuidad de la enseñanza en la Escuela Normal por Correspondencia:
“Este curso debe ser gratuito para los maestros en ejercicio, que lo siguen, y con el fin de atraer la mejor clase de estudiantes, sería un buen plan si durante un número determinado de años, digamos de cuatro a seis, por ejemplo, fuese el curso gratuito para todos; las exigencias y condiciones para ser admitidos establecerán la necesaria selección”.
La Escuela Normal por Correspondencia fue una idea concebida y puesta en práctica para facilitar la formación y superación de los maestros. La implementación de esta idea en 1902, demuestra que dejó una huella perdurable en la historia de la educación cubana. Constituye, sin dudas, un antecedente de la Educación a Distancia en Cuba. (ALH)