La primera novela cubana de tema evolucionista fue En busca del eslabón, publicada en 1888 por Francisco Calcagno.

Hacia 1888 el mundo de la ciencia admitía una verdad irrebatible: el triunfo del darwinismo como teoría científica. Aceptada como explicación lógica a la evolución de la naturaleza viva, lo planteado por Carlos Darwin estuvo presente desde entonces en todos los aspectos de la vida humana. La literatura no escapó a ese influjo. De acuerdo a John D. Bernal, historiador de la ciencia, la teoría darwinista

“…se convirtió en el centro de la batalla científica, ideológica y política. Darwin había llevado a cabo casi inconscientemente un ataque a la doctrina platónica de las formas ideales en el mundo animal casi tan peligroso como el de Galileo respecto del mundo inanimado. E hizo mucho más que iniciar una revolución”.

Al mismo tiempo, desde hacía décadas, la ciencia ficción se mostraba como temática de interés para el público lector. Autores como el francés Julio Verne eran seguidos por los temas atrevidos y novedosos de las novelas que se publicaban de forma sistemática, donde lo científico era mostrado como expresión de la modernidad. En este contexto se escribió la primera novela cubana de tema evolucionista, que unió la ciencia más avanzada del momento con la ciencia ficción.

El autor

En busca del eslabón. Historia de monos (1888), se publicó en Barcelona por la imprenta de Salvador Manero. La escribió Francisco Calcagno (1827-1903), escritor nacido en Güines, ciudad a la que dedicó sistemáticos esfuerzos en pro de su engrandecimiento cultural. Escribió varias novelas y colaboró en múltiples medios de prensa. Como historiador legó el conocido Diccionario biográfico cubano (1878). También se desempeñó como profesor. Uno de sus discípulos, el escritor y político Raimundo Cabrera lo consideró: “…un literato de gran cultura y de nobles alientos”.

Francisco Calcagno. Archivo del autor.

Francisco Calcagno sobresalió en su tiempo como abolicionista práctico y defensor de la igualdad racial. Prestó un valioso servicio a la causa de la independencia con el follero La República, única salvación de la familia cubana (1898). No fue un científico dedicado a las ciencias naturales, pero sí un hombre amante del conocimiento. Comprendió la necesidad de la investigación de la naturaleza, lo cual influyó en el argumento de la primera novela darwinista escrita en Cuba.

El Diccionario Biográfico Cubano de Francisco Calcagno

La novela

No fue casual que En busca del eslabón estuviese ambientada en 1872, un año después de la publicación del libro The descent of man, and selection in relation to sex (1871), la segunda obra en importancia de Darwin. Conocida en español como El origen del hombre, en este libro el naturalista inglés expuso sus consideraciones sobre el tema, lo cual causó polémica y añadió más prestigio a su figura.

Una de las derivaciones del libro de Darwin fue la pretendida existencia de un “eslabón perdido” entre el ser humano y los monos antropomorfos. La búsqueda de ese vínculo evolutivo fue el tema central de la novela de Calcagno. Por tanto, coexisten en el texto elementos de ficción con aspectos científicos de indiscutible pertinencia. Además, al tratar de forma tangencial pero creativa, lo relativo a la discriminación racial, se abordaron aspectos ideológicos acerca del racismo y la esclavitud.

Para Francisco Calcagno, de fuertes convicciones abolicionistas, cuestionar la esclavitud estuvo entre los objetivos de la novela. A pesar de ciertos resabios racistas, muy comunes en la época, criticó sin ambages la esclavitud, desde posiciones científicas. No escapó a su visión que, a pesar de haber sido abolida esta oficialmente dos años antes, el racismo sería muy difícil de erradicar en Cuba.

Es evidente que En busca del eslabón, Calcagno tomó partido por la ciencia, a la que mostró por encima de la religión. Hizo un uso creativo del humor y la ironía, que a cada rato permitió a los personajes superar situaciones difíciles e intensas. Demostró, además, un amplio y profundo conocimiento de la ciencia antropológica de la época. Son decenas los autores mencionados, todos eminentes, en particular los defensores de la teoría evolutiva o transformista. Lo mismo sucede con publicaciones sobre el tema, de las cuales citó fragmentos en varios momentos.

El argumento es un viaje de exploración, a lo Julio Verne, en búsqueda del “eslabón perdido”, el ser intermedio entre los seres humanos y los antropomorfos. El barco se llamaba “Antropoide”, nombre muy a tono con la historia. La expedición fue llamada, irónicamente, “Comisión Exploradora del Eslabón Faltante”. Los lugares visitados fueron Brasil, África y Oceanía, específicamente la isla Fiji.

Anuncio sobre libros de Francisco Calcagno en Diario de la Marina, 1889. Archivo del autor.

Los personajes de la novela son Don Sinónimo, científico cubano distraído y excéntrico, “…admirador de la ciencia Antropológica…”, que se consideraba heredero de generaciones de antropólogos y, por tanto, “…obligado a continuar la obra de sus predecesores”. El capitán Thunderbolt, un yanqui, que se autoimpuso la misión de “…consagrar su vida y afanes a resolver las dudas que quedaban sobre el origen simio o símico del hombre…”. Además, Lucy, la esposa de este y Virginia, su hija.

También aparece el piloto, Adalberto, encargado de dirigir el buque en sus peripecias marinas. Por último, está Procopio, cocinero ex-esclavo de Don Sinónimo, a quien este había liberado, “…convirtiendo al esclavo en amigo”. Representa a los preteridos de la historia, pero es alguien imprescindible en la trama, que gana protagonismo en los momentos claves de la historia.

Entre todos, además de personajes secundarios como los nativos de cada región, se tejió la historia de En busca del eslabón. Sobresalen las descripciones de paisajes, el estilo del propio Darwin y otros viajeros del siglo XIX. El texto hizo una ocurrente caricatura de las teorías sobre la evolución y, en especial, del “eslabón perdido” que tanto inquietaba a los científicos. El final, aderezado por el fracaso en la búsqueda realizada, le permitió a Calcagno, aún en los moldes que la época le imprimió a su pensamiento, definir su posición favorable a la unidad genética y evolutiva de todos los seres humanos. Así lo expuso Don Sinónimo en el resumen de sus observaciones:

“1º. El hombre procede de la transformación secular de un solo individuo placentario, cuya especie ha desaparecido”.

“2º. Los africanos pertenecen a la especie humana, y el eslabón si algún día se halla aparecerá entre estos y los antropomorfos actuales”.

“3º. No hay datos aún para determinar cuál sea el antecesor inmediato”.

“4º. Que no es el hombre el único que aparece sin abuelos paleontológicos”.

“5º. Que el hombre de hoy pasará y la antropología o humanidad venidera será más perfecta que la actual, como la actual es más perfecta que la antropología o humanidad pasada”.

Tres años después, en 1891, el francés Eugenio Dubois encontró los fósiles del llamado Hombre de Java. Ocurrió muy cerca de Borneo y Fiji, según había sido intuido por Calcagno en el personaje de Don Sinónimo. Denominado Pithecanthropus erectus, la especie se incluyó más tarde en el género Homo (Homo erectus erectus). Aunque tiempo después se demostró que no era el tal “eslabón perdido”, se le consideró así al momento de su descubrimiento.

La crítica

Al momento se ser publicada En busca del eslabón, apenas llamó la atención de la crítica. Sólo Juan Ignacio de Armas, en la revista El Fígaro, se refirió al nuevo libro. Aunque se centró en señalar los errores de Calcagno, la elogió por estar

“…bien escrita; su lenguaje es fácil, culto, ameno, tal como conviene a una novela a lo Julio Verne, en que la ficción está mezclada con teorías científicas, más o menos ciertas y oportunas…”.

Años después, la escritora española Emilia Serrano, baronesa de Wilson, señaló que la novela

“…es obra (la última del laborioso cubano) que distrae y embelesa por lo original del asunto, basado sobre las teorías de Darwin”.

Portada de la edición de 1983. Archivo del autor.

En 1983, la Editorial Letras Cubanas reeditó En busca del eslabón. En la introducción, que tituló “Prólogo sobre un eslabón polémico”, el crítico Roberto Friol, apuntó con admiración:

“No, no exageramos cundo afirmamos que por su erudición, su opulencia idiomática, la autenticidad del tono, la importancia de su asunto y su manera de desarrollarlo como ficción, mezclando lo serio y lo jocoso, el rigor científico y las prosaicas realidades cotidianas, lo sorpresivo y lo trivial, no hay novela parecida a esta en nuestro siglo XIX…”.

“Novela que a cada vuelta de página pone a prueba la cultura y la inteligencia del lector, su sagacidad y su capacidad de reflexión. Toda ella es un reto”.

El escritor Jorge Luis Arcos, al estudiar la novelística cubana, la consideró

“…una obra extensa y erudita por el caudal de conocimientos antropológicos que hallamos en sus páginas”.

De acuerdo al criterio de Pedro M. Pruna, historiador de la ciencia cubana y estudioso del desarrollo de darwinismo en Cuba,

“…es posiblemente una de las pocas, sino la única, que se haya escrito en nuestro idioma sobre el tema del origen del hombre…”.

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