Publicado en 1878, el Diccionario biográfico cubano fue un libro trascendente que, además, se vinculó con Matanzas en dos momentos.
En 1878, apenas acabada la Guerra de los Diez Años con el Pacto de Zanjón, salió a la luz el Diccionario biográfico cubano. Su autor era Francisco Calcagno Monzón (1827-1903), escritor natural de Güines, donde se destacó como introductor de la imprenta y publicista.
Calcagno fue además novelista, con títulos de variado mérito como Uno de tantos (1881), Las Lazo (1893) y Don Enriquito (1895), además de la obra histórica Los crímenes de Concha (1887). Sus novelas Historia de un muerto y noticias del otro mundo (1875) y En busca del eslabón. Historia de monos (1888), se consideran las primeras escritas sobre ciencia ficción en Cuba.
Como miembro del Partido Liberal Autonomista publicó El catecismo autonómico o la autonomía al alcance de todos (1887). Sin embargo, en 1898 defendió con ahínco la independencia cubana en su folleto La República, única salvación de la familia cubana.
Su principal obra fue el Diccionario biográfico cubano, publicado en 1878-1886 por la Imprenta y librería de N. Ponce de León, de Nueva York, y por D. E. F. Casona en La Habana. Sobre este texto se han destacado errores y deficiencias, pero, al mismo tiempo, su indudable valor para los estudios sobre la historia y la cultura cubanas.
En su contenido aparecen personalidades destacadas de Cuba, o relacionadas con ella, entre los cuales se encuentran los grandes representantes históricos del reformismo. No faltan, por tanto, José A. Caballero, Tomás Romay, Francisco de Arango y Parreño, José de la Luz y Caballero, José A. Saco, Francisco de Frías, entre otros.
Sobre estos señaló Calcagno: “Estúdiense por lo tanto los hechos de nuestros hombres distinguidos con relación a la esfera en que se movieron, y se encontrarán mayores de lo que a primera vista aparecen…”. Consideró que “…los que tal vez para el mundo no sean héroes dignos de estatuas, pueden ser para nosotros venerables patricios dignos de estudio y recordación”.
También incluyó a las figuras más sobresalientes de la recién finalizada contienda por la independencia y la abolición de la esclavitud. Sobre Ignacio Agramonte expresó que era de “…carácter enérgico e inflexible…”. Reconoció en Francisco V. Aguilera a uno de los “…más vehementes promovedores y partidarios…” de la insurrección. Otras biografías que pueden leerse son las de Carlos M. de Céspedes, Máximo Gómez y Antonio Maceo.
Además de figuras destacadas en la política, el Diccionario… mostró a los cubanos de la época la riqueza de poetas, escritores, científicos, artistas y figuras históricas que habían contribuido a la conformación de una nacionalidad diferente a la española. Cientos de personalidades fueron incluidas por su autor, con la certeza de que prestaba un servicio inestimable en un momento en que el patriotismo cubano necesitaba ser enaltecido.
Dos hechos curiosos unen al Diccionario biográfico cubano con Matanzas. El primero es que en 1891 la imprenta Galería Literaria publicó el folleto Apuntes biográficos del ilustre sabio cubano D. Tranquilino Sandalio de Noda, con el contenido que aparece en el libro de Calcagno.
El segundo es que la Biblioteca Nacional José Martí atesora un ejemplar del Diccionario… que perteneció al bibliógrafo matancero Carlos Manuel Trelles Govín (1866-1951). Lo curioso radica en que contiene numerosas anotaciones a lápiz o a tinta, con datos de personalidades que no aparecen en la impresión original. Incluso, en algunos casos, se rectifican errores cometidos por Calcagno.
El Diccionario biográfico cubano es una joya bibliográfica que significó un hito en su época. Reconocerlo es hacerle justicia. (ALH)